Poco podía imaginar Casilda Iturrizar que aquel espacio que donó a la ciudad para que se convirtiese en un parque que pudiesen disfrutar sus vecinos iba a contar con tal arraigo en Bilbao. Ya en el plan del Ensanche de 1876 aparece este proyecto de área verde, aunque no fue hasta 1907 cuando se empezó a trabajar en la realización del mismo. Los encargados de diseñarlo, el arquitecto Ricardo de Bastida y el ingeniero Juan de Eguiraun, eligieron una propuesta ecléctica entre romántica y el estilo de los jardines franceses. Para lograr un conjunto armónico trataron de intercalar elementos que se adaptasen a la orografía del terreno como alamedas rectas, un jardín botánico circular, algunos senderos, fuentes y estanques.
Esta zona de esparcimiento público, la más importante de Bilbao, recibe desde 1945 el nombre de su benefactora, el Parque de Casilda Iturrizar –coloquialmente de Doña Casilda–, aunque desde su creación también ha recibido otros nombres como Parque del Ensanche o Parque de las Tres Naciones (por los tres países aliados en la guerra civil española: Italia, Alemania y Portugal). Incluso durante algún tiempo fue conocido por el sobrenombre de Parque de los Patos, por la presencia de estas aves en el estanque.
Casilda de Iturrizar Urquijo (1818-1900) fue una de las grandes benefactoras de Bilbao. De origen humilde, se mantuvo a la sombra de su marido Tomás José Epalza, un importante banquero y comerciante, hasta que enviudó. A partir de ese momento, se dedicó a administrar sus propiedades, realizar obras filantrópicas y grandes donaciones, como los terrenos cedidos para la construcción de este parque.
El mayor espacio verde de Bilbao
El trazado inicial del Parque de Doña Casilda, que ocupaba un espacio de 85.200 metros cuadrados, se ha ido ampliando con los años y adaptando su perímetro a los planes urbanísticos de la ciudad. Actualmente representa el nexo de unión entre Abandoibarra y el Ensanche. Con el parque como enlace, se ha tratado de conectar los dos distritos siguiendo una estética similar que aporte continuidad, gracias a la similitud en el pavimento de los senderos y las calles, el mobiliario y las farolas. Los 30.000 metros cuadrados añadidos en 2006 se han destinado una parte a zonas verdes (unos 18.000) y otra a un bulevar arbolado.
En sus más de cien años de vida, se han añadido elementos y modificaciones como la pérgola de Pedro Ispizua y Pedro Guimón, un aparcamiento subterráneo y el Museo de Bellas Artes. De hecho, la totalidad de este museo fue construido dentro de los terrenos del parque. Tanto desde su terraza acristalada inferior como desde el restaurante se puede contemplar la gran arboleda de este espacio.
En un paseo por los senderos del parque podréis admirar una gran muestra botánica, integrada por más de 1.500 árboles pertenecientes a 71 especies originarias de todo el planeta. Además de árboles comunes como chopos, plátanos, tilos, cedros, robles, hayas, cipreses, abedules o arces, también se pueden descubrir algunos tan curiosos como un alcanforero, autóctono del Sudeste asiático, un bonetero del Japón, una tuya oriental, un árbol del amor, un ébano, una latania o un centenario castaño de Indias.
Lo más destacados en el Parque de Doña Casilda
La jardinería, la arquitectura y la fontanería artística se trazaron meticulosamente en este espacio verde. Sobre plano, no faltaban los paseos, las alamedas, una cascada central, un paseo de la alameda, otro de carruajes, una gruta, un lago, un jardín botánico, un invernadero… aunque no se llegó a realizar todo lo que se tenía previsto. En torno al agua se percibe claramente la influencia del arte de los jardines de Forestier, quien se cuenta que incluso vino a la ciudad para ver la evolución del proyecto. Su influencia también es evidente en el Parque de la Ciudadela de Barcelona y en el Parque de María Luisa de Sevilla.
Entre los elementos más significativos del Parque de Doña Casilda se puede destacar la Pérgola, una plaza monumental de forma ovalada, con una gran fuente en el centro, donde se suelen realizar actuaciones. El autor de la misma, Pedro de Ispizua, optó por combinar un lenguaje regionalista (pilares con recuadros cerámicos mudéjares y pavimentos con ladrillos con escudetes) con otro barroco en los casalicios y exedra.
En torno al agua, aunque se desechó la idea de la cascada, sí se ejecutó otro de los rincones emblemáticos del parque, el majestuoso Estanque de los Patos, el rincón favorito de los niños, al que los visitantes se acercan para alimentar a ánsares, ánades, porrones moñudos, etc. Entre las fuentes destacan la del Andén, un pilar con cuatro surtidores y relieves de bronce, obra de Ricardo Bastida (1914). Igualmente curiosas son la de Aureliano del Valle, obra de Quintín de Torre (1920), que es una alegoría figurativa a la música, y una fuente-banco dedicada a Adolfo Guiard. Por supuesto, no se puede olvidar la escultura dedicada a Doña Casilda, que fue trasladada a este lugar desde la Plaza de Moyúa.
A nivel popular, los bilbaínos también le tienen un especial apego al tiovivo clásico y disfrutan de los espacios deportivos y de las zonas de juegos infantiles creadas en los últimos tiempos. El Parque de Doña Casilda es una visita obligada para un viaje en familia a Bilbao.
Arte en el parque
Un recorrido complementario al paseo podría ser la localización de las obras de arte repartidas por el Parque de Doña Casilda. Son esculturas realizadas por reconocidos artistas como Eduardo Chillida (‘Lugar de Encuentros IV’), Richard Serra (‘Five plates counter clockwise pentagon’) y Francisco Durrio (escultura de Juan Crisóstimo de Arriaga). También muy llamativas están las de Nemesio Mogrovejo (‘Il Risveglio’ y ‘Eva’), Quintín de Torre (monumento a Valle) y Julio Beobide (monumento de Ignacio Zuloaga). Guardan igualmente un significado especial las de Nestor Basterretxea (‘A los hombres y mujeres que lucharon por la libertad y la democracia’), Juan Luis Moraza (‘Fanal’) y Miquel Navarro (‘Conexiones’). No dejéis de admirar el monumento de Casilda Iturrizar que realizó Agustín Querol. Y, por último, tampoco pasan desapercibidos las obras de Félix Agüero y Estanislao Segurola (monumento-fuente a Adolfo Guiard), Lourdes Umerez (‘Verdi’), Enrique Barros (Relieves) y José Ramón Anda (‘Para mirar’).
El Parque de Doña Casilda fue durante varias décadas la única zona verde de esparcimiento público de Bilbao. Actualmente, aunque existen otras, continúa siendo el espacio centenario más querido por sus vecinos.