Con la llegada de la primavera, el valle del Jerte y sus once localidades visten sus mejores galas. Cada rincón de la sierra de Gredos, cada garganta y cada ladera celebra la floración de hermosos pétalos blancos. Más de un millón y medio de cerezos despiertan tras el largo invierno ofreciendo a sus vecinos y visitantes un espectacular ‘sakura’ (floración del cerezo en Japón). Además, con el valle del Jerte en flor comienzan las fiestas de la primavera.
Cerezos en flor del valle del Jerte
El valle del Jerte ha sido una ruta natural aprovechada como camino romano y como cañada para el pastoreo de ganado. Aunque la mayoría de los pueblos de la comarca tienen su origen en antiguos asentamientos celtas, a lo largo del valle se esparcen castros prerromanos, chozas de pastores, caseríos de madera, casas típicas de piedras unidas con gruesos maderos de roble, cuevas con restos arqueológicos y pasos tradicionales de palomas torcaces.
Para disfrutar la floración de los cerezos del valle del Jerte, te recomendamos hacer un recorrido por todos los pueblos del valle disfrutando de las diferentes perspectivas y tradiciones de cada zona. Ten en cuenta que primero florecen los cerezos de las zonas más bajas hasta llegar a las zonas frías de alta montaña. Sin embargo, y aunque los municipios se dividen en ribereños (a orillas del río Jerte) y serranos (en la sierra y laderas de las montañas), una visita a los 11 pueblos que conforman la comarca es imprescindible.
La mejor forma es realizar la ruta circular en coche partiendo desde Valdastillas y siguiendo la Nacional 110 bordeando todos los pueblos: Piornal, Barrado, Cabrero, Casas del Castañar, El Torno, Rebollar, Navaconcejo, Cabezuela del Valle, Jerte y Tornavacas, desde donde se ven todos los cerezos del valle del Jerte como broche final.
Fiestas de la primavera en los pueblos del Jerte
El origen de la Fiesta del Cerezo en Flor se remonta a los años 70, cuando los ayuntamientos de la comarca se pusieron de acuerdo para llevar a acabo una fiesta de hermandad entre los habitantes del valle y las comarcas vecinas. Es una fiesta de Interés Turístico Nacional donde se celebran actividades culturales, deportivas, gastronómicas y festivas en todas las poblaciones.
La celebración se divide en tres bloques:
Despertar del valle: con el comienzo del deshielo, las gargantas, ríos y cascadas se llenan de agua, las aves migratorias emprenden el camino hacia sus hogares, y las laderas y bosques rezuman vida animal y vegetal.
Cerezo en flor: los campos se tornan blancos con la floración de casi dos millones de cerezos mientras el olor a primavera recorre todo el valle.
Lluvia de pétalos: con el culmen de la primavera, los pétalos blancos abandonan las ramas dando paso a los intensos verdes de los robles y castaños, el violeta de los brezos y el amarillo de la retama.
Para festejar cada uno de estos bloques, los pueblos de la comarca cumplen con una programación muy diversa, desde representación de obras de teatro y concursos de fotografía hasta carreras de montaña y mercadillos tradicionales. Incluso organizan autobuses gratuitos para recorrer el valle.
Rutas de senderismo para ver los cerezos en flor
También te puede interesar la Ruta de los Cerezos en Flor, que transcurre durante 22 kilómetros, unas 7 horas entre ida y vuelta. El recorrido comienza en Tornavacas y desciende hasta el río, atravesando cerezos y castaños. Para ir con niños recomendamos la famosa Ruta de Los Pilones, de tan solo una hora y dificultad fácil, donde además de apreciar los hermosos cerezos en flor, podéis visitar la impresionante Garganta de los Infiernos y sus pozas naturales de agua cristalina.
De todos modos, la red de senderos es muy extensa y variada, por lo que hay recorridos que se ajustan a cualquier ritmo o condición física, como la Ruta del Emperador Carlos V (de 8 horas) o la Ruta del Caozo (de 2 horas).
Feria de la cereza
Algunos meses después de esta celebración, en junio y julio, el blanco que tiñe el valle se torna en un rojo intenso con la llegada de la esperada picota del Jerte. Los pueblos lo celebran con degustaciones y catas de cerezas, talleres de cocina, juegos, cuentacuentos, animación en la calle, rutas culturales y etnográficas, senderismo y un mercado de artesanía contemporánea, entre otras actividades.
El cultivo de cerezos en el Jerte
Se cree que el cultivo del cerezo se hizo popular en el siglo XVIII como método de supervivencia, ya que el castaño, árbol autóctono de la zona, había sufrido una terrible plaga y prácticamente había desaparecido. Otra versión cuenta que en el valle vivía una hermosa mujer proveniente del norte de Europa, donde la nieve cubría con un manto blanco los paisajes invernales de su país. Ella sentía melancolía de su tierra, así que un día su amado le prometió que traería la nieve al valle para hacerla feliz. Ordenó plantar cerezos y esperó a que estos florecieran en primavera para mostrárselos a su mujer, que quedó prendada con el resultado. Al menos, unos días al año, ella podría disfrutar del paisaje nevado en el valle.
Otra teoría, quizás la más acertada, dice que el cerezo fue introducido por los árabes y que, tras la Reconquista, los cristianos lo encontraron perfectamente adaptado a las tierras del valle. Según textos antiguos del siglo XIV, los habitantes del valle ya ofrecían truchas y cerezas, dos productos típicos de la zona, como alimento a los invitados más ilustres.