¿Quieres una escapada un poco distinta en el entorno cacereño? Además de visitar Las Hurdes o conocer la localidad medieval de Trujillo, también es recomendable acercarte a Granadilla, que está situada a unos 100 kilómetros de Cáceres.

Esta villa amurallada, que se encuentra al noroeste de la provincia y forma parte del municipio de Zarza de Granadilla, está deshabitada desde mediados del siglo XX. Y no tiene habitantes, no porque no sea atractiva, sino porque la construcción de un embalse la dejó aislada. En 1980 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico, lo que la salvó de la desaparición, apostando las autoridades por un programa de recuperación y rehabilitación de monumentos como el castillo, que se encontraba en estado ruinoso. Se consiguió devolver el esplendor del pasado para que hoy puedas conocer todos sus atractivos.

Qué ver Granadilla, el bonito pueblo abandonado de Cáceres

Es un placer recorrer Granadilla y observar la completa restauración del pueblo. Las murallas que lo rodean, las luminosas calles empedradas y las casas con vivos colores dotan a Granadilla de un ambiente muy especial, en el que se pasea con el recuerdo medieval muy presente.

 

 

Su particular situación, en mitad de una península que ha formado el embalse, es ya realmente algo digno de apreciar. En esta solitaria villa no debes perderte:

  • La muralla. Catalogada como una de las mejor 
    Granadilla
    Granadilla

    conservadas de toda España, junto a la de Lugo y la de Ávila. El recinto está protegido por esta muralla de origen almohade, con una única puerta por la que acceder al recinto. Su forma circular da cobijo a todo el conjunto y los expertos fechan su origen en el siglo IX. La mampostería y los cantos rodados se mezclan con el encofrado en algunas partes y la técnica de sillares junto a las puertas.

  • El castillo. Es el elemento más llamativo de Granadilla, una estilizada edificación que levantó el primer duque de Alba en el siglo XV. Es muy curioso que se sitúe junto a la muralla, con una morfología poco habitual. Al cuerpo central cuadrado se le añadieron en cada uno de sus lados una torre semicilíndrica, adosada. El resultado es realmente peculiar, una obra de cuatro plantas con sótano, aljibe, mazmorras, dos plantas para las estancias con bóveda de cañón en las habitaciones y una planta superior donde aún se conserva el salón de Armas. No dejes pasar la oportunidad de subir hasta arriba y contemplar la impresionante panorámica de todo el paisaje, Granadilla y el embalse.

Caminando por sus tranquilas calles irás recorriendo muchos otros edificios, como la iglesia de la Asunción, también construida en el siglo XV y en la que se sigue celebrando cada año la misa de difuntos.

Te toparás con la conocida como Casa de las Conchas, la de mayor tamaño de Granadilla, aunque solo se conserva su fachada. La Plaza Mayor o las coloridas viviendas te acompañarán en una experiencia diferente al entrar en este auténtico pueblo fantasma que se ha detenido en el tiempo.

La belleza del paisaje que rodea a esta villa hizo que incluso Pedro Almodóvar eligiera este lugar para situar el final de su película ¡Átame! A pocos kilómetros se encuentra también Zarza de Granadilla, donde podrás probar la gastronomía local en el restaurante asador El Cordel o hacer un poco de senderismo entre los pinares y las piscinas naturales de los alrededores.

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Granadilla
Castillo de Granadilla

La población de Granadilla fue fundada por los musulmanes en el siglo IX. Su situación en lo alto de la colina otorgaba una situación privilegiada para defenderse y estaba en el paso de la Vía de la Plata. Más tarde, los almohades construyeron allí una alcazaba, una obra fortificada que normalmente servía como residencia para un alto cargo. Fue en 1160 cuando el rey Fernando II de León ocupó el lugar, levantó las murallas y la convirtió en villa.

En un primer momento, su nombre era Granada, pero con la conquista de la ciudad andaluza por parte de los Reyes Católicos en 1492, se le cambió el nombre a Granadilla para no confundirlas.

Durante la Edad Media fue uno de los principales núcleos de la región, con más de quince municipios bajo su control. Esta importancia hace que hoy Granadilla esté llena de edificios y monumentos, con siglos de historia. A lo largo del tiempo se fueron sucediendo diferentes coronas, duques y condes, como si se tratara de un señorío, hasta que en 1955 se expropian los terrenos para construir el embalse de Gabriel y Galán. Granadilla quedó aislada por la inundación de las tierras y con un solo acceso.

Se acabaron así las posibilidades de abastecimiento y los últimos vecinos se marcharon en 1964. La naturaleza se apoderó del sitio, quedando la villa totalmente abandonada. Algunos de sus habitantes comentaban que a veces iban a ver sus casas y que tenían que entrar con raquetas en los pies para poder caminar entre las zarzas que lo cubrían todo. Afortunadamente, como os comentamos al principio, en 1980 Granadilla fue declarada Conjunto Histórico-Artístico y eso la salvó.