El recinto monumental de la ciudad de Cáceres, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986, alberga en su interior dos palacios medievales con un nombre en común: los Golfines. El de Arriba, como no podía ser de otra forma, se sitúa en la zona alta de la ciudad; mientras que el de Abajo, objeto de nuestro interés, lo hace en la plaza de Santa María. Mandado construir por los Golfín, una de las familias nobles más poderosas de Extremadura, a finales del siglo XV, este gigantesco palacio-fortaleza exhibe una de las fachadas platerescas más bonitas de la provincia.

Si bien el edificio ha servido como residencia privada de la familia durante quinientos años, desde 2015 sus señoriales puertas se abren al público como un museo de ambiente, en el cual el visitante puede rastrear, a través de visitas guiadas, cómo era el día a día de la antigua nobleza cacereña. Además, el palacio atesora una ingente cantidad de patrimonio artístico y documental –mobiliario, estatuas, tapices y obras pictóricas–, cuya fecha va desde principios del siglo XIV hasta finales del XX.

Tal y como afirmaban los propios vecinos de Cáceres durante su apertura definitiva al público, la posibilidad de visitar este palacio, oculto durante siglos al pueblo, “guarda mucha semejanza con un viaje en el tiempo”.

 

 

La leyenda de los Golfines de Cáceres

De origen probablemente francés, los primeros Golfines hicieron aparición en España alrededor del siglo XII, para apoyar la cruzada, declarada por el rey Alfonso VIII, contra los musulmanes invasores. Cuando los musulmanes fueron definitivamente expulsados de Extremadura, muchos de estos solados europeos, como los Golfines, decidieron no retornar a sus países. Se convirtieron en ‘hidalgos sin patria’, abocados a la ladronería y al pillaje de ganado.

Sin embargo, cuenta la leyenda que fue una historia de amor la que alejó, para siempre, a este linaje del mal camino. Alrededor del siglo XIII, durante una de las asambleas populares para poner fin al pillaje de los Golfines, el capitán Alfón Pérez Golfín se enamoró de María Gómez Tello, la hija del por entonces alcalde de Cáceres. Tan prendado quedó de ella que, según dicen, Alfón se acercó al alcalde y le pidió su mano. El alcalde, al principio testarudo, al ver a su hija igualmente enamorada, terminó por consentir, siempre y cuando el capitán de los Golfines limpiara su nombre y lograra el respeto del rey. Haciendo valer su pasado como caballero cruzado, Alfón Pérez Golfín logró el perdón de la Corona, y así, se casó y se estableció con María Gómez Tello en el solar que hoy ocupa el palacio de los Golfines de Abajo. Será tiempo después cuando el linaje de los Golfines se fragmente en dos ramas, edificando cada una su propio palacio en Cáceres —el de Arriba y el de Abajo—.

Llegada al palacio de los Golfines (de Abajo)

Al poco de cruzar el arco de la Estrella, puerta de entrada a la ciudad monumental de Cáceres, nos encontramos con este palacio-fortaleza, cuya construcción, a finales del siglo XV, corresponde a Alfonso Golfín, un noble cacereño muy afín a la causa de los Reyes Católicos. palacio de los golfines

Lo primero que llama la atención es su fachada principal de estilo plateresco, compuesta de un cuerpo central de sillería y dos torres laterales de altura disímil. Es precisamente en torno a la ventana superior de la torre izquierda donde podemos comenzar a rastrear la historia de este impresionante recinto. Sobre la misma se identifica el escudo, coronado por una cruz, de los Reyes Católicos –único en Cáceres–, un gesto de amistad que los monarcas españoles tuvieron con los Golfines, por hospedarlos incondicionalmente durante sus visitas a la ciudad. Asimismo, debajo de la misma ventana encontramos otro escudo, el de los Golfines, compuesto de flores de lis y castillos, y sostenido por dos ángeles desnudos y una inscripción misteriosa que reza “Fer de Fer”.

El museo del palacio de los Golfines de Abajo

Desde su inauguración en 2015, el Museo del Palacio de los Golfines de Abajo ha permitido al público acercarse, como nunca antes, al modo de vida, usos y costumbres de las familias nobles cacereñas de los cinco siglos anteriores. Compuesto de dos plantas, cada una de ellas acoge un itinerario informativo a través de las sucesivas salas.

Si comenzamos por la planta baja, podremos recorrer un itinerario formado por 4 salas numeradas, las cuales alojan todo tipo de mobiliario perteneciente a diferentes siglos. En la sala 1, por ejemplo, se ilustra, mediante pequeñas esculturas, espejos y muebles, la especial influencia que tuvo el arte francés a la hora de decorar las casas nobiliarias españolas del siglo XIX.

Asimismo, la sala 2 nos muestra piezas pertenecientes al mobiliario madrileño del último miembro de la rama de los Golfines, Doña Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Seebacher, fallecida en 2012. Por su parte, las salas 3 y 4 se centran, sobre todo, en la colección de arte flamenco —tapices, lámparas, consolas y esculturas—, acumulada durante siglos.

Finalmente, asistimos a la sala de Armas, uno de los espacios más antiguos del palacio y al mismo tiempo, uno de los mejor conservados. Aquí se puede contemplar una especie de genealogía familiar a partir de numerosos retratos de miembros de todas las épocas.

Para acceder a la planta alta, deberemos ascender por su antigua escalera, decorada con numerosos estandartes pertenecientes a las familias que han ido tejiendo la genealogía de los Golfines a lo largo de cinco siglos. Una vez arriba, primero transitaremos por salas como el Oratorio (y su impresionante colección de relicarios del siglo XVI), y la sala de Caza, dotada de antiguos trofeos, armas y relieves de naturaleza cinegética. Después recorreremos también el Gabinete, uno de los espacios más íntimos del palacio, por ser aquí donde la familia recibía a sus invitados más cercanos; y la sala de Documentos, almacén de valiosísimos códices y documentos ligados no sólo a la familia, sino a la historia de España.