Puede parecer que esto de los vinos extremeños sea un “invento” relativamente reciente, pero la relación del vino con Extremadura viene de largo. Un dato para corroborar esta afirmación: en el monasterio de Guadalupe se escribió el que está considerado como el tratado de enología más antiguo de cuantos se conservan en el planeta. Está fechado en el año 1520, lo escribió el fraile Juan Luis de Siruela, y hoy se custodia, junto a otros muchos ejemplares históricos, en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Mucho antes, los romanos ya producían vinos en Extremadura, evidentemente algo diferentes a lo que hoy conocen nuestros paladares. Evidencia esa producción, que debió tener una cierta importancia para la región, los muchos lagares en piedra encontrados en los diferentes yacimientos arqueológicos, fundamentalmente en el entorno de Mérida.

Hoy puede que los vinos extremeños no sean tan conocidos como otros productos gastronómicos regionales. Por supuesto, tampoco pueden competir en visibilidad con el vino de otras regiones de España como Jerez, Rioja o Ribera del Duero.

 

 

En todo el territorio de Extremadura hay algo más de 250 bodegas, y más de 90.000 hectáreas de viñedos. En ellas se elaboran vinos extremeños con una acusada personalidad, fundamentalmente por la escasa pluviometría y la alta insolación durante el verano. Una circunstancia climática que se prolonga hasta poco antes de la vendimia.

vinos extremeños
Ración de jamón acompañada de un buen vino extremeño

Vinos de Extremadura

Esa gran insolación de las uvas se traduce en el hecho de que maduren de una forma uniforme, lo que facilita una alta concentración de azúcares. Éstos, al fermentar, son los que acaban produciendo el alcohol, además de numerosos matices de sabor, en el vino.

Quizás sea un dato desconocido para la mayoría, pero la realidad es que la cantidad de hectómetros cúbicos de vinos extremeños supone que esta comunidad autónoma sea la segunda de España en producción cada año. Eso, después de La Mancha, claro, donde se vinifica cerca de un 50 por ciento del total del país.

Estos son los tipos fundamentales de vinos extremeños:

  • Vinos blancos:

    vinos extremeños
    Vinos blancos extremeños

Son, aproximadamente, dos terceras partes de los vinos extremeños. Se producen, sobre todo, con uvas pardas, pardinas o cayetanas y, en menor medida, con macabeo.

  • Cavas:

Se producen en el entorno de la localidad de Almendralejo (Badajoz) a partir de uvas macabeo, que han encontrado en estas tierras un auténtico paraíso.

  • Vinos tintos:

Los vinos tintos extremeños se elaboran, fundamentalmente, a partir de uvas tempranillo, cabernet sauvignon, shiraz y merlot. Aunque la mayor parte de ellos se elaboran con las primeras.

Denominación de Origen de Extremadura

No hay una denominación de origen oficial que agrupe a todos los vinos extremeños, pero sí una para las grandes etiquetas elaboradas en la zona de influencia del río Guadiana.

Así, aunque los vinos extremeños amparados bajo el paraguas de la D.O. Ribera del Guadiana apenas supongan en torno a un 3% del total de los producidos en la región, lo cierto es que bastantes bodegas gozan de un gran prestigio dentro del panorama nacional.

Varias de ellas también están consiguiendo comercializar sus vinos en mercados internacionales. Estas son algunas de las más destacadas y los tipos de vino que elaboran:

  • Carabal:

Esta bodega está en la comarca de Las Villuercas (Cáceres). Sus tres etiquetas fundamentales son Rasgo (vino joven), Cávea (crianza de 10-12 meses en barrica) y Gulae (crianza en madera de 18-22 meses).

  • Martínez Payva:

Está en Almendralejo (Badajoz) y es una de las bodegas más conocidas de Extremadura. Sobre todo, por la calidad de sus cavas, alguno de ellos reconocido como el mejor del país.

  • Pago de los Balancines:

La bodega está en Oliva de Mérida (Badajoz) y entre sus etiquetas de vinos extremeños destaca Huno White, una etiqueta muy particular, pues se elabora a partir de uvas Chardonnay y con una maduración en barrica de cuatro meses.

  • Bodegas Pozanco:

Es una de las bodegas más representativas de la llamada comarca de Tierra de Barros (Badajoz). Su forma de producción, tradicional, se percibe en el resultado final de estos caldos, profundos, frescos, afrutados y algo clásicos.

  • San Marcos:

También de Tierra de Barros, en concreto de Almendralejo, esta bodega agrupa a varios de los productores de la zona. Entre sus etiquetas, las más reconocidas son Campobarro (tinto en versiones Crianza y Reserva) y los semidulces Jara (blanco y rosado).

Cava de Extremadura, uno de los mejores del país

La producción de cava, el vino espumoso español emparentado con el champagne, ha estado históricamente asociada a Cataluña. Pero desde hace décadas también se viene produciendo en otras comunidades autónomas del país. Una de las más destacadas es Extremadura, que aprovecha un clima especialmente propicio para el cultivo de la uva macabeo, base de esta variedad. Así pues, el cava ha pasado en unos pocos años a formar parte de la lista de los vinos extremeños de calidad.

La producción se centra en la comarca de Tierra de Barros y, fundamentalmente, en torno a la ciudad de Almendralejo. Varias etiquetas extremeñas suelen figurar en las listas de mejores cavas del país, año tras año.

Los principales productores de cava extremeño son la ya mencionada bodega Martínez Payva, junto a Vía de la Plata, Romale, López Morenas y Marcelino Díaz.

Toma nota de estos vinos extremeños de calidad

Al margen de los ya mencionados, hay otros muchos vinos extremeños de calidad. De hecho, existen en esta comunidad autónoma bodegas que, sin pertenecer a la Denominación de Origen Ribera del Guadiana, elaboran vinos con una acusada personalidad. Sobre todo, las que están englobadas dentro de lo que se conoce como vinos de pago, procedentes cada uno de ellos de un paraje rural específico y que se producen siempre atendiendo a unos estándares uniformes que, no obstante, también permiten una cierta creatividad y originalidad.

Una de las bodegas de pago más conocidas es Habla, muy cerca de Trujillo , con algunas etiquetas tan recomendables como Habla (numerados en función del año de comercialización), Habla del Silencio, Habla la Tierra y Habla del Mar. Este último es un blanco fermentado en enormes depósitos bajo el mar y durante varios meses. Una auténtica (y deliciosa) rareza.