Fuerteventura no olvida a uno de sus exiliados más ilustres: Miguel de Unamuno, seguramente porque él fue uno de los primeros que difundió la belleza de la isla canaria y la llamó “Fuerteventura la guapa”. Por eso, le ha dedicado una casa museo en el antiguo Hotel Fuerteventura al que llegó en 1924 este escritor de la generación del 98. Llegaba desterrado por denunciar la penosa situación política de España en aquella época. Fue el general Primo de Rivera el que mandó al rector de la Universidad de Salamanca hasta la “desértica” isla canaria, lo más lejos posible de su vista. Era el 28 de febrero de 1924 y aquí estuvo cuatro meses, hasta el 9 de julio de ese mismo año, fecha en la que fue indultado. Sin embargo, él no deseaba someterse a las órdenes del dictador y continuó su exilio voluntario en París, primero, y luego en Hendaya. Hasta que en 1930 cayó el régimen de Primo de Rivera y el escritor pudo regresar a su Salamanca natal, donde fue recibido entre vítores.

 

  1. Miguel de Unamuno, una visita a su casa de Fuerteventura
  2. La cama y el escritorio de Miguel de Unamuno
  3. La Casa Museo de Unamuno en “la isla del viento”
  4. Unamuno, de pesca y en la playa
  5. Miguel de Unamuno y Fuerteventura, una triste despedida

Miguel de Unamuno, una visita a su casa de Fuerteventura

La Casa Museo Miguel de Unamuno está ubicada en una vivienda tradicional de la localidad de Puerto del Rosario, que era llamada Puerto Cabras en vida del escritor. Está en la zona más céntrica, junto al edificio del Cabildo de Fuerteventura y al lado de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Es una vivienda en la que el escritor forjó sólidas amistades con algunos habitantes de Fuerteventura. De hecho, se pueden contemplar fotografías de algunos de sus grandes amigos. Una de las personas con las que más conectó fue Ramón Castañeyra, a quien le dedicó su célebre obra poética De Fuerteventura a París.

 

La cama y el escritorio de Miguel de Unamuno

Antes de acceder a la casa museo de Miguel de Unamuno, se puede contemplar una escultura del filósofo en bronce, casi a tamaño natural, realizada por Emiliano Hernández. Y ya dentro, el visitante puede conocer las estancias por las que transitó el autor de Niebla: el dormitorio, con la cama y el orinal que utilizó; su escritorio, donde transformó sus emociones en palabras inmortales; la cocina y la salita, que conserva sus cortinajes, cuadros y muebles originales… La tipología de la casa museo de Unamuno se corresponde con la arquitectura doméstica canaria de la época y consta también de un zaguán de acceso a la casa y de un patio central con aljibe para almacenar el agua de la lluvia. Además, las paredes están decoradas con textos que Unamuno dedicó a Fuerteventura.

La casa museo de Unamuno existe como tal desde mayo de 1995, doce años después de que el inmueble fuera adquirido por el Cabildo Insular de Fuerteventura. Uno de los objetivos del museo es divulgar la obra que Miguel de Unamuno produjo en Fuerteventura, la mayor parte de ella dedicada a la isla, porque dio a luz textos impagables sobre el relieve isleño, su fauna y su flora, y sobre todo de su mar. Se sabe que el también filósofo y catedrático recorrió algunos de los pueblos majoreros, como Betancuria, Pájara, Tindaya, o Antigua. Lo hacía normalmente en coche, pero alguna vez también en camello y en burro. Igualmente le fascinaron las ruinas del convento de los Franciscanos, el primer convento construido en Canarias allá por el año 1416.

La Casa Museo de Unamuno en “la isla del viento”

También se dice que Unamuno dedicaba mucho tiempo a recoger topónimos de los aborígenes y a disfrutar de la comida típica de Fuerteventura, especialmente el queso, el gofio y las cabrillas. Pero lo que sí es seguro es que se llevó un recuerdo imborrable de su estancia en Fuerteventura. Y si no, basta leer este pequeño texto suyo: “…esa bendita isla rocosa de Fuerteventura, donde he vivido con ustedes, los nobles majoreros y con el Dios de nuestra España, los días más entrañables y más fecundos de mi vida de luchador por la verdad”.

 

 

A Miguel de Unamuno le gustaba ir en alpargatas por Fuerteventura y dicen que fue el primer nudista de la isla. Al parecer, fue él quien acuñó el neologismo de ‘fuerteventuroso’. Y  hay quien asegura que jugaba a la comba con las niñas mientras recitaba las tablas de multiplicar. Lo cierto es que la historia de amor que surgió entre Fuerteventura y el escritor salmantino ha quedado inmortalizada en sus escritos y hasta en una película dirigida por Miguel Manchón: La isla del viento.

Unamuno, de pesca y en la playa

También le gustaba ir de pesca con Hormiga, un pescador del que se hizo amigo, dar paseos hasta Playa Blanca y disfrutar de la mar, hasta el punto de que llegó a escribir que aquí “he llegado a una comunión mística con ella, donde he sorbido su alma y su doctrina”.

Unamuno se sintió bien en esta isla declarada hoy Reserva de la Biosfera por la Unesco y siempre se sintió en deuda con la misma. Aquí llegó sin apenas ropa o dinero y con sólo tres libros: los Cantos de Leopardi, la Divina Comedia y el Antiguo Testamento. Y salió encantado del trato recibido. En una carta escribió: “Me preocupa mucho esta isla, me preocupa mucho lo que tengo que hacer para pagarle mi deuda de gratitud. Lo que he de escribir sobre ella en una obra que aspiro a que sea una de las más duraderas entre las mías no es bastante”.

Miguel de Unamuno y Fuerteventura, una triste despedida

Cuando el 9 de julio de 1924, Unamuno se despedía de Fuerteventura rumbo a París, la sociedad majorera sintió profundamente la pérdida. Y también el escritor dejó por escrito su lamento: “Dejé esa roca llorando”.

Y ya desde la capital francesa, el intelectual salmantino siguió escribiendo a su gran amigo Ramón Castañeyra durante 12 años. Y, entre muchas otras cosas, le dijo: “Fuerteventura me ha acompañado a París, es aquí en París donde he digerido a Fuerteventura y con ella lo más íntimo, lo más entrañado de España, que la bendita isla fuerteventurosa simboliza y concreta… sólo me resta enviarle desde y a través del Atlántico un largo y ancho abrazo y abrazar en usted a todos mis amigos”.

Por eso, si deseas conocer de primera mano la relación que el escritor mantuvo con la isla canaria de Fuerteventura, no dejes de ir a la Casa Museo de Miguel de Unamuno.