Si hay algo que marca la vida en la isla de Fuerteventura es, sin duda, la fuerza del viento, sobre todo cuando soplan los alisios. Quizá por eso, la llegada de los molinos en el siglo XVIII fue la mejor manera de convertir una maldición en una bendición. De hecho, estos artilugios no sólo fueron imprescindibles para elaborar el gofio, la harina típica de la gastronomía canaria que aún se sigue consumiendo, sino que marcaron el paisaje con una arquitectura propia de la tierra majorera. 

Lo más curioso es que, al contrario que en el resto de la Península, hay molinos y molinas, también en femenino, que hoy se han convertido en un recuerdo de cómo la isla creció al amparo de estas aspas en movimiento. 

  1. Historia y usos de los molinos
  2. Visitar Los Molinos de Villaverde. Dónde se encuentran
  3. Ruta del Gofio

Historia y usos de los molinos 

Los primeros molinos llegaron a Fuerteventura en el siglo XVIII para, precisamente, moler el grano de cereal que crecía en abundancia en estas tierras. Pero también se utilizó para triturar centeno y garbanzos, de donde se solía obtener la base de la alimentación de los habitantes de la isla en aquellos años: el gofio.  

Los primeros artilugios que se construyeron fueron los molinos machos, siguiendo el estilo de los que se pueden ver en Castilla la Mancha. En la isla se construyeron como torres hechas de piedra y barro o cal, con cuatro aspas y dos o tres plantas de altura en las que se molía el grano. 

Sin embargo, en el siglo XIX surgieron las llamadas molinas, en femenino, un invento local con un mecanismo parecido al de los tradicionales artilugios, pero mucho más sencillo y que permitía obtener la harina en una sola planta cuadrada sin tener que subir y bajar con los sacos cargados. Este invento majorero cuenta con seis aspas. 

La isla llegó a disponer de más de mil molinos y molinas en toda la isla, entre los de agua y los de viento, y hay muchos que se siguen conservando en la actualidad. De hecho, 23 de los que podemos visitar hoy en día están considerados Bien de Interés Cultural. 

Visitar los Molinos de Villaverde. Dónde se encuentran. 

Unos de los conjuntos de molinos más famosos de toda Fuerteventura son los de Villaverde, en el municipio de La Oliva, sobre todo porque son varios y su perfecto estado de conservación es muy bueno. 

Es fácil llegar hasta ellos en coche particular. Sólo tenemos que poner la calle de la Raya en el GPS y nos llevará directo por un camino de una sola dirección. 

Se trata de molinos machos, de los de cuatro aspas y construidos en torre circular, que se usaban para moler el grano y obtener distintos tipos de harina, entre ellas, el gofio. 

En realidad, molinas quedan pocas en pie, unas nueve, como la de la localidad de Tefia y otra en Corralejo. Está comprobado que estos modelos alcanzaban más velocidad por lo que eran más útiles para el grano tostado. 

Este tipo de artilugios autóctonos, que fueron inventados por el palmero Isidoro Ortega Sánchez, en el siglo XIX, sólo pueden verse hoy en día en las islas Canarias y en Venezuela, donde los emigrantes llevaron el conocimiento y el saber hacer de estas molinas. 

Ruta del Gofio 

Esta ruta recorre los molinos y molinas que todavía quedan en pie y que son testigos de cómo se popularizó uno de los alimentos más básicos de la dieta de Fuerteventura, el gofio. Esta harina propia de las islas Canarias se realizaba tostando el cereal y después moliéndolo. De hecho, se cree que el gofio ya estaba presente en la dieta de los habitantes de estas islas desde hace 2.000 años, en los llamados guanches.  

El más habitual es el de millo, como se llama el maíz en esta zona, aunque también podemos encontrarlo de trigo, de cebada y hasta de garbanzo. 

Con la construcción de los molinos y las molinas, este alimento se popularizó y salvó de las hambrunas a muchos pueblos de Fuerteventura, que era conocida como el granero canario.  

Hay un Centro de Interpretación de Los Molinos situado en Tiscamanita donde se explica todo el proceso de funcionamiento y molienda del grano. 

Además, también podemos visitar otros 22 molinos, nueve de ellos molinas, que están ubicados por toda la isla en una ruta que permite conocer la orografía de Fuerteventura y sus costumbres. 

Podemos arrancar la ruta en el norte de la isla, en Corralejo, donde hay un molino y una molina. Más hacia el oeste, en El Cotillo, hay otras torres de viento pero en peor estado de conservación, así que, si podemos, merece la pena bajar a Lajares, donde hay un molino de tres plantas y cuatro aspas. Además está cerca de una ermita y de una molina, por lo que conforma uno de los enclaves más visitados junto con Villaverde, que supone el conjunto de molinos más interesante. 

En este camino hacia el sur, tras pasar por Villaverde, podemos pararnos en el histórico pueblo de Tefía, donde encontramos uno de los molinos más famosos de la isla. También hay una molina. 

Muy cerca, en el término de Puerto del Rosario, encontramos la Molina de la Asomada, la única que sigue en funcionamiento hoy en día gracias al trabajo de su dueño que sigue produciendo gofio y vendiéndolo allí mismo como uno de los más artesanales de la isla. 

Siguiendo la ruta, llegamos a los Llanos de la Concepción, donde hay un molino de dos plantas, y a Antigua, uno de los lugares con más molinos conservados, aunque dispersos. 

La vista nos lleva a Tuineje, aunque en este caso los molinos no están tan conservados, y a Puerto Lajas, donde también se encuentra una molina. 

Estaría bien acabar en Tiscamanita con su centro de interpretación para darle sentido a todo lo que hemos ido viendo en la ruta.