Atravesada por los ríos Ter, Güell, Galligans y Onyar, la ciudad catalana de Girona, la “ciudad de los cuatro ríos”, ofrece todo tipo de tesoros históricos, artísticos, culturales y naturales. Su extraordinario casco antiguo –el recinto amurallado conocido como la Força Vella, coronado por la Catedral de Santa María (la nave gótica más ancha del mundo)–, su importante call (una de las juderías mejor conservadas de España), el Ensanche, el maravilloso Parque de la Devesa y los distintos museos repartidos por la ciudad son solo algunos ejemplos de los muchos atractivos que ofrece la capital de la provincia homónima y de la comarca del Gironés. 

Y dentro de tan amplio catálogo de posibilidades se encuentran también las vistosas casas de colores que se alinean en la ribera del Onyar. Asomadas al río, como colgadas sobre el cauce y reflejándose sobre sus aguas, las Casa del Onyar son, sin duda, la estampa más famosa de Girona.

  1. Historia de las Casas del Onyar
  2. Las particularidades de las Casas del Onyar
  3. Mejor lugar para ver las Casas del río Onyar

Historia de las Casas del Onyar

Durante siglos, el río Oñar constituyó una barrera natural entre la orilla derecha, el Barrio Viejo de Girona (Barri Vell), y la orilla izquierda, el barrio de Mercadal. En este sentido, una serie de casas de distintos tipos se fueron construyendo, entre los siglo XVII y XX, prácticamente sobre la antigua muralla de la margen occidental del propio río. Un entorno que se fue desarrollando de manera espontánea, casi orgánica, hasta definir una especie de ecléctico conjunto arquitectónico que, con el tiempo, terminó por convertirse en una de las imágenes más representativas de la ciudad.

Sin embargo, el paso de los años no fue en vano y tras una época de importante deterioro, las Casas del Onyar fueron restauradas en 1983 por los arquitectos Josep Fuses y Joan M. Viader, especializados en transformaciones urbanas, restauraciones y ampliaciones de edificios históricos, y proyectos de renovación de espacios públicos. De aquellos trabajos surgieron, entre otras cosas, los colores actuales del conjunto, escogidos a partir de un estudio previo de la coloración original presente en el casco antiguo de Girona, y realizados en colaboración con  los artistas Enric Ansesa y Jaume Faixó. 

De nueva cuenta, en 2010 se volvieron a intervenir las fachadas ribereñas, sobre todo las de las casas del sector del Pont de Sant Agustí, dando un nuevo lustro al conjunto. En todo caso, las Casas del Onyar reflejan de manera muy particular la evolución histórica de la ciudad de Girona y, por lo tanto, se han incluido en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña.

Las particularidades de las Casas del Onyar

Precisamente por carecer de una planificación, las Casas del Onyar forman una gran fachada ribereña marcada por la diversidad de volúmenes, la mayoría de ellos con balcones y galerías directamente suspendidas sobre el cauce. A manera de bloques verticales, de anchos, alturas y fondos variables, las casas muestran distintos elementos decorativos y funcionales, desde trabajos de carpintería y piezas cerámicas hasta todo tipo de ventanas y persianas enrollables. Pero, sin duda, lo que más caracteriza al conjunto es su gama cromática, con tonos ocres, almagres y sienas, que se entrelazan, como ya se ha mencionado, con la paleta de colores predominante históricamente en la ciudad.

En este sentido, uno de los edificios más destacados de la ribera del Onyar es la Casa Masó, lugar de nacimiento del arquitecto Rafael Masó i Valentí. Ubicada en el número 29 de la calle Ballesteries, esta vivienda es, desde 2006, la sede de la Fundación Rafael Masó, que se encarga de resguardar el legado de este precursor del Novecentismo catalán. Su peculiar fachada de color blanco, los revestimientos de cerámica vidriada amarilla, las persianas de madera y el azul de las ventanas contrastan notablemente con el resto de las Casas del Onyar.

Colgadas sobre el río, estas casas ofrecen una singular mirada a la Girona más tradicional, a la cotidianidad más auténtica, a las luces y sombras de sus habitantes… Las cuerdas con la ropa tendida, la persiana a medio subir, algún desconchón, macetas floridas… No hay artificios. 

Mejor lugar para ver las Casas del río Onyar

Con la Catedral de Santa María y la Basílica de Sant Feliu como telón de fondo, los puentes de Sant Agustí y de les Peixateries Velles (Puente de las Pescaderías Viejas o Puente de hierro, construido por la empresa de Gustave Eiffel en 1877, una década antes que la famosa torre parisina) ofrecen una perspectiva extraordinaria. Además, ambos son exclusivamente peatonales.

Del mismo modo, el Puente de Piedra, al sur, y el Puente de Gómez (o de la princesa) al norte, ofrecen unas buenas vistas de las casas asomadas el río. Por supuesto, nunca está demás explorar la zona para encontrar, entre las callejuelas y los propios edificios de la ribera, ese rincón que ofrece el ángulo y la luz (en este caso por la tarde, porque las casas miran al oeste) para capturar la instantánea perfecta.