Girona conserva casi como uno de sus tesoros más sagrados algunos de los pueblos más bonitos de España, estampas que aparecen en Instagram cada verano y que parecen venir de otras latitudes. En esta guía podrás descubrir los lugares más bonitos y qué visitar en cada uno de ellos para no perderte ni un sólo detalle. 

  1. Pals
  2. Cadaqués
  3. Calella de Palafrugell
  4. Besalú
  5. Tossa de Mar
  6. Peratallada
  7. Rupit
  8. Castellfollit de la Roca
  9. Monells
  10. Beget
  11. Sant Martí d’Empúries

Pals 

Este pequeño pueblo medieval conserva toda la magia de la historia encerrada en sus calles empedradas, sus murallas y sus casas fortificadas de estilo gótico y renacentista. No es una localidad muy grande, por lo que se puede recorrer fácilmente en un par de horas, pero merece la pena tomarse incluso la mañana para disfrutar del encanto de una de las villas más bonitas de la zona. 

Entre los monumentos que podemos visitar está Can Pruna, una casa fortificada del siglo XV, que guarda en su interior varias exposiciones; la Plaça Major y su arco gótico con sepulturas medievales excavadas en la piedra y la Torre de les Hores, de unos 15 metros de altura, y que es uno de los pocos vestigios en pie del castillo que protegió a esta villa durante siglos. 

No puedes perderte l’Església de Sant Pere, un edificio medieval que fue añadiendo estilos con la ampliación de la cabecera y del campanario, pero que guarda la esencia de Pals entre sus muros. 

 

Cadaqués 

Fue Salvador Dalí, uno de sus vecinos más ilustres, el que aseguró que Cadaqués es el pueblo más bonito del mundo gracias, en parte, a sus casas de pescadores encaladas en blanco, llenas de flores en los balcones y sus calles empedradas. 

El punto de partida para recorrer su casco antiguo es la Iglesia de Santa María, en lo alto de una colina y con unas vistas increíbles. Lo más destacable del templo está en su interior. A partir de aquí, lo mejor para visitar Cadaqués es callejear por las estrechas vías sin perderse lugares como el Carrer des Call, la de Santa María o la de San Antoni, llena de buganvillas de colores. 

Otro de los puntos obligados para entender el arte que encierra este pueblo son las casas modernistas que surgen desde la Plaza des Portitxó como Casa Blaua o Casa de Don Octavio Serinyana. La mayoría fueron levantadas por los famosos indianos, emigrantes catalanes que se hicieron ricos en América, y que volvían para construirse no ya casitas normales sino verdaderos palacios a la última.  

Hay que guardar tiempo para disfrutar de la puesta de sol en el Paseo Marítimo y subir a algunos de sus miradores como el de la Pujada des Pianc. 

Calella de Palafrugell 

Calella es uno de los pueblos más turísticos de Girona, pero ha conseguido mantener su encanto con sus calles estrechas y sus casitas bajas de color blanco, un contraste único con el azul del Mediterráneo de fondo. 

En este pueblo podemos visitar el Jardín botánico de Cap Roig, uno de los más importantes de la zona que fue creado por un coronel ruso y una aristócrata inglesa que trajeron hasta este pueblo especies vegetales de todo el mundo. 

Pero, sin duda, lo más famoso de Calella de Palafrugell son sus pequeñas calas paradisíacas y rocosas que surgen en la costa de este pueblo, como la de El Golfet, completamente virgen, o Cala Foradada, una de las más visitadas.  

Una buena forma de tener una vista increíble del pueblo es hacer el Camino de Ronda, que recorre la mayoría de estas playitas en un sendero fácil de recorrer. 

Besalú 

Es uno de los pueblos medievales mejor conservados de toda Girona y una visita obligada para quienes quieran vivir una experiencia histórica. El punto de partida de la visita debe ser el Puente de Piedra, del siglo XII y de unos 150 metros de largo, cuya torre es la entrada al recinto amurallado.  

Una vez dentro, lo mejor es recorrer sin prisas las estrechas calles de la judería, una de las mejores conservadas de toda España y cuyas casas aún conservan inscripciones en hebreo y el hueco en la puerta para depositar la Torah. Dentro del Call, como se llama a esta zona, se pueden visitar la sinagoga y el miqvé, los antiguos baños de la comunidad judía que se descubrieron hace sólo unas décadas. 

Otro de los encantos de Besalú son sus plazas, la Mayor, la de Sant Pere, con su iglesia del siglo XII, o la Libertad, donde poder tomar algo en sus múltiples bares y restaurantes. 

Tossa de Mar 

Dos cosas tienes que hacer obligatoriamente si vas a Tossa de Mar: visitar su castillo del siglo XII con unas vistas increíbles y darte un chapuzón en la Platja Gran o en algunas de las calas que se ubican a lo largo de la costa de este pueblo marinero. 

La mejor forma de llegar a zonas de baño menos concurridas es seguir el Camino de Ronda a través del cual podemos llegar a Cala Pola, una de las más famosas. 

Dentro de la muralla, se encuentra la Vila Vella, una ciudad porticada llena de callejuelas empedradas y balcones llenos de flores. 

A la hora de comer, lo mejor es caer por la calle dels Socors, lleno de restaurantes con menús marineros muy ricos y la capilla de la Mare de Deu, una iglesia que, según cuenta la leyenda, fue construida por un pescador que sobrevivió al naufragio en el que se recuperó la imagen de la virgen. 

Tossa de Mar cuenta también con las importantes ruinas de la Villa Romana dels Ametlers, donde se conservan parte del conjunto termal y algunos mosaicos. 

Peratallada 

Lo primero que impresiona de este pueblo es la roca sobre la que se asienta y que ha sido tallada para dar forma a Peratallada, de ahí su nombre. Llama enseguida la atención la Iglesia de Sant Esteve, un templo románico con un gran rosetón y un campanario muy curioso.  

Cruzando la carretera, llegaremos al Portal de la Virgen, la puerta de acceso a la zona amurallada que aún conserva el foso para evitar el ataque enemigo. Una vez dentro, nos toca disfrutar de calles como la de la Roca o Mayor y de plazas como la de les Voltes o la dels Esquiladors, el lugar perfecto para hacer una parada y tomarse algo en una de las terrazas.  

No podemos marcharnos sin visitar la Torre del Homenaje y sus almenas, la parte mejor conservada del antiguo castillo que se levantaba sobre la roca.  

Rupit 

Rupit es un pueblo fronterizo entre Barcelona y Girona, situado a 845 metros de altitud y en mitad de una naturaleza desbordante por lo que es un buen lugar para hacer rutas de senderismo o en bicicleta.  

Una de las atracciones más importantes es el puente colgante, que cruza la riera de Rupit, y que da paso a casas de piedras, algunas con más de cuatro siglos de historia, y calles empinadas que se abren a miradores increíbles. 

Una de las mejores vistas la ofrece, sin embargo, el campanario de la iglesia de San Miquel, desde donde se aprecia todo el pueblo y el valle. 

Sin embargo, uno de los puntos más visitados de Rupit no está en el centro del pueblo ni es de piedra. Se trata del Salt de Sallent, la cascada más alta de toda Cataluña, 90 metros. 

Castellfollit de la Roca 

Lo que hace único a Castellfollit de la Roca, uno de los pueblos más pequeños de España, es su increíble ubicación: colgado de un acantilado de basalto dentro del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, que cuenta con más de 40 volcanes. 

Apenas 1.000 habitantes viven en estas casas colgadas sobre la roca en lo que llaman la cinglera de Castellfollit, pero que disfrutan de unas vistas increíbles sobre el valle y el resto de montañas. 

Muchas de estas casas están construidas con los sillares de basalto de las canteras próximas y destaca, sobre todo, la Torre del Reloj, levantado en el año 1925 por, según cuentan, la promesa electoral de un diputado catalán. El reloj guarda un secreto y es que sólo hay que fijarse en el cuatro para entender la rareza de esta torre.  

Además del campanario de la iglesia, al que se puede subir para tener una vista del pueblo, también se puede llegar al Mirador de Josep Pla para fotografiar otra perspectiva de esta maravilla colgante. 

Monells 

Monells es el famoso pueblo donde se rodó la película Ocho apellidos catalanes, por lo que podemos imaginarnos qué nos vamos a encontrar entre calles de piedra y plazas con edificios históricos y soportales, como la de Jaume I. 

Entre los lugares que tenemos que visitar está la calle dels Arcs, con esbeltos arcos de piedra que llegan hasta la Plaza del Oli, un lugar mágico por sus arcadas y sus enredaderas. 

Además de visitar la iglesia y la muralla, lo único que queda del castillo, el mejor plan en Monells es sentarse en una de las terrazas que aparecen en cualquier rincón de piedra y tomarse un aperitivo relajadamente. 

Beget 

Este pequeño pueblo de sólo 27 habitantes es uno de los rincones con más encanto de la zona. Casas de piedra, el campanario de la iglesia que se vislumbra desde la carretera y dos increíbles puentes medievales que permiten el paso por el río Llierca son algunos de los atractivos de este lugar que no puedes dejar de visitar.  

El enclave natural en el que está situado Beget permite hacer algunas rutas de senderismo muy populares como la subida al Puig de les Bruixes, llena de leyendas muy propias de esta zona. También puede resultar muy divertido llegar hasta las Gorgues de Beget con sus increíbles aguas transparentes. 

Sant Martí d’Empúries 

Esta villa medieval a mitad de camino de L’Escala y del yacimiento de Empúries es la mezcla perfecta de conexión con el mar, con la historia y con la naturaleza. 

Merece la pena recorrer tranquilamente sus calles medievales una vez atraviesas la muralla para llegar hasta la iglesia de Sant Martí, un edificio que se levanta sobre las ruinas de un antiguo templo dedicado a la diosa griega Artemisa. De hecho, en su interior se pueden ver ruinas grecorromanas y altares paleocristianos de gran valor. 

Junto a la iglesia está la Casa Forestal, una construcción modernista que contrasta con el entorno medieval, y las terrazas de la Plaza Mayor un lugar que inspiró al artista español, Víctor Mora, para crear al famoso Capitán Trueno. 

Mejor hacer tiempo tomándose algo aquí, a la sombra, antes de disfrutar del gran espectáculo de Sant Martí, el atardecer en la dorada playa desde donde se contemplan los restos del muelle griego del siglo I a. C.