Roses es el pueblo principal de la Costa Brava y uno de los lugares más turísticos de la región ya que aúna una naturaleza increíble con una historia que se remonta a la Prehistoria y que ha dejado su huella en la ciudad con distintos monumentos muy reseñables. Si a eso se le une un amor por una riquísima gastronomía y la tranquilidad de sus paseos, se entiende perfectamente la atracción que ejerce entre los que la visitan.
Su historia: las ‘distintas’ ciudades de Roses
Hay rastros registrados de que esta zona fue habitada desde la Prehistoria. Sin embargo, es con la llegada de los griegos procedentes de la antigua Marsella cuando se funda un núcleo cerca de la playa aprovechando su increíble situación estratégica sobre la bahía. Se le llama Rhodes y se convierte en un centro comercial importante incluso con su propia moneda, que tenía una rosa tallada en una de las caras.
Con la llegada de los romanos, la ciudad crece hasta convertirse en una de las más importantes de la zona impulsada igualmente por el comercio de barcos. Se sabe que había un templo de Venus en las montañas y otro dedicado a Minerva en la plaza y que Roses empezó a desarrollar la industria del salazón en este tiempo.
Pero una de las Roses más importantes que todavía puede verse es el castro visigodo amurallado que es uno de los mejor conservados de España. Se levanta en Puig Rom, una montaña cercana al puerto, con buena defensa, y protegida por torres y una única entrada.
La cercanía de Roses a los Pirineos y a Francia siempre ha provocado un ir y venir de oleadas galas que querían hacerse con la zona. Por eso, la Corona de Aragón mandó construir el Monasterio de Santa María de Roses, ya en el llano de nuevo y sobre el que surgió otra ciudad más. Y también cuenta con un castillo, el de la Trinidad, desde donde se protegía a toda la costa.
La Ciudadela de Roses, un paseo por la historia
Es debajo de esta fortaleza amurallada, construida en el siglo XVI, donde se encuentran los restos de la antigua ciudad griega de Rhode. El complejo defensivo fue construido para evitar los ataques de los franceses y también de los piratas que asediaban la costa mediterránea. Pero en el subsuelo podemos ver algunos de los vestigios griegos, una villa romana y hasta un antiguo monasterio del siglo XI.
La visita guiada a este increíble lugar, con unas impresionantes vistas al puerto de Roses y a la bahía, te puede llevar una hora tranquilamente y luego se puede visitar un museo con restos muy interesantes.

El casco antiguo de Roses, un lugar para olvidarse del tiempo
Aparte de sus importantes monumentos, Roses cuenta con un laberinto de estrechas calles que conformaban la antigua villa y que hoy están llenas de pequeños restaurantes y tiendas con el mágico don de que el tiempo se detiene.
Se trata de un conjunto de vías que crecieron alrededor de la Iglesia de Santa María, de las que destacan algunas de las más famosas como la calle de Sant Sebastiá, Joan Badosa y Doctor Pi i Sunyer.
Muy curioso resulta la visita de la Plaza de la Pau, dedicada a la memoria histórica de la Guerra Civil que afectó mucho a Roses, y donde se conserva un refugio antiaéreo en perfectas condiciones que se puede ver.
Entre casas modernistas y neoclásicas que la burguesía catalana fue levantando en esta zona durante finales del siglo XIX y principios del XX, encontramos la Casa Mallol, ahora el Ayuntamiento de Roses, que muestra cómo fueron esos años para este pueblo.
Una ruta megalítica para toda la familia
Dólmenes, menhires y hasta cistas sobreviven en los alrededores de Roses desde hace más de 5.000 años. Ahora, una ruta apta para toda la familia permite en unas cuatro horas recorrer todos estos restos prehistóricos del Paleolítico Superior o Magdalenienses.
Partiendo de Cala Montjoi, donde hay un pequeño parking que se suele llenar si no vas muy pronto, arranca un sendero empedrado hacia el dolmen de la Creu d’en Cobertella, uno de los más famosos pero no el único. En este paraje conocido como Casa Quemada también están Cama de la General y Cabeza de Hombre, dos estructuras funerarias del año 3500 a.C. Cerca también podemos encontrarnos con varios menhires y cistas.
Las playas y calas más increíbles de la bahía
Roses y sus alrededores concentran algunas de las mejores playas de la Costa Brava como la Del Bonifaci, Canyelles Petites y Canyelles Groses, aunque nuestras favoritas son las calas de aguas cristalinas y menos accesibles del Parque Natural del Cap de Creus.
Si estás en Punta Falconera puedes acceder fácilmente a Cala Lladó, de solo 20 metros de longitud, o llegar andando por el camino de ronda a Cala Murtra, una playa nudista y una de las más vírgenes de toda la Costa Brava.
Otras calas que nos encantan de esta zona y son perfectas para practicar snorkel son Cala Rostella y Cala Montjoi, en esta última se encuentra el emblemático restaurante «El Bulli» (cerrado hace ya más de 10 años) del famoso chef Ferran Adrià.

Otras cosas que puedes ver en Roses
Uno de los lugares más destacados de Roses es el Castrum Visigótico, en una subida de 20 minutos andando, pero que está considerado el mejor conservado de su época. Las visitas desde allí son increíbles sobre la bahía.
Desde allí, se puede llegar al faro y también al Castillo de la Trinidad, que es otro de los monumentos importantes de la ciudad. Es justo lo más alto de la punta de Poncella y un lugar mágico por la fortaleza en sí misma, construida en el siglo XVI y bastante bien conservada, pero también por la imagen que se tiene del pueblo y los alrededores como la cala de Canyelles.
Dónde comer con olor a mar
El casco antiguo de Roses está lleno de pequeños bares y restaurantes que muestran lo mejor de la gastronomía de este lugar: lo que el Mediterráneo da cada día. Entre los restaurantes más famosos de la zona está la Falconera, donde comer un increíble suquet de rape y gambas de Roses o un arroz con langosta.
También podemos optar por Gozos Mundanos, un bistró con un producto muy bueno e ideas muy sabrosas para obtener su máximo sabor, o las Las 3 Caravelas.
Si queremos algo más barato para picar, Pata Negra es uno de los restaurantes más populares por su precio y por sus raciones.
Los pueblos bonitos cerca de Roses
Si Roses es un lugar único, los pueblos de alrededor no hacen más que enriquecer su belleza. Lo mejor para recorrerlos es ir en coche para poder visitar a la vez pequeñas calas y playas imprescindibles en un recorrido por esta costa.

Una de las joyas que hay que ver es Cadaqués, del que muchos dicen que es el pueblo más bonito de Cataluña. Pero no podemos olvidarnos de Calella de Palafrugell, que es otro de los pueblos marineros rodeados de un entorno natural único e incluso de Empuriabrava, con sus canales al estilo Venecia.
Si buscamos un paseo por la historia, podemos empezar en las ruinas de Empúries que conserva la antigua ciudad griega y romana que se asentaron en esta costa pero también Besalú, uno de los pueblos medievales mejor conservados, y Begur, un camino entre el pasado y sus importantes playas.