La reina Isabel I de Castilla pasó todo el verano de 1504 enferma, en Medina del Campo. El 13 de septiembre, ya viendo cerca su final, firmó la carta fundacional de una capilla donde sus restos y los de su esposo Fernando descansarían eternamente en Granada. Fruto de ese deseo, el arquitecto Enrique Egas construyó entre 1506 y 1517 la Capilla Real, donde hoy, siguiendo aquel último mandato real, se encuentra el sepulcro de los Reyes Católicos junto al de su hija Juana la Loca y el esposo de esta, Felipe I el Hermoso. Pero este edificio gótico tardío simboliza mucho más que la tumba de los monarcas: en él muere toda una época que veía nacer un tiempo nuevo, y su ubicación delata la importancia de esta ciudad para Isabel y Fernando. En Granada culminó en 1492 la unificación de los reinos de la Península Ibérica, iniciándose la integración del Estado moderno de España. Desde Granada se impulsó, mediante las Capitulaciones de Santa Fe firmadas con Cristóbal Colón, la expansión atlántica del Imperio hacia el Nuevo Mundo. Y en la Capilla Real de Granada, en definitiva, murió la Edad Media con los Reyes Católicos para dar a luz a la modernidad.

  1. La Capilla Real, reflejo de 500 años de historia
  2. Tesoros de la Sacristía-Museo: dónde están enterrados los reyes católicos

La Capilla Real, reflejo de 500 años de Historia

Los Reyes Católicos no serían enterrados en la Capilla Real hasta el 10 de noviembre de 1521, cuando el emperador Carlos I ordenó que los restos de sus abuelos –Isabel había muerto en 1504, Fernando en 1516- se trasladaran solemnemente al templo, tal como habían querido. Hasta ese momento, y mientras se terminaba de construir la capilla, los cuerpos de los monarcas habían estado en el Convento de San Francisco de la Alhambra. Enamorado de Granada, Carlos I decidió entonces convertir la sepultura de los Reyes Católicos en el panteón de la dinastía familiar. A esto se debe que en la Capilla Real llegaran a estar enterrados hasta nueve miembros de la familia real, algo que cambió cuando Felipe II construyó el Real Sitio de El Escorial y se quiso llevar allí los cuerpos de su madre, Isabel de Portugal, de su primera esposa, la Princesa María, y de dos hermanos que murieron siendo aún niños.

 

 

Cuando se construyó, la Capilla Real fue concebida para formar parte de la futura Catedral de Granada, que no comenzaría a levantarse hasta 1523. Eso explica que, en la actualidad, el templo esté encajonado entre la Catedral, la antigua Lonja y la iglesia del Sagrario –cuatro edificios ubicados donde antes se encontraba la Mezquita Mayor-, y que solo exhiba una fachada exterior. El contraste entre los sobrios muros lisos y la rica ornamentación de sus pináculos, cresterías, bóvedas y la portada plateresca es el mejor ejemplo del estilo gótico tardío o isabelino del monumento, un Protorrenacimiento que también se deja sentir en la decoración interior, donde también encontramos algunas esculturas barrocas.

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Interior de la Capilla Real de Granada.

Una vez dentro, las figuras de los Reyes Católicos, esculpidas en el impresionante sepulcro de mármol obra del escultor florentino Domenico Fancelli, son las absolutas protagonistas. Él en armadura militar, con las manos apoyadas sobre la espada; ella, con un sencillo traje cortesano que transmite su humildad y honestidad. A su lado se erige el sepulcro, de estilo más ostentoso, de Felipe el Hermoso y la desdichada Juana la Loca, quien vivió 50 años más que su marido aunque lo hiciera recluida todo ese tiempo en Tordesillas. Bajo los mausoleos está la austera cripta donde se encuentran los féretros de plomo de todos ellos, cada uno identificado con su inicial inscrita en la cubierta. Encontramos un quinto y pequeño ataúd: el del infante Miguel, nieto de los Reyes Católicos y muerto a los dos años en Granada.

Los sepulcros reales miran eternamente al gran retablo mayor de la capilla, obra de Felipe Bigarny y considerado como uno de los primeros retablos platerescos que se hicieron en España. La tensión entre su rígida arquitectura gótica y su rica y naturalista ornamentación es un reflejo de la época de transición en que se construyó, en la que el estilo renacentista de la Edad Moderna llegaba para sustituir al gótico de la Edad Media. Su iconografía está al servicio de dotar de legitimidad política y religiosa a los Reyes Católicos, a quienes sitúa en la base en varios relieves que representan escenas de la conquista de Granada y, por tanto, de la unidad territorial. Como en una escala espiritual que conecta a los monarcas con el cielo, los cuerpos superiores representan santos, escenas de la vida de Jesucristo y, por último, en el ático, la imagen de la Santísima Trinidad. La repetida aparición de la granada como motivo decorativo del retablo tiene una doble función simbólica: remite, por un lado, al nombre de la ciudad, pero es también un emblema tradicional de la diversidad integrada en la unidad, en alusión al esfuerzo de los Reyes Católicos para unir a los reinos de la Península bajo la idea de España.

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Capilla Real de Granada.

Cabe destacar, por último, la maravillosa Reja Mayor que protege todo este espacio de la Capilla Real. Obra del maestre Bartolomé de Jaén, es considerada la más bella del siglo XVI español y consta de tres pisos presididos por un gran escudo de los Reyes Católicos y sus característicos emblemas, el yugo (Y, de Ysabel) y las flechas (F, de Fernando).

Tesoros de la Sacristía-Museo: dónde están enterrados los reyes católicos

Antes de morir, la reina Isabel I manifestó su deseo de que fueran enterrados junto a ella y su esposo algunos de sus más preciados bienes. Todo ese legado real se halla ahora en un museo habilitado en la sacristía anexa a la capilla, que esconde auténticas joyas históricas como la corona, el cetro, el cofre y el espejo de la reina y la espada del rey Fernando. No es raro que algunos visitantes hispanoamericanos o de otros territorios que pertenecieron al Imperio español veneren estos objetos como auténticas reliquias, pues ven en los Reyes Católicos a quienes fueron decisivos para llevar a sus países el idioma, la religión y la cultura que ha conformado su historia reciente.

Destaca también en el museo la colección de tablas flamencas de Isabel, a la que ella se refiere en su testamento y en la que sobresale el famoso Tríptico de la Pasión de Dieric Bouts. Asimismo, se exponen varias pinturas españolas e italianas del Renacimiento entre las que hay una obra, la Oración del Huerto, atribuida a Botticelli.