En constante transformación, en Granada el pasado se impone, pero no es impedimento para que la ciudad siga transformándose y avanzando hacia la modernidad. Los granadinos han aprendido a convivir con los muchos turistas que se acercan a este rincón de Andalucía para dejarse seducir por el embrujo de La Alhambra. “Es difícil contemplar este panorama tan perfectamente oriental, sin que evoquemos los recuerdos inmediatos de un romance árabe”, escribió el viajero romántico norteamericano Washington Irving, quien inmortalizó a la ciudad en su libro “Cuentos de la Alhambra”.
Historias y leyendas acompañan al viajero en este lugar que parece hecho para atrapar los sentidos. Sus olores, sus colores y sonidos, enamoran. Las vistas de Sierra Nevada están siempre presentes y las huellas árabes acompañan en todo momento. En los recorridos por esta ciudad cargada de secretos se percibe una cierta melancolía. Magia es una palabra que acude una y otra vez durante la visita a enclaves como el barrio del Albaicín o el Sacromonte. Aquí entendemos la profunda tristeza y el llanto de Boabdil al perder su hermoso reino.
Itinerario día 1
Dejarse deslumbrar por la Alhambra y el Generalife
La Alhambra, impresionante complejo palatino andalusí, es uno de los complejos monumentales más visitados del mundo. Millones de viajeros acuden durante todo el año a Granada para experimentar el embrujo de sus estancias y jardines. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, es un lugar cargado de historia y de misterio. Rodeados de murallas, se encuentran los tres palacios donde vivieron los reyes nazaríes durante los siglos XIV y XV: El Mexuar, el Palacio de los Comares y el Palacio de los Leones. En sus espacios el visitante siente que ha realizado un viaje a un pasado de lujo y esplendor.
Elementos de este espectacular entorno como la Puerta de la Justicia; el Patio de los Leones, la Sala de los Abencerrajes, el Baño Real de Comares, no dejan de provocar suspiros de asombro. Y el encanto se acentúa al acercarse al Generalife, lugar levantado por los sultanes para el descanso y el placer, con sus impresionantes jardines. Visitar este rincón se convierte en una experiencia sensorial inolvidable.
En el enclave destacan el Patio de la Acequia, con sus famosos surtidores; el Patio del Ciprés de la Sultana, tan coqueto e íntimo, y la denominada Escalera del Agua. Por sus canales baja sonoramente el agua de la Acequia Real. Su eterna sinfonía, junto al frescor de las plantas y la fragancia de las flores, logran parar el tiempo y calmar el espíritu. Sin ruidos, sin prisas, solo queda cerrar los ojos y soñar.
Merece también la pena acceder a la Torre de la Vela para contemplar una impresionante panorámica de Granada, Sierra Nevada, la vega granadina y varios pueblos cercanos. Sus 26,8 metros de altura la convierten en la torre más alta de las que integran la Alcazaba, la fortificación defensiva alrededor de la cual se construyó la Alhambra.
Parada en el Restaurante del Parador de San Francisco
La calma y la belleza que depara la visita a La Alhambra se intensifica con un almuerzo en el Restaurante del Parador de San Francisco. Está ubicado en un antiguo convento, construido por decisión de los Reyes Católicos sobre un palacio nazarí. Desde su restaurante y su terraza se disfruta de unas maravillosas vistas de los jardines del Generalife, del Sacromonte y el Albaicín.
En un entorno así es todo un placer saborear platos típicos de la zona. muchos de inspiración hispanoárabe. El remojón granadino, el gazpacho andaluz o las habitas con jamón, no defraudan. Y también hay que anotar especialidades como la Breua Nazarí, el Rape en Salsa Mozárabe, el Cabrito al estilo Alpujarreño, o la Tarta del Convento de San Francisco.
Visitar las Torres Bermejas
Conectado a la Alcazaba de la Alhambra a través de una muralla se encuentra este baluarte defensivo que merece la pena visitar, aunque solo sea para disfrutar, de nuevo, de una espléndida panorámica de la ciudad y de La Alhambra. El nombre de Torres Bermejas se debe al color rojizo de los muros de argamasa de esta edificación situada en la cima del cerro Mauro. Se remonta al siglo XI y el conjunto está constituido por tres torres, destacando la central por su mayor tamaño. En el pasado su función fue la de torres vigía. Las tres piezas se situaron convenientemente en los puntos estratégicos que circundaban la Vega granadina, con el fin de proteger el enclave. Hoy son un lugar cargado de historia, impregnado del misterio que rodea a toda Granada.
Placer en el Hammam Al-Ándalus
Después de un día tan intenso, nada mejor que regalarse una placentera tarde en el Hammam Al-Ándalus. Está situado detrás de la Iglesia de Santa Ana, justo enfrente de La Alhambra. En este espacio construido en 1998 sobre un baño árabe original, que data de los siglos XIII-XIV, somos conscientes de la sabiduría para el placer de los antiguos pobladores de Granada.
Entre los servicios que se ofrecen, es recomendable empezar por un baño relajante en un recorrido libre por las termas, disfrutando de sus distintas temperaturas. Terminar en la sala de vapor, recreando el hammam andalusí originario, es toda una gozada.
Disfrutar la Zambra Gitana en El Sacromonte
Para terminar de tomar el pulso a Granada y acabar por completo embrujados por ella, nada mejor que acudir a un espectáculo flamenco en alguna de las populares cuevas del Sacromonte. Mucho mejor si se trata de una Zambra, la fiesta que acompaña al cante y al baile que suelen darse en las bodas gitanas. Su origen está en los rituales nupciales de los moriscos en esta ciudad durante el siglo XVI.
La imagen de unos pies descalzos, una blusa anudada por debajo del pecho y una falda larga con pliegues amplios, que se ata a la altura de la cadera, y que parece flotar, os puede poner en situación. Entre los locales en los que disfrutar de jornadas inolvidables se encuentra las Cuevas Los Tarantos, que prometen pureza y sentimiento en la ejecución del baile y el cante por parte de destacadas figuras del flamenco granadino.
Otras opciones muy recomendables son: la Zambra María la Canastera y La Faraona. La primera debe su nombre a la bailaora y cantaora María Cortés, conocida como María la Canastera. En esta cueva vivió con sus hijos y en el salón es donde ella hacía los espectáculos de flamenco cuando los turistas llegaban a la zona. El lugar no ha perdido su esencia. En cuanto a La Faraona, se trata de una antigua cueva de Sacromonte que traslada al origen del flamenco y transmite su pasión. En los tres lugares se puede disfrutar de una cena antes o después de la función.
Itinerario día 2
Baño de naturaleza en Cahorros de Monachil
Después de tanta historia y cultura apetece empezar el día con un baño de naturaleza. Y nada más apropiado que acudir a este rincón granadino tan espectacular en el entorno de Sierra Nevada. Desfiladeros y puentes colgantes aguardan a solo ocho kilómetros de la ciudad. Desde el pueblo de Monachil arranca un camino que lleva hasta los Cahorros del río Monachil. Es una de las rutas más populares de la provincia porque ofrece un recorrido circular y de baja dificultad, de unos 12 kilómetros y alrededor de tres horas de duración.
El estrecho sendero discurre bordeando el río entre desfiladeros de hasta 30 metros de altura que la corriente de agua ha ido erosionando durante siglos. El resultado es un bellísimo valle que regala túneles, cascadas y antiguos puentes colgantes. Entre estos últimos sobresale uno de 63 metros de longitud. También destaca en la ruta la denominada Cueva de las Palomas.
Degustar los platos del Restaurante El Puntarrón
Después del ejercicio realizado en esta inolvidable jornada al aire libre, el mejor plan es acercarse hasta el Restaurante El Puntarrón. Se encuentra en el pueblo de Monachil y ofrece comida casera. Aquí es recomendable optar por un buen plato de cuchara y una sabrosa carne. El Rabo de Toro, las setas a la brasa, el salmorejo, los caracoles o las patatas a lo pobre, destacan en su carta.
Visitar la Catedral y la Capilla Real
De vuelta en Granada, esperan visitas imprescindibles como la de la Catedral y la Capilla Real, mausoleo en el que descansan los Reyes Católicos. Obra cumbre del Renacimiento, la Catedral de Granada, también conocida como de la Encarnación, guarda en su interior la famosa “Inmaculada” de Alonso Cano y un magnífico retablo. En la solemne edificación, construida en 1505, merece también la pena detenerse en los detalles de su imponente Capilla Mayor.
Muy cerca descansan los Reyes Católicos. Su capilla, mandada a construir por ellos mismos para el reposo de sus restos mortales, tiene 500 años de Historia. Se edificó entre los años 1505 y 1517 y está dedicada a los Santos Juanes, el Bautista y el Evangelista. En la Sacristía-Museo, se expone el rico legado patrimonial de los monarcas. Abarca piezas de orfebrería, tejidos, libros, tablas flamencas y una importante colección de pintura religiosa del Cuatrocientos.
Paseo por la popular Plaza de Bib-Rambla y la Alcaicería
Ha llegado el momento de emprender un paseo por uno de los rincones más populares y con más color de Granada: la milenaria plaza Bib-Rambla, testigo de toda la Historia de Granada. Núcleo de la vida social y comercial, es lo más parecido que tiene la ciudad a una plaza mayor castellana.Testigo de todo tipo de mezclas y culturas a lo largo del tiempo, actualmente el recinto se distingue por su Fuente de los Gigantones, un mercadillo permanente de flores -que van cambiando según la época del año- y una amplia oferta de restaurantes y cafeterías.
En sus alrededores, destaca la calle Zacatín, que en su día albergaba el “mercado de las ropas”, dedicado a comercios de sastres, zapateros y tintoreros. Hoy está lleno de tiendecitas de artesanía y souvenirs. Y, por supuesto, el barrio de la Alcaicería, con sus estrechas callejuelas. En el pasado fue la sede del zoco, donde los árabes solían vender seda y especias. Actualmente nos encontramos con tiendas de todos los tamaños donde se pueden adquirir desde bonitas muestras de artesanía a especias, bisutería o lámparas. Se trata de un lugar idóneo para comprar recuerdos y sentir que hemos viajado a una medina árabe.
Acercarse a la Plaza de la Trinidad
La Plaza de la Trinidad se encuentra en pleno centro comercial de Granada, muy cerca de La Catedral y de la Plaza de los Lobos. Aquí confluyen las principales calles comerciales de la ciudad. Terminar el día en esta concurrida y céntrica zona de tapeo es un magnífico plan. Entrar en cualquiera de los locales del entorno garantiza una buena experiencia gastronómica. Destaca el agradable ambiente nocturno, con una atractiva mezcla de tabernas de toda la vida y bares de estilo indie.
Itinerario día 3
Caminata por la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes
Granada es una ciudad para caminar y descubrir bellos rincones a cada paso. En una visita a la ciudad no puede faltar un paseo por la Carrera del Darro. Se encuentra junto al Sacromonte y es una de las calles más antiguas de Granada y también de las más transitadas. Su belleza y su carga histórica la convierten en única. Mientras se escucha de fondo el murmullo del río Darro, que corre a su lado, se pueden admirar edificaciones notables, entre ellas: el Palacio de los Córdova o el Convento de Santa Catalina.
Este trayecto, que ningún viajero debe perderse, llega hasta la célebre curva de San Pedro y San Pablo. Está jalonado por dos pequeños puentes de piedra (los de Cabrera y Espinosa), que salvan el cauce del río y que comunican los barrios de la Churra y de la Almanzora. Y en lo alto, cómo no, asoma La Alhambra.
Otra experiencia que no hay que perderse es un recorrido por el Paseo de los Tristes. Con este nombre conocen los granadinos a su calle más romántica y bohemia. Pero en los callejeros hay que buscarla como Paseo del Padre Manjón, un detalle que suele confundir a los turistas. Se trata de una bella avenida con vistas privilegiadas a la Alhambra, que sigue el curso del río Darro entre los puentes árabes de las Chirimías y del Aljibillo. En el siglo XIX el paseo solía ser lugar de paso de los cortejos fúnebres que iban al cementerio de San José de Granada, en la colina de la Sabika. De ahí lo de los tristes. Hoy en el enclave se encuentran animados bares en los que degustar las típicas tapas granadinas.
Recorrer el Albaicín (hasta el Mirador de San Nicolás)
Qué maravilla acercarse a este encantador barrio de Granada que se convierte en un transformador viaje a épocas pasadas. La memoria de fenicios, árabes, romanos, cartagineses o visigodos, yace en sus rincones. Es todo un placer ir paseando por sus callejuelas estrechas y detenerse ante las fuentes y monumentos de este entorno declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.
Un recorrido por sus alrededores se inicia en la Plaza Nueva, frente a la Real Chancillería, y con la Iglesia de Santa Ana en uno de sus extremos. El río Darro está presente en todo momento y es un placer observar su curso y su frondosa vegetación desde alguno de los puentes de piedra que lo vadean. Merece la pena una parada en La Casa del Castril, actual sede del Museo Arqueológico de Granada, con su bella portada plateresca y los artesonados de madera de sus techos.
La ruta para ascender al alto Albaicín comienza en la Puerta de Elvira, un lugar al pie de la colina. Y tras recorrer la empinada Cuesta de Alhacaba, se llega a la animada Plaza Larga, llena de vida, bares y pastelerías árabes. El Mirador de San Nicolás culmina el itinerario. Es un lugar en el que pararse a escuchar flamenco de músicos callejeros mientras se disfruta de unas impresionantes vistas de la Alhambra y la ciudad de Granada con la siempre presente silueta de Sierra Nevada.
De espaldas al mirador se encuentra la Iglesia de San Nicolás. Se construyó en el año 1525 sobre una antigua mezquita. El edificio es de estilo gótico y mudéjar, con una sola nave central y dos capillas laterales adosadas. Su fachada cuenta con un encalado en blanco combinado perfectamente con el rojizo de las tejas árabes.
Parada gastronómica en el Mirador de Morayma
Después de la caminata, nada mejor que este restaurante de cocina tradicional granadina situado en un antiguo Carmen morisco. Según la leyenda, en él vivió la princesa Morayma durante el cautiverio de Boabdil, su esposo. Tiene excelentes vistas de la Alhambra y se puede saborear la cocina típica granadina y degustar los mejores vinos de la provincia. En su carta destacan las habitas con jamón y huevo o la morcilla con piñones y cebolla caramelizada.
Visitar el Monasterio de San Jerónimo
El Monasterio de San Jerónimo es otro enclave histórico que merece la pena ser visitado. Construido tras la reconquista cristiana, cuenta con detalles muy interesantes, por ejemplo las portadas de acceso al bonito claustro, labradas por Diego de Siloé. En la iglesia destaca el impresionante retablo Mayor de Juan Bautista Vázquez, con muchos añadidos posteriores, y la cripta donde están los restos de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, y de su esposa María Manrique.
Descubrir el jardín de Carmen de los Mártires
En el Realejo Alto nos espera esta finca del siglo XIX, un enorme jardín de jardines de diferentes estilos alrededor del palacete que le da nombre, el Carmen de los Mártires. Sus lagos, esculturas y laberintos vegetales evocan los paisajes del Romanticismo del siglo XIX. En este rincón tan íntimo y melancólico de la ciudad, ideal para los enamorados, se encuentra un huerto que evoca el del antiguo Convento de los Carmelitas Descalzos. El convento fue demolido en 1842, pero pervive su tranquilidad, se cultivan las mismas plantas y se recuerdan los paseos de San Juan de la Cruz. El místico llegó a ser prior del convento entre 1882 y 1888. En este lugar escribió la mayoría de sus versos y se dedicó a cuidar del entorno.
En el enclave destaca un lago de cisnes en cuyo centro hay una isla donde, a día de hoy, resisten algunos árboles plantados hace 150 años. Rodeado de cañas de bambú, palmeras y arrayanes, el lago destaca por la evocadora silueta de un torreón en ruinas desde el que, subiendo por una escalera en espiral, se ofrecen unas espléndidas vistas del Carmen y los alrededores.
Un paseo final por El Realejo, el barrio judío
A los pies de la colina en la que se sitúa la Alhambra, se encuentra El Realejo granadino, un barrio con solera, ya que era el antiguo asentamiento de los judíos de Granada. La Plaza del Campo del Príncipe es el núcleo principal de la zona y ocupa el lugar de un antiguo cementerio árabe. Aquí se halla la estatua del Cristo de los Favores que, según la leyenda, salvó a los habitantes del barrio de la peste que azotó la provincia en el siglo XVII. Es frecuente acudir a él a pedirle algún tipo de ayuda. En el recorrido destaca el Convento de San Francisco, la famosa Casa de los Tiros y la Iglesia de Santo Domingo.
En el barrio hay buenos establecimientos para disfrutar de una última cena en la ciudad. De hecho, los granadinos acuden hasta aquí para degustar sabrosas tapas en sus terrazas. Muy recomendables locales como La Alacena de las Monjas, que cuenta con un bar de tapas y un comedor en el sótano en un antiguo aljibe con techos abovedados. También hay que anotar Casa Cristobal: bar de tapas y raciones generosas; El Braserito, la típica taberna con barra amplia y alargada, o Rosario Varela, de los más populares y donde se puede tomar un cóctel hasta bien entrado el anochecer.
Donde dormir en Granada
En Granada se pueden encontrar los establecimientos más variados, para todos los gustos y adaptados a todos los bolsillos. Pero hay hoteles capaces de intensificar la placentera experiencia en este rincón de Andalucía que despierta los sentidos. El Barceló Granada Congress es una propuesta muy urbana, Este cinco estrellas, que cuenta con 249 habitaciones, se encuentra a pocos minutos del centro. Dispone de espacio de bienestar (U-Wellness) y buenos restaurantes. Otra posibilidad es el Occidental Granada, un cuatro estrellas con 141 habitaciones, a 10 minutos del centro histórico y muy cerca del Parque de las Ciencias. Sus habitaciones con vistas a Sierra Nevada son una maravilla.
Otro hotel muy recomendable es el Allegro Granada, un cuatro estrellas situado en la tranquila zona de Beiro y que es perfecto para un viaje en pareja o en familia. Dispone de 122 habitaciones decoradas de una forma moderna y alegre, piscina exterior y zona de solarium. Y no hay que olvidar el Barceló Carmen Granada, situado en el centro de Granada, con unas instalaciones impecables y excelentes vistas a La Alhambra. Cenar en su terraza panorámica, desde la que contemplar toda la ciudad, es un auténtico lujo.