Por la vertiente sur de Sierra Nevada se extiende la mítica comarca de la Alpujarra granadina, un escarpado y recóndito paraje a la sombra de las montañas, cuya historia y encanto ha inspirado a numerosos viajeros, bohemios y escritores desde hace siglos. Sus 25 pueblos -entre los que se encuentra alguno de los más altos de España- y los caminos que los unen entre sí, mantienen vivo el legado de un pasado morisco que terminó abruptamente con la rebelión de las Alpujarras de 1568, y son un foco de atracción para senderistas y amantes de la historia.
Las múltiples rutas y excursiones que ofrece la región son, además, la excusa perfecta para poder reponer fuerzas con los sabrosos y contundentes platos de su excelente gastronomía. Os recomendamos que comencéis con estos tres itinerarios clásicos.
- La ruta del Barranco de Poqueira
- Ruta en Trévelez
- Ruta de Lanjarón a Órgiva
- Sendero de las Acequias
- Sendero de las Encinas
- Sendero Gerald Brenan
La ruta del Barranco de Poqueira
No hay lugar que represente mejor el alma de la Alpujarra que el Barranco de Poqueira, un intrincado valle por donde baja el río que da nombre al paraje desde las cumbres más altas de Sierra Nevada. Por esta garganta asciende un camino que pasa por tres de los pueblos blancos más bonitos de la región: Pampaneira, Bubión y Capileira, localidades que conservan la huella de su legado árabe en su gastronomía, su compleja red de acequias para el riego y sus viviendas y cultivos escalonados en terrazas que salvan el desnivel del terreno.
La ruta, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1982, comienza en la Plaza de la Libertad de Pampaneira, el pueblo situado a menor altitud de los tres. Cogiendo el Camino Real, enseguida comenzamos a dejar abajo las blancas casas escalonadas con sus techos arcillosos de color gris, denominados terraos, y en apenas 45 minutos llegamos a Bubión, donde podemos detenernos a visitar alguno de los telares artesanales en los que se confeccionan las famosas alfombras de la región. Saliendo del pueblo, nos sorprenderá la gran cantidad de árboles frutales (cerezos, manzanos, perales, melocotoneros…) de los bancales de cultivo que bordean el camino.
Tras dos kilómetros de caminata llegaremos a Capileira, un lugar para perderse por su laberíntico centro de estrechas calles y tinaos, una solución arquitectónica típica de la Alpujarra, que consiste en callejones techados entre dos casas sobre los que se crea un nuevo espacio, ya sea otra habitación o una vivienda independiente. Situado a 1.436 metros de altitud, desde este pueblo pueden llegar a verse, al mismo tiempo, las cumbres nevadas de Sierra Nevada y las costas del Mar Mediterráneo. Antes de regresar, es casi una obligación probar la gastronomía alpujarreña en alguno de los restaurantes de Capileira, que ofrecen especialidades como el contundente plato alpujarreño (papas a lo pobre, huevo frito, jamón, longaniza, morcilla y pimientos fritos), sopa de ajo, puchero a la gitanilla, migas camperas, gachas pimentonas y dulces tradicionales moriscos.
Ruta en Trévelez: la Cañada de Siete Lagunas
Asentado a 1.480 metros de altitud en las faldas del Mulhacén, el municipio de Trévelez está entre los más elevados de España y es muy apreciado por su exquisito jamón, tanto que la reina Isabel II concedió al pueblo un sello que lo convirtió en abastecedor oficial de la Casa Real en 1862. Historias aparte, desde aquí parte el sendero PR A-27 hacia la Cañada de las Siete Lagunas, un paraje espectacular, encajonado entre los picos del Mulhacén y el Alcazaba, con siete bolsas de agua permanentes rodeadas de borreguiles en los que crecen numerosas especies endémicas de Sierra Nevada. Toda una joya botánica.
La vereda, que parte desde el norte del pueblo y recorre unos 8 kilómetros, atraviesa la zona de La Campiñuela y cruza el río Culo de Perro antes de llegar a las bellas cascadas de Chorreras Negras, por donde se desagua la más baja de las siete lagunas, la Laguna Hondera. En los prados que circundan las lagunas, conviene tener cuidado al caminar para no pisar alguna de las especies vegetales endémicas, que solo crecen en el clima de alta montaña de Sierra Nevada, como la famosa estrella de las nieves, la genciana o la tiraña. Antes de regresar, podemos descansar un poco en el Refugio Natural de Siete Lagunas, una oquedad en una gran roca de la parte sur de la Laguna Hondera, donde los alpinistas suelen hacer vivac en verano. La excursión puede realizarse en unas 7 horas ida y vuelta, y siempre es posible aprovisionarse de agua fría en uno de los muchos manantiales que hay por la zona.
Ruta de Lanjarón a Órgiva
En Lanjarón comienza el gran recorrido GR 142 conocido como la Senda de la Alpujarra, que atraviesa toda la cara Sur de Sierra Nevada hasta llegar al primer pueblo de Almería, Fiñana. Es una ruta de 150 kilómetros que atraviesa varios de los pueblecitos alpujarreños en 13 etapas, pero nosotros aquí sugerimos realizar la primera, que une Lanjarón con Órgiva en un recorrido de 7 kilómetros –unas 3 horas de marcha- por un típico paisaje de monte bajo alpujarreño de plantas aromáticas y chicharras que cantan en los barrancos, donde es un placer caminar entre los cortijos, los manantiales, las antiguas albercas y los cultivos de olivos, almendros, higueras y nogales.
Este camino también nos permite revivir en nuestra imaginación los primeros momentos de la Rebelión de las Alpujarras de 1568. Las crónicas antiguas cuentan cómo, el día de Navidad de 1568, horas después del primer levantamiento violento de los moriscos, el sacristán Miguel de Morales se encerró con casi 20 cristianos en la iglesia de Lanjarón, ante las preocupantes noticias que llegaban de la comarca. En efecto, acabó llegando un grupo de rebeldes moriscos liderados por Aben Farax que quemó la iglesia y sacó los cadáveres calcinados de todos ellos para acuchillarlos a campo abierto. Ese mismo día, los guerreros de Aben Farax reclutaron a la fuerza a todos los hombres jóvenes de Lanjarón y partieron hacia Órgiva por el mismo camino que hoy recorremos nosotros.
“Robáronles las casas, y a los que se recogían en las torres y lugares fuertes los cercaron y rodearon con llamas de fuego, y quemando muchos dellos, a todos los que se les rindieron a partido dieron igualmente la muerte, no queriendo que quedase hombre cristiano vivo en toda la tierra, que pasase de diez años arriba. Esta pestilencia comenzó en Lanjarón, y pasó a Órgiba el jueves en la tarde en la taa de Poqueira, y de allí se fue extendiendo el humo de la sedición y maldad en tanta manera, que en un improviso cubrió toda la faz de aquella tierra”, relató el cronista Luis del Mármol Carvajal en su Historia de la rebelión y castigo de los Moriscos del Reino de Granada (1600).
El camino parte del Museo del Agua, junto al río Lanjarón. La etimología árabe del pueblo explica la importancia del agua para este pueblo: Al-lancharon significa “lugar de manantiales”. El sendero asciende por la colina, dejando cada vez más abajo unas bonitas vistas de la localidad y pasando junto a la acequia de Mezquerina, de origen andalusí. Cerca también está la Ermita del Tajo de la Cruz, que constituye un mirador con vistas espectaculares de los alrededores. Desde la cima del monte, y antes de comenzar un serpenteante descenso, conviene pararse a tomar aire y contemplar a lo lejos algunos pueblitos de la Alpujarra y el mar Mediterráneo. El último tramo del camino a Órgiva lo haremos caminando por los márgenes del río Sucio, uno de los afluentes del río Guadalfeo, que son ambos muchos más bellos de lo que indican sus nombres.
Nuestra ruta termina en el casco histórico de Órgiva, en el mismo sitio al que Aben Farax y sus rebeldes moriscos llegaron el 26 de diciembre de 1568. Aquí está la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Expectación, donde las fieras hordas, “hallándola sin defensa entraron dentro y con grandísima ira quebraron los retablos, deshicieron el altar, rompieron la pila de bautismo, derramaron el óleo y el crisma, arcabucearon la caja del Santísimo Sacramento…”. Muy cerca se erige la Casa Palacio de los Condes de Sástago de Órgiva, cuya torre fue la única fortaleza de la Alpujarra que no cayó en manos de los rebeldes. Aquí se encerraron 160 cristianos “viejos”, cinco sacerdotes de la zona y varias mujeres y niños moriscos tomados como rehenes que resistieron durante 17 días los ataques hasta el 12 de enero de 1569, cuando las tropas del marqués de Mondéjar llegaron a liberarles. El centro neurálgico del pueblo es la Plaza de la Alpujarra, un lugar especialmente encantador los días de mercadillo, donde descansar por fin comiendo unos dulces alpujarreños y paseando entre sus bonitos azulejos, que están decorados con imágenes de cada pueblo de la comarca.
Sendero de las Acequias
Caminar por la comarca de La Alpujarra de Granada nos permite gozar del entorno natural y conocer, al mismo tiempo, la trayectoria histórica del lugar. En el sendero de las Acacias te recomendamos que disfrutes del paisaje y del sonido del agua, en primer lugar. Y después, que observes las acequias valorando el gran avance que supuso en la época andalusí. Es sorprendente como algunas aún se siguen encontrando en tan buenas condiciones.
El sendero de las Acequias es circular y comienza en la localidad de Mecina Bombarón, en la parte alta del pueblo, en el denominado barrio de la Plaza Vieja. La señalización continúa en dirección a la balsa del Castillo y sigue hasta el paraje donde están los castaños, los llanos, los barranquillos… Andando junto a la acequia puedes ver los barrancos por donde corre el agua clara y zonas donde se dice que incluso tiene propiedades medicinales.
El camino transcurre por entornos muy bonitos, casi siempre a la sombra, con centenarios castaños, arbustos de frutos silvestres, etc. y si observas bien, también podrás identificar aves como gorriones, cucos, urracas o cabecinegros.
En otoño y en primavera todo el entorno es espectacular. Es un recorrido sencillo que se puede hacer en unas dos horas siempre que no te entretengas fotografiando todo a tu paso, algo que te recomendamos, por qué negarlo.
Sendero de las Encinas
Este sendero de 5 kilómetros también es de Pequeño Recorrido (PR-A 109), como el anterior, y une dos poblaciones: Mecina Bombarón y Yegen. El camino pasa por el puente romano de Mecina Bombarón, que está considerado un monumento local por su antigüedad y por ser el único que se ha mantenido a lo largo del tiempo en toda la comarca. La caminata sigue por el Camino Real, que era el que unía Almería con Granada. Al paso van surgiendo encinas, vegetación serrana y, a veces, incluso se puede observar alguna cabra montés o un jabalí. Es un paseo muy agradable durante todo el año, así que anímate a recorrerlo.
Sendero Gerald Brenan, un recuerdo a este escritor
Seguro que ya intuyes el porqué del nombre de este camino de las Alpujarras granadinas… y has acertado, en Yegen vivió el escritor británico Gerald Brenan. Además, es bastante probable que hayas leído, o escuchado hablar al menos, de su gran obra ‘Al sur de Granada’ donde se relatan las tradiciones y la vida de los habitantes de este lugar. Este es el motivo por el que el camino se bautizó como sendero Gerald Brenan.
El sendero, de unos 3,7 kilómetros de longitud, comienza oficialmente en la fuente de los Tres Caños (para llegar toma como referencia la carretera A-4130 y el restaurante El Tinao) y sigue hasta la antigua casa del escritor, donde vivió 7 años. Cruza el pueblo siguiendo las señales y llega hasta la fuente La Camellona. En este viejo lavadero iniciaba Brenan uno de sus paseos favoritos, en los que se inspiraba para sus obras.
Sólo es necesario seguir las indicaciones (blancas y amarillas, o verdes y blancas) que hay en el camino para bajar hasta el Peñón del Fuerte, una vieja fortaleza del siglo XI donde encontraron refugio los últimos moriscos del pueblo. El autor se refiere a este lugar como la ‘Piedra Fuerte’ en su libro, comentando que su origen es anterior a la época musulmana y aportando sus características físicas. De la fortaleza señala que “es una roca inmensa, de cima plana, con una extensión de unos quinientos metros cuadrados cuyos costados verticales se levantan hasta unos quince metros por encima del valle”.
Prosigue el camino y deja el Peñón a tu derecha hasta llegar a la Finca El Fuerte. Atraviesa el carril y comienza a ascender disfrutando de las panorámicas. Cuando aparezcan unas ruinas (el ‘Sillón del Moro’), ya sólo quedará un poco de bosque y a lo lejos las casas del pueblo. Habrás culminado el sendero que tanto inspiró a Gerald Brenan.