Todo el mundo conoce Sierra Nevada por su estación de esquí, pero este macizo montañoso –el más alto de Europa Occidental después de los Alpes- tiene mucho más que ofrecer para poder disfrutarlo durante todo el año. Único por su elevada altitud en latitudes tan meridionales, sus cerca de 170.000 hectáreas protegidas, albergan una rareza geográfica que comenzó a formarse con el fin de la Glaciación de Würm, hace unos 12.000 años, cuando el aumento de temperaturas aisló en estas montañas a innumerables especies vegetales y animales más propias de los países nórdicos que de la cuenca mediterránea. Por eso, Sierra Nevada es hoy el área de mayor riqueza biológica de la Península, con docenas de especies endémicas y varios ecosistemas que la convierten en un paraíso para la práctica del senderismo. Estas cuatro rutas clásicas te ayudarán a descubrirlo.

 

  1. Como Indiana Jones en los Cahorros del Monachil
  2. En busca del glaciar andaluz del Pico del Veleta
  3. Ascensión al Mulhacén, el techo de la Península Ibérica
  4. La Vereda de la Estrella, la ruta de las antiguas minas
  5. Piedra resbaladiza, una ruta de media-alta montaña
  6. Ruta por las lagunas y lagunillos de Sierra Nevada

Como Indiana Jones en los Cahorros del Monachil

A solo 8 kilómetros al sureste de Granada encontramos el pueblo de Monachil, desde el que parte el camino hacia el alucinante paisaje de desfiladeros de los Cahorros del río Monachil. Es una de las rutas más populares de la provincia porque ofrece un recorrido circular y de baja dificultad, de unos 12 kilómetros y alrededor de tres horas de duración, que es ideal para realizar en familia y con niños. El estrecho sendero discurre bordeando el río entre desfiladeros de hasta 30 metros de altura que la corriente de agua ha ido erosionando durante siglos. El resultado es un espectacular valle en el que uno puede sentirse como Indiana Jones cuando transita por sus túneles, cascadas y antiguos puentes colgantes.

 

 

El camino de los Cahorros comienza a unos 500 metros de Monachil, desde la carretera en dirección a El Purche. Desde allí caminaremos entre cortijos con árboles frutales, hasta llegar a las Eras de los Renegrales, donde debemos elegir si queremos seguir el camino de los Cahorros Altos o de los Bajos. Si vamos por la parte alta, podremos apreciar perfectamente el estrecho cauce del río entre desfiladeros, aunque siempre es posible hacer la ruta de ida por un sendero y regresar por el otro. De uno u otro modo, pasaremos por las grandes atracciones de esta ruta, en la que cruzaremos un increíble puente colgante de 63 metros de longitud, que fue construido hace un siglo (aunque ha sido reformado recientemente) y pasaremos agachados bajo la estrecha Cueva de las Palomas. Otoño y primavera, cuando el río es más caudaloso, son las épocas más bonitas para hacer excursiones por los Cahorros del Monachil, pero el verano tiene el aliciente de poder refrescarse en las frías aguas que bajan del Pico del Veleta.

Cahorros de Monachil
Cahorros de Monachil

En busca del glaciar andaluz del Pico del Veleta

La subida al Pico del Veleta, la segunda cumbre más elevada de Sierra Nevada con 3.395 metros de altitud, es una de las rutas de senderismo clásicas de la zona. Este itinerario de 12 kilómetros, que puede completarse en unas 6 o 7 horas, comienza en el paraje conocido como Hoyo de la Mora, donde termina la carretera A-395 que sale de Granada a la estación de esquí de Pradollano. Cabe destacar, en un breve inciso, que aquí se encuentra el Jardín Botánico Universitario de Sierra Nevada, donde desde 1965 se conservan especies endémicas del macizo, como la estrella de las nieves (Plantago Nivalis), que crece en los llamados borreguiles, pastizales de alta montaña similares a la tundra ártica.

Desde el Albergue Universitario comenzamos a remontar la loma por la vereda hasta llegar, en poco más de 10 minutos, a la conocida imagen de la Virgen de las Nieves. Siempre con el paisaje de las instalaciones de la estación de esquí a la derecha, continuamos ascendiendo hasta llegar a la zona conocida como Posiciones del Veleta, desde donde se puede ver el Mulhacén, el Alcazaba y el Corral del Veleta, un área a la sombra del tajo norte de la montaña donde se encontraba, hasta que se derritió completamente en el verano de 1913, el único glaciar andaluz. Hasta ahora, el corral ha mantenido un área de permafrost o hielos fósiles de hace 13.000 años en su superficie, pero los científicos han descubierto que está desapareciendo con el cambio climático.

En este punto -como en otros del camino- se entrecruza la antigua carretera de 1935 que subía directamente a la cima, y que hasta que fue cerrada al tráfico en 1999 fue considerada la más alta de Europa. Tomándola podemos llegar fácilmente a la cima e inmortalizar nuestra hazaña con una foto junto al vértice geodésico.

Al regresar, es una buena idea parar a descansar y tomar algo en el cercano refugio-vivac de la Carihuela, antes de volver a las Posiciones del Veleta y reencontrarnos con el camino de bajada al aparcamiento.

Pico Veleta
Pico Veleta

Ascensión al Mulhacén, el techo de la Península Ibérica

Dice la leyenda que el penúltimo rey nazarí de Granada, Muley Hacén, fue enterrado en esta montaña, a la que daría nombre eternamente. El pico más alto de la Península Ibérica (3.478 msnm) se puede alcanzar por diferentes rutas, pero nosotros sugerimos una sencilla, para poder realizar en familia, que parte desde su amable vertiente sur, en la alpujarreña localidad de Capileira. Aquí, el Servicio de Interpretación de Altas Cumbres organiza dos microbuses diarios con guía que nos dejarán en el Alto del Chorrillo, a unos 2.600 metros de altitud. Es en este punto donde la ruta a pie, de unos 12 kilómetros ida y vuelta, comienza a remontar la Loma del Mulhacén. Por el camino podremos disfrutar de las vistas del cercano Pico del Veleta y encontrarnos con algunas cabras montesas, las estrellas indiscutibles de la fauna de Sierra Nevada, antes de llegar al vértice geodésico del Mulhacén II o Falso Mulhacén, que a más de uno le ha dado falsas esperanzas.

La realidad, en cambio, nos depara la Cañada de Borreguiles, que no ha de llevar hasta la verdadera cumbre. La Laguna de la Caldera, que pronto vislumbraremos a la izquierda del camino, es la señal de que ya queda poco. Es recomendable realizar la ascensión al Mulhacén en verano, cuando a esta altura podremos encontrarnos algún nevero perpetuo, pero no la gran cantidad de nieve de los meses de invierno, en los que la ruta es más dificultosa y requiere de material de alta montaña.

Por fin en la cima, nos recibe al pie del vértice geodésico -el más alto de la Península- una pequeña capilla con la imagen de la Virgen de las Nieves donde los alpinistas dejan sus pañuelos y banderas. En los días claros, la vista llega hasta el mar Mediterráneo y la costa africana. Aquí -según la leyenda- cumplió Zoraida, la amante castellana convertida al Islam del penúltimo sultán nazarí, la última voluntad de Muley Hacén de ser enterrado en lo alto de Sierra Nevada. La tumba real, sin embargo, nunca ha sido encontrada.

La Vereda de la Estrella, la ruta de las antiguas minas

La Vereda de la Estrella, una antigua pista que comunicaba las diferentes minas que han habitado el valle del río Genil desde época árabe, es la ruta de senderismo más bella de Sierra Nevada. Por aquí, donde hoy marchan ociosos caminantes y amantes de la naturaleza, circularon desde finales del siglo XIX, cuando se construyó el camino, carros rebosantes de pirita y otros minerales. Las extracciones mineras decayeron, tras la desaparición del Tranvía de la Sierra que unía Granada capital con el Barranco de San Juan, donde comienza la Vereda de la Estrella, en 1974. Y la pista quedó aquí, triste y abandonada hasta que los amantes del senderismo volvieron a darle vida, esta vez para internarse en uno de los paisajes más espectaculares de la Sierra a la sombra de las caras norte del Mulhacén, el Veleta y el Alcazaba, que exhiben sus casi sempiternas nieves en una estampa que parece impropia del sur de Andalucía.

El Mulhacen
Vistas del Mulhacén

El camino, de unos 18 kilómetros ida y vuelta, comienza en el aparcamiento del merendero del Barranco de San Juan y corre paralelo al río Genil entre bosques de robles y castaños. A los tres kilómetros encontramos al “abuelo”, un castaño centenario conocido de todos los caminantes. Seguimos adelante, dejando atrás antiguas minas como la de La Estrella -que da nombre a la vereda-, La Probadora y La Justicia. Finalmente, llegaremos al prado de la Angostura del Real, donde confluyen tres arroyos y es posible darse un baño si el calor aprieta. En este punto, la senda sigue el cauce del río por el barranco de Valdeinfierno antes de llegar a la Cueva Secreta, un refugio natural formado bajo el abrigo de una piedra que solía servir de techo a los pastores. Aunque es posible continuar hasta la laguna de la Mosca, es recomendable finalizar la ruta aquí, ya que a partir de este punto el camino se vuelve más empinado y serpenteante a medida que se interna en las estribaciones del Mulhacén, y la duración de la marcha podría ser excesiva.

Piedra resbaladiza, una ruta de media-alta montaña

El sendero que lleva a Piedra Resbaladiza forma parte de las rutas clásicas de Sierra Nevada. El camino, que transcurre entre la media y la alta montaña, conduce hasta el macizo de Piedra Resbaladiza, a una altura de 2.553 metros de altitud.

Esta ruta se puede iniciar en distintos lugares como el barranco de San Juan, la Hoya de la Mora o la antigua carretera de las Sabinas. Si comienzas en este último lugar recorrerás un total de 20 kilómetros. A los dos kilómetros de comenzar a caminar saldrá al encuentro una pista de tierra que se debe seguir durante cuatro kilómetros más sin desviarse. Toma después un sendero bordeado de pinares que lleva hasta el Refugio de San Francisco, en ese punto ya estarás a 2.250 metros. El albergue suele estar cerrado porque es privado, pertenece a la Sociedad de Sierra Nevada.

Desde el refugio se comienza una bajada suave, aunque luego se vuelve más empinada hasta llegar al cauce del río San Juan. Ahí se inicia el ascenso hasta la cascada de Piedra Resbaladiza. El nombre de ‘Piedra Resbaladiza’ lo ha recibido porque las piedras de este lugar son muy lisas y te deslizas fácilmente. En el camino de subida pasarás por una zona llamada Hoya del Moro, continúa en dirección noroeste para alcanzar el Mojón del Trigo y un antiguo observatorio. Ahí terminaría la ruta de ida, aprovecha para descansar y recuperar energías antes de regresar.

Ruta por las lagunas y lagunillos de Sierra Nevada

Terminamos la recomendaciones de rutas con una espectacular que cruza el Parque Nacional de Sierra Nevada y que permite sentir la naturaleza de forma plena: montaña, aire, agua y viento. En el parque hay decenas de lagunas y lagunillos, aunque algunos son estacionales. Las variantes de esta ruta son muchas en función de las lagunas elegidas pero la que trascurre por el Valle de Dílar es sencilla y nunca defrauda.

Comienza en la Hoya de la Mora, desde donde se inicia el camino hacia el collado de las Yeguas, pasando previamente por el monumento de la Virgen de las Nieves. Pronto comienzan a aparecer las distintas masas lacustres: primero la laguna de las Yeguas,  de gran tamaño; y más adelante los lagunillos de la Virgen a distintas alturas hasta casi alcanzar los 3.000 metros. Estas bolsas de agua de tonos verdes reflejan los picos circundantes creando una estampa muy hermosa.

Una vez que has llegado a los lagunillos anteriores, comienza la ruta descendente que se puede hacer por el mismo sitio o bien continuar, bajo los tajos de la Virgen y Elorrieta, hasta los lagunillos de la Ermita. Incluso los  más atrevidos (o quienes vayan con un guía conocedor del terreno) pueden tratar de localizar el lagunillo Misterioso, que no es fácil de encontrar como ya sugiere su nombre.

Esta es una ruta perfecta para hacer en primavera o verano cuando el agua corre por los riachuelos y los prados verdes contrastan con la rudeza de las montañas rocosas. Si no te apuntas a una excursión organizada, descarga previamente la ruta de Wikiloc para no perderte.