El macizo de Sierra Nevada, hogar de las más altas cumbres de la Península Ibérica, ofrece al visitante que se acerca un amplio abanico de actividades con las que descubrir su elevado valor ecológico y cultural. A tan sólo cien kilómetros del Mar Mediterráneo, esta “Finlandia andaluza”, como la llamaría el escritor granadino Ángel Ganivet hace más de un siglo, erige su mayor reclamo turístico en la famosa Estación de Esquí de Sierra Nevada. Sin embargo, Sierra Nevada es mucho más que esquí. Las Alpujarras Granadinas, tierra dónde un día los moros inscribieron su huella en forma de acequias, bancales, huertas y alquerías, hoy se revela como un destino de singularísima belleza. Entre valles abruptos como el de Poqueira o el de Monachil, y tradicionales pueblos como Lanjarón o Capileira, los planes de escapada se multiplican sin fin en esta región que en 1999 recibió la denominación de Parque Nacional de Sierra Nevada.

  1. La noche sobre esquíes en la Estación de Esquí de Sierra Nevada
  2. Las huellas árabes en el Barranco alpujarreño de Poqueira
  3. Lanjarón, agua y poesía
  4. Puentes colgantes en Los Cahorros de Monachil

La noche sobre esquíes en la Estación de Esquí de Sierra Nevada

Sierra Nevada ofrece una peculiaridad deliciosa: la montaña helada dista tan sólo una hora y media en coche del Mediterráneo. Por eso, el dicho popular asegura que en Sierra Nevada se esquía por la mañana y se nada en el mar por la tarde. Desde mediados de los noventa, sin embargo, esta frase hecha ha sumado una insólita variante, y es que desde entonces en la Estación de Esquí de Sierra Nevada también se esquía por la noche.

Las pistas de El Río y Maribel, que juntas suman casi seis kilómetros de recorrido, abren cada jueves y sábado sus puertas a los esquiadores más intrépidos, previo pago de un forfait especial. Torretas de luz anaranjada ayudan a alumbrar las pistas cuando la luna no está llena, y zambullen al esquiador en una inolvidable experiencia con tintes mágicos.

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Esquí de Sierra Nevada

Pero la Estación de Esquí de Sierra Nevada no se olvida de aquellos para los que ni siquiera la idea de esquiar de noche es suficiente. Ubicado en Pradollano, el área más baja de la estación, el Parque de atracciones Mirlo Blanco ofrece un amplio abanico de actividades alternativas entre las que destacan el patinaje sobre hielo, los trineos, lanzarse por toboganes de nieve e, incluso, una montaña rusa. La Estación organiza, además, excursiones guiadas con raquetas de nieve pensadas para aquellos a los que les gusta observar el paisaje más detenidamente.

Las huellas árabes en el Barranco alpujarreño de Poqueira

Incrustado en el corazón de las Alpujarras Granadinas, el Barranco de Poqueira es un paraje de bellos contrastes y frondosos valles, que exhibe todavía hoy un intenso legado árabe impreso en su cocina local, en su bien conservada arquitectura y en su sistema de irrigación basado en acequias. El itinerario por las tres villas blancas de Pampaneira, Bubión y Capileira, a través de la garganta del río Poqueira, es una manera ideal de completar una escapada a Sierra Nevada, y al mismo tiempo, empaparse del estilo de vida y la historia de esta mágica región.

Pampaneira, el más turístico de los tres pueblos y el situado a menor altitud, se presenta ante el viajero como la puerta de entrada a esta ruta declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1982. A través del Camino Real es sencillo ascender hasta el siguiente pueblo, Bubión, y reafirmar la belleza tan singular que esconde la Alpujarra. Sus empinadas y estrechas calles, con casitas blancas apiladas unas encima de otras, aprovechan hasta la última concavidad del terreno y son un ejemplo vivo de hasta qué punto humanidad y naturaleza han sabido entrelazarse a lo largo de la historia, sin por ello perturbar la armonía que envuelve la zona. En Bubión se recomienda visitar los diferentes telares artesanales, por cuyas puertas es fácil asomar la cabeza para observar el mimo con que se tejen las famosas alfombras de la región.

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Alpujarra. Granada.

Desde Capileira, a 1436 metros de altitud, se dice que en días despejados es posible observar, de un vistazo y sin pestañear, las cumbres de Sierra Nevada y las costas del Mar Mediterráneo al mismo tiempo. Segundo municipio más alto de Andalucía y última parada en nuestra ruta, sus bares o tabernas nos reciben con platos típicos que aúnan a partes iguales elementos tradicionales de las cocinas morisca y castellana. Un buen plato de migas o una sopa alpujarreña con almendras picadas, todo ello regado con un buen vino costa, son la recompensa más que merecida al esfuerzo realizado.

Lanjarón, agua y poesía

Imprescindible, si decidimos acercarnos a Lanjarón, es detener nuestra marcha a la altura del actual Puente de Tablate y descubrir bajo sus arcos a un olvidado antecesor, el primitivo Puente Nazarí de piedra, puerta de entrada a las Alpujarras Granadinas y vestigio extraordinario de los tiempos árabes que corrieron en esta región.

Al retomar la carretera principal, el Mirador de la Cañona nos recibe pronto con una de las muchas leyendas que atesora la zona. Allí, un antiguo cañón, construido según cuentan los autóctonos como forma de protección contra las tropas napoleónicas, yace solitario apuntando su tiro a otra atracción de ineludible visita en Lanjarón, las ruinas del antiguo Castillo Árabe.

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Lanjarón. Granada.

Descendiendo de la Cañona encontramos el Barrio de Hondillo, que es como se conoce localmente al Casco Histórico del pueblo. Es fácil (y placentero) perderse por sus callejones o tinaos, como el de la Placeta Colorá, adornados todos ellos con hornacinas de vírgenes y numerosas fuentes con citas del poeta Federico García Lorca. Y cuando el cansancio asoma nada mejor que degustar, en alguna de sus discretas terrazas, platos típicos alpujarreños como los pucheros o las habas con jamón.

También son lugares a tener en cuenta el mítico Balneario de Lanjarón, que ha contado entre sus huéspedes a reyes y personajes ilustres como Virginia Wolf, Betrand Rusell, Manuel de Falla o Federico García Lorca,  y el Museo del Agua, dos atracciones que no hacen sino constatar un dicho popular de la zona: que la banda sonora de Lanjarón es el agua.

Una curiosidad: durante las Fiestas de San Juan que se celebran en el pueblo, a partir de las doce de la noche los balcones y azoteas pueden convertirse en inesperados surtidores de agua que los vecinos de Lanjarón vuelcan en cubos de agua, ante el reclamo constante de los participantes que abajo festejan.

Puentes colgantes en Los Cahorros de Monachil

A tan sólo 8 kilómetros de la capital provincial de Granada, el pueblo de Monachil ofrece a sus visitantes una de las rutas más reconocidas a nivel nacional entre senderistas y escaladores: la ruta de Los Cahorros. Con un recorrido circular y baja dificultad, esta travesía, de aproximadamente tres horas de duración, es practicable durante todos los meses del año.

Debido al material calizo del que se componen los cerros de la zona, fácilmente erosionables bajo la acción del agua, el transcurrir de los siglos ha modelado las márgenes del río Monachil hasta generar lo que hoy representa el mayor tesoro de la ruta, un valle abrupto en forma de “V” por cuyos tajos verticales discurre la angosta vereda que ha de seguir el caminante. Puentes colgantes, túneles, cascadas y miradores esperan en una ruta que no deja indiferente a nadie.