La Mezquita de Almonaster la Real, un reflejo pálido y rural de las grandes mezquitas del califato, ha resistido durante más de mil años. Se ha convertido en uno de los ejemplos de arquitectura islámica más antiguos que conservamos. Es la única mezquita rural que se ha mantenido sin apenas huella del tiempo o de la acción humana. Fue levantada en su día aprovechando fragmentos de otros templos, todavía más antiguos.
El pórtico mudéjar de la Mezquita de Almonaster la Real se abre a las violentas crestas de la Sierra de Aracena, donde las dehesas de los valles exhiben su verdor y las lluvias son abundantes. Eso sería lo primero que
comprobarían sus fieles al salir del edificio. Entre las cordilleras encontramos pinos, encinas, robles, alcornoques, chopos, castaños, y numerosos ríos y arroyos.
De hecho, estamos en el entorno del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, el segundo más grande de Andalucía. Aprovechando las extensas dehesas de la zona, pueblos como el vecino Jabugo se han hecho famosos por la cría de cerdo y por sus embutidos. Un patrimonio que bien vale la pena conocer.
La Mezquita de Almonaster la Real y su contexto histórico
La mezquita que domina el fértil valle en que se encuentra Almonaster la Real es, junto con la muralla, lo único que nos queda del antiguo castillo que aquí levantaron los musulmanes. Según las estimaciones, eso fue a finales del siglo IX o principios del X.
Por entonces, la brillante dinastía de los Omeyas controlaba la mayor parte de la Península. Emires y califas, independientes del califato de Bagdad, comerciaban con Bizancio o establecían relaciones diplomáticas en Europa, y Córdoba era una de las ciudades más avanzadas del mundo. La Mezquita de Almonaster la Real fue una muestra rústica, austera, de ese esplendor. Probablemente, sus constructores jamás pensaron que les sobreviviría tanto tiempo.
Porque la Mezquita de Almonaster la Real no parece tanto una obra hecha para perdurar como para fines más prácticos e inmediatos. En el cerro en que se levanta ya hubo una guarnición militar y un templo religioso romanos de los siglos I o II d.C. Más adelante, los visigodos convertirían en el siglo VI ese templo en monasterio. Los árabes tomaron elementos de ambos edificios para construir su mezquita, denominando al entorno como Almunnastyr, “el monasterio”.
Hoy día estos elementos agregados a la estructura de la Mezquita de Almonaster son de lo más curioso. En su espacio podemos ver columnas y capiteles romanos o visigodos, aras funerarias, cimacios… Aquí se conservan, por ejemplo, una mesa visigoda que debió de usarse para
el altar, adornada por unos pavos reales en relieve, así como una lápida visigoda con un epitafio.
Interior y arquitectura, una bella amalgama
La Mezquita de Almonaster se halla rodeada de unas vistas espectaculares, de prados, valles, dehesas y vegetación boscosa. Esta era la imagen que sus antiguos fieles hubieron de tener durante cientos de años de Al-Ándalus. Y ésa es la imagen que nos acompañará en nuestra subida hasta la mezquita. Una vez arriba, nos disponemos a atravesar ya su pórtico mudéjar, añadido en el siglo XVI, formado por dos arcos de medio punto con una columna central. Esta entrada en la cara Este fue establecida en período cristiano, y junto a otros cambios ayudó a desplazar el centro de atención de la qibla.
Porque la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, que así pasó a llamarse la Mezquita de Almonaster la Real, quiso variar un poco la organización de su conjunto. La qibla, el muro orientado a La Meca y hacia el cual se rezaba, quedó en un lateral cuando se construyó el porche mudéjar. Esta entrada orientaba a los fieles a mirar al ábside donde se encontraba el altar. Este ábside fue una de las primeras modificaciones de la ermita, del estilo mudéjar toledano, algo perceptible en su encantadora ventana de herradura realizada en ladrillo.
Las últimas reformas cristianas fueron, en el siglo XVI, la adaptación del campanario, el labrado de la sacristía y el porche. En el XVIII se decoró la cúpula del ábside, se le dio el remate abalaustrado a la torre y se construyó el cuarto de los moros.
Pero la antigua Mezquita de Almonaster la Real está siempre latiendo por debajo de esos cambios. El estilo califal es el predominante en la construcción, destacado por su elegancia y por elementos como la jerarquización del liwan, o lugar de oración.
Y es que la Mezquita de Almonaster reproduce los cánones arquitectónicos de ese período califal, dividiendo el espacio, primero, en un sahn o patio para las abluciones y, en segundo lugar, en un liwan o sala de la oración. Así, lo primero que observaremos al entrar por la antigua puerta será el patio de abluciones, con una pila de granito en la que los devotos debían purificarse. Tras el sahn, la sala de oraciones se divide en cinco naves orientadas a la qibla y, por tanto, a La Meca.
En el muro de la qibla se halla el mihrab, hacia donde se dirigían las plegarias. Hoy podemos observar su nicho de ladrillo semicircular cubierto por media bóveda de horno, con un arco de herradura peraltado y rodeado por un alfiz. La Mezquita de Almonaster la Real fue diseñada también para ir disminuyendo la anchura de sus naves conforme éstas se alejaban de la nave central.
Por último, el alminar o torre de planta cuadrada tenía en su base un aljibe para recoger el agua pluvial. Siendo en un principio de arcos de herradura, propios del estilo cordobés, más tarde estos fueron reformados por los cristianos. Posteriormente, se le añadió también un doble cuerpo de campanas, rematando el conjunto con una balaustrada.
¿Qué más ver en Almonaster la Real?
Almonaster la Real tiene mucho más que ofrecer, aparte de su insigne mezquita: por algo ha sido nombrado como uno de ‘Los pueblos más bonitos de España’. Por eso, antes de marcharse, les recomendamos visitar los siguientes puntos de interés:
- Cabezo de San Cristóbal: en el cerro de San Cristóbal tenemos uno de los mejores miradores de la provincia. De hecho, tenemos dos de ellos, uno en la zona norte y otro en la zona sur, desde los que podremos observar toda la región circundante. Se puede acceder fácilmente en coche, y si queremos subir a pie, los senderos salen del mismo pueblo, durando el recorrido menos de una hora.
- Iglesia de San Martín: esta iglesia gótico-mudéjar comienza su construcción hacia el siglo XIV, una vez que la aldea se encontraba en expansión y necesitaba de lugares de culto más espaciosos que la vieja ermita. Su visita es imprescindible ya que es un tipo de edificio bastante único en su estilo, mezcla de los estilos mudéjar, gótico y manuelino portugués.
- Centro de Interpretación de Al-Ándalus: dentro de Aracena, este centro trata todos los aspectos relacionados con la cultura de Al-Ándalus en la provincia. Utilizando medios audiovisuales, interactivos y nuevas tecnologías, su objetivo es hacer un recorrido completo de la historia musulmana en la región, ofreciendo además rutas para conocer el patrimonio islámico en la zona, señalando sus monumentos más destacados, etc.