Puede que la de Canfranc sea la estación de tren más bonita de España. Un edificio imponente, rodeado de montañas, en una explanada fronteriza con Francia que guarda un legado en forma de historias y voces que han permanecido cerradas durante décadas. Próxima parada: Canfranc.
Las estaciones de tren son, en muchas ocasiones, los mejores testigos de la historia. Testigos de momentos grandiosos, de lamentables éxodos, de alegrías y despedidas, de trenes cargados de mercancías y personas en el corazón de la frontera de dos países, a veces unidos y a veces enfrentados.
La estación de Canfranc representa todo eso. Un edificio que habla por sí solo, que por su tamaño, cuando lo miras, transmite un halo de misterio a la par que de leyenda. Si estás recorriendo el Pirineo de Huesca o estás de visita por Jaca, no dudes en viajar hasta Canfranc.
- Historia de la estación de Canfranc
- Visitas a la estación de Canfranc
- Qué ver en Canfranc pueblo
- Qué comer y dónde comer en Canfranc
Historia de la estación de Canfranc
La estación internacional de Canfranc está íntimamente relacionada a la unión por ferrocarril entre España y Francia. A través del túnel fronterizo de Somport, los dos países de los Pirineos quedarían conectados, abriendo nuevas posibilidades de movilidad para pasajeros y mercancías.
La primera idea de este proyecto surgió en 1853, en un manifiesto en el que se pedía la construcción de una línea Madrid-París a través del Pirineo aragonés. Once años después comenzarían los primeros estudios, que recomendaban el paso de esta línea por Zaragoza y la ciudad francesa de Pau.
Las obras del túnel de Somport, pieza clave del proyecto, se desarrollarían entre 1908 y 1912, pero no sería hasta 1928 cuando se inauguraría la estación de Canfranc, con el rey Alfonso XIII y el presidente de Francia Gaston Doumergue a la cabeza.
Oro nazi a cambio de wolframio gallego en Canfranc
Durante la Guerra Civil, el bando franquista cerró el túnel de Somport para evitar cualquier incursión venida desde Francia. Pero sería durante la Segunda Guerra Mundial cuando la estación vivió alguno de sus episodios más conocidos.
Con la parte francesa controlada por el ejército nazi, por Canfranc circulaban los trenes que llevaban wolframio gallego hacia las factorías de tanques de Alemania. Franco devolvía la ayuda que Hitler le prestó durante la Guerra Civil. En sentido contrario, trenes con toneladas de oro entraban en España desde el país germano. La mayoría del oro nazi continuaría hasta Portugal. La aduana de Canfranc estaba bajo el control de miembros de las SS y de la Gestapo.
Tras el período bélico, la estación de Canfranc no recuperaría sus años de esplendor. La entonces segunda estación más grande de Europa entraría en letargo hasta su declive, con el fin de la conexión internacional entre España y Francia por Canfranc, provocado por el sospechoso derrumbe del puente de L’Estanguet en 1970 en el lado francés.
Una estación internacional
La principal característica de la estación de Canfranc es su carácter internacional. Al tener España un ancho ferroviario diferente (ancho ibérico de 1668 milímetros, frente a los 1435 del ancho europeo), esto obliga a tener dos playas de vías, una a cada lado del edificio, con sus respectivas duplicidades de andenes, accesos y servicios internos de la estación.
Tanto los pasajeros como las mercancías debían hacer trasbordo de un lado al otro si querían seguir su trayecto entre ambos países. Pero, además, el edificio también contaba con los mismos servicios a ambos lados, para atender a cada país: taquillas, oficina de cambio de moneda, aduanas, comisarías, correos, hotel… entre otras muchas cosas.
Esto explica el impresionante tamaño de la estación de Canfranc: 241 metros de largo, 12 de ancho, 365 ventanas –una por cada día del año–, y 75 puertas en cada lado. Impacta la forma longitudinal de este colosal edificio, una auténtica frontera ferroviaria en suelo español.
A simple vista, la estación de Canfranc recuerda ese estilo tan característico de estación francesa y que identificamos en edificios como el actual Museo de Orsay de París: tejado de pizarra, buhardillas, pináculos art-decó y una gran cúpula central. El edificio es largo y estrecho, para ofrecer espacio a las dos playas de vías que debía albergar a ambos lados.
Visitas a la estación de Canfranc
Pese a su abandono durante décadas, la estación de Canfranc siempre ha sido un gran punto de atracción para turistas y aficionados al mundo de los trenes. Con su rehabilitación para futuros proyectos hosteleros, la zona ha comenzado a revitalizarse aumentando el interés en conocer el pasado de este mágico edificio.
Visitas guiadas en la estación
El Ayuntamiento de Canfranc organiza visitas guiadas a la estación de tren. Dada la limitación del aforo y la alta demanda, las entradas se deben reservar a través de la página web del Ayuntamiento. No es posible visitar el edificio por libre.
La visita guiada a la estación de Canfranc tiene una duración de unos 40 minutos y son tanto en español como en francés. Tras las obligadas explicaciones históricas, se recorre el vestíbulo y el paso subterráneo.
Qué ver en Canfranc pueblo
El proyecto de la conexión ferroviaria de España y Francia por Somport llevaba emparejada la construcción de una nueva población en torno a la futura estación de Canfranc, en el paraje de Los Arañones. Es lo que hoy se denomina Canfranc-Estación, que está cuatro kilómetros al norte del original pueblo de Canfranc.
Aparecen así las viviendas, hoteles y otra clase de edificios que hoy rodean la vieja estación y que formaban parte de la actividad económica vinculada al paso fronterizo.
Además de entender esta particular vida ferroviaria, Canfranc, y Canfranc pueblo, atesoran interesantes elementos de patrimonio histórico, en parte vinculados a la posición estratégica que ha tenido a lo largo de la historia. Por ejemplo, la hermosa torreta de Fusileros (siglo XIX), que podía albergar un contingente de 25 hombres para proteger la entrada por el valle del Aragón.
También, los diferentes bunkers vinculados a la Segunda Guerra Mundial, que pretendían defender una posible invasión venida desde Francia. Estas construcciones militares pueden recorrerse siguiendo la llamada Ruta de los Bunkers.
Pero, sin duda, Canfranc es la puerta de entrada a una de las zonas de esquí más populares de los Pirineos españoles, con las estaciones de Astún y Candanchú situadas a escasos kilómetros de allí. Muchos esquiadores se establecen en Canfranc para subir a estos dos centros invernales, que cuentan con 50 kilómetros de pistas cada uno.
Y, al otro lado, Francia. Con el viejo túnel ferroviario cerrado, el moderno túnel de Somport permite una conexión ágil y rápida por carretera con el país vecino.
Te contamos ahora lo que tienes que visitar y no te puedes perder en Canfranc pueblo:
Paseo por el centro histórico
Vale la pena recorrer con calma el corazón del pueblo de Canfranc. Está situado en el Camino de Santiago y nació en el XI en un valle con pocos recursos agrícolas, lo que obligó a sus habitantes a dedicarse al comercio y a la acogida de peregrinos y viajeros. No dejes de visitar los restos de la iglesia de la Trinidad, del siglo XVI; la casa-torre del infanzón Aznar Palacín, del siglo XIV; la iglesia de la Asunción, situada junto al cauce del río Aragón; el puente de los peregrinos, construido en piedra en el siglo XVI, y lo que queda del castillo.
Ruta de los búnkeres
Este curioso e interesante itinerario recorre una serie de búnkeres cuya construcción tenía como objetivo defender la población de una posible invasión militar procedente de Francia que nunca se produjo. Son construcciones militares levantadas entre los años 1944 y 1959. En ese tiempo, se edificaron cientos de búnkeres en toda la zona de los Pirineos, desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo. Hay quien dice que hay en total 4.000 asentamientos fortificados. Conocida como “Línea P” ó “Línea Pirineos”, se trata, posiblemente, de la mayor obra de fortificación construida en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Torreta de Fusileros
Construida en 1876, esta curiosa fortificación see realizó después de terminarse la carretera que une Zaragoza con Francia por el Somport. Se trataba de defender esta importante vía de comunicación con una gran torreta de fusileros que podía albergar hasta un contingente de 25 hombres. La edificación estaba dotada con un cuarto para el oficial, otro para la enfermería, calabozo y leñera. La Torreta de Fusileros tiene una curiosa planta en forma de elipse, un foso perimetral que se salvaba mediante un puente levadizo, y cuatro plantas en torno a un gran patio central.
Qué puedo ver en los alrededores
Muy cerca de la estación de Canfranc, siguiendo la carretera N-330a, se llega a la estación de esquí de Candanchú, primero y, poco más allá a la de Astún. También al puerto de Somport, que comunica los valles del río Aragón, en la parte oscense, y el de Aspe, en la francesa. Con independencia de que se practique o no deportes de nieve, esta zona montañosa es de una especial belleza, sobre todo en invierno, cuando permanece cubierta de nieve durante largos meses.
Por otro lado, son muchas las rutas senderistas que se pueden seguir en los alrededores de Canfranc. Todas ellas conducen o pasan por lugares paisajísticos y naturales tan impresionantes como Punta Madalena, la Gruta de los Lecherones (que está helada en invierno), el ibón y el dolmen de Izagra, la Cueva de las Güixas y, en general, todo el Parque Natural de los Valles Occidentales.
A menos de 20 kilómetros de Canfranca está Jaca , ciudad histórica, capital de la Jacetania y de los Pirineos aragoneses, muy vinculada al Camino de Santiago y en la que merecen visita su Catedral (primera románica de España), el Museo Diocesano, la Ciudadela y el mirador del Fuerte de Rapitán.
Junto a Jaca está el singular monasterio de San Juan de la Peña, panteón real del histórico Reino de Aragón y uno de los monumentos más representativos del Románico en España. Su claustro, al abrigo de una enorme roca (de ahí el nombre del conjunto monástico) es uno de los más originales realizados en ese estilo constructivo.
Qué comer y dónde comer en Canfranc
La gastronomía típica de Canfranc está basada en productos naturales que son la base de sus excelentes recetas tradicionales. Son célebres sus carnes y sus productos de caza, además de los vinos del Somontano. Si tienes ocasión, prueba los espárrragos montañeses, la empanada goguera, las chiretas, el empanadico o los boliches de Embún. Y de postre, la torta de Ayerbe o el coc de Fraga. Hay muchos restaurantes, y buenos, en Canfranc. Aquí te sugerimos sólo algunos:
Laduanilla Canfranc. Con una decoración tradicional y muy cuidada, estamos ante un restaurante pequeño pero muy acogedor que, cuando hace buen tiempo, cuenta con una bonita terraza. No te pierdas las croquetas de setas, la ensalada con huevo frito y el revuelto de boletus
Borda l’Anglassé. Su carta tiene numerosos platos de la cocina típica aragonesa. Hay para todos: tapas, a la brasa, comida creativa, vegana, para celíacos, a la carta, menú…Todo está a la vista y seguro que tendrás dudas a la hora de elegir. Todo tiene un aspecto muy tentador. Puedes elegir desde una carrillera de cerdo ibérico a baja temperatura hasta una hamburguesa de mijo con crema de queso cheddar y cebolla caramelizada.
La Brasa Asador. En este restaurante la especialidad es la carne, pero tiene muchas otras opciones y todas, caseras. La relación calidad-precio es muy interesante. Tiene, además, un menú diario en el que podrás elegir el plato de tu gusto. Aquí las raciones son generosas y todo está bueno: los calamares, las judías verdes con patatas, las bravas… Es mejor reservar.
Nuevo Canfranc Estación, a Royal Hideaway Hotel
En enero de 2023 tuvo lugar la apertura de este singular alojamiento. Un hotel que supone la culminación del largo sueño de darle nueva vida y sentido a la antigua estación de tren de Canfranc.
Se trata de un establecimiento de 5 estrellas gran lujo que ya es un emblema para el Grupo Barceló y que ofrece a sus huéspedes una experiencia extraordinaria. En total hay 104 habitaciones, en las que el estudio Il Mio Design, responsable de diseño del hotel, ha dejado una agradable impronta entre lo nostálgico y lo moderno. Algo que potencia el uso de maderas, latón o tejidos como el terciopelo en la decoración.
A ellas se suman los tres restaurantes, dos bares, el spa con piscina climatizada y la biblioteca que forman parte también de las instalaciones. Como curiosidad, dos de los restaurantes gastronómicos, liderados por Eduardo Salanova y Ana Acín en cocina y sala, se sitúan en dos vagones de época situados fuera del edificio principal.