Pueblos de montaña, arquitectura típica pirenaica y un pasado medieval. Huesca es una provincia llena de naturaleza, magia y contrastes que merece la pena recorrer con calma. ¡Descubre cuáles son los pueblos de Huesca más bonitos!
Aínsa
El casco antiguo de la villa de Aínsa, declarado Conjunto Histórico-Artístico y uno de los pueblos más bonitos de Huesca, nos espera para recorrer sus calles medievales, las murallas de su castillo, su pintoresca Plaza Mayor y la preciosa Iglesia de Santa María de Aínsa (siglo XII). Este destino es perfecto también para los amantes del senderismo. Situado entre los ríos Cinca y Ara, está rodeado de increíbles rutas para disfrutar de naturaleza pura por los alrededores.
Alquézar
Para conocer Alquézar, primero hay que alejarse y contemplarla a lo lejos. Una cascada de casas y edificios se suceden bajo la majestuosa Colegiata y nos ofrece una de las postales medievales más bonitas de Aragón.
Para continuar atesorando recuerdos únicos, ahora debemos recorrer sus calles de trazado medieval y captar, desde sus múltiples miradores fotografías únicas del impresionante paisaje que lo rodea.
Ansó
Con un patrimonio arquitectónico único, este pequeño pueblecito del Pirineo Aragonés es perfecto para un tranquilo paseo admirando cada recodo de Ansó, pues conserva uno de los cascos urbanos medievales mejor conservados del Pirineo. Sus preciosas calles, sus edificios de piedra, madera y teja, y sus características chimeneas le han otorgado el título de Bien de Interés Cultural.
Jaca
Pasear por las calles de Jaca es emprender un viaje al pasado. Con más de 2.000 años de historia, posee una de las primeras catedrales de estilo románico (siglo XII) y es un punto estratégico para los peregrinos durante el Camino de Santiago. Pero sin duda, lo mejor de este pueblo son tres construcciones históricas totalmente diferentes entre sí.
A 30 kilómetros de la frontera con Francia encontramos la Ciudadela, una fortaleza pentagonal construida en el siglo XVI para proteger la ciudad.
El Monasterio de San Juan de la Peña, cuyo origen se remonta al siglo X y que se erige en perfecta sintonía con el monte que lo cobija, es una joya del románico aragonés.
La Estación Internacional de Canfranc, inaugurada en 1928, es una construcción monumental declarada Bien de Interés Cultural por lo que supuso en su momento: el escaparate de España ante los visitantes extranjeros que cruzaban los Pirineos.
Lanuza
Merece la pena acercarse a Lanuza y descubrir su pasado, una historia con final feliz. Este pequeño pueblo, situado en la ladera de los Pirineos, fue durante unos años un pueblo fantasma. Sus habitantes tuvieron que abandonarlo en 1978 por el temor a quedar inundados tras la construcción del Pantano de Lanuza, y sólo pudieron regresar en los años 90 tras comprobar que era seguro habitar en él.
Roda de Isábena
Incluido entre los Pueblos Más Bonitos de España desde 2019, Roda de Isábena es el pueblo más pequeño de España (poco más de 30 habitantes) con una catedral. La seo está dedicada a San Vicente y es uno de los máximos exponentes del románico en Aragón, y la más antigua de toda la comunidad, pues data del siglo XI. Su interior, su claustro, sus columnas de arenisca… Cada rincón de este templo es mágico, único y especial.
Sandiniés
Si visitas esta pequeña aldea, te garantizamos que disfrutarás de unas imponentes vistas panorámicas de todo el Valle de Tena desde sus 1.294 metros de altitud y de uno de los pueblos con encanto de Huesca. Con apenas 30 casas de piedra, que antes eran establos, una fuente lavadero en su Plaza Mayor, y una pequeña iglesia parroquial, Sandiniés conserva todo el encanto de una pequeña aldea de montaña.
Torla-Ordesa
Al pie del Pirineo, como puerta de entrada al Parque Nacional del Valle de Ordesa y Monte Perdido, encontramos este pequeño pueblo medieval de Huesca que tiene menos de 300 habitantes. Si visitas Torla, no dejes de admirar su conjunto urbano, con sus edificios pirenaicos y señoriales, sus calles estrechas y sus balcones floridos. A más de 1.000 metros de altitud, cada rincón del pueblo está rodeado de una naturaleza inigualable.
Benasque
Famoso por su afluencia turística, sobre todo durante los meses de invierno, y sus deportes de nieve y aventura, esta localidad es un imprescindible en cualquier itinerario de pueblos bonitos por Huesca. Inmerso en la naturaleza, el Valle de Benasque es el punto de partida perfecto para una excursión hacia el Monte Aneto, que con sus 3.300 metros es el más alto de los Pirineos, o una ruta de senderismo por el Parque Natural Posets-Maladeta.
En la Villa, además de ocio y restaurantes, encontraremos una bellísima arquitectura popular pirenaica con estilos que van del románico al Renacimiento.
Sallent de Gállego
Custodiado por el Pico Foratata, bañado por el embalse de Lanuza y dividido en dos por el río Aguas Limpias, el encanto de Sallent de Gállego es indiscutible. Con poco más de un millar de habitantes, su casco urbano es un importante punto turístico con rincones únicos como la Plaza Mayor, situada entre el río y un antiguo frontón convertido hoy en rocódromo.
Montañana
Tres iglesias románicas, dos castillos en ruinas y un precioso puente, todo ello de época medieval, son algunos de los vestigios que encontrarás en la villa de Montañana, un pueblo declarado Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural.
Cerler
Situado en las faldas del Monte Aneto, Cerler es el municipio más alto del Pirineo Aragonés (a más de 1.500 metros de altitud). Famoso por su estación de esquí, este pueblo de la provincia de Huesca vive su máximo apogeo durante los meses de invierno. Sin embargo, bien merece la pena recorrer su casco antiguo, arquitectura típica del Pirineo, y visitarlo también cuando llega la primavera, el hielo se funde y deja ver la naturaleza en todo su esplendor.
Graus
Graus es uno de los pueblos más encantadores de la provincia de Huesca. Su casco histórico ha sido declarado, con razón, Conjunto Histórico-Artístico. La belleza de su Plaza Mayor, rectangular y de coloridas fachadas, o la grandeza de algunos de sus edificios, como la iglesia parroquial de San Miguel o el templo gótico de la Basílica de Nuestra Señora de la Peña, bien merecen una visita.
Bielsa
Una de las villas más emblemáticas del Pirineo Aragonés es Bielsa, que junto con su valle conforman un espacio único en el corazón de los Pirineos. A las puertas de la frontera con Francia a través del túnel Bielsa-Aragnouet, la villa de Bielsa se enclava entre los ríos Cinca y Barrosa, rodeado de montañas que alcanzan los 3.000 metros de altitud.
Arrasado en la Guerra Civil, Bielsa ha recuperado su estética pirenaica y es un encantador pueblo de montaña. Tiene una magnífica ubicación para hacer senderismo, descubrir valles como el de Pineta (una de las joyas de Ordesa) o los numerosos ibones que lo rodean, como el fotogénico ibón de Plan.
El Pueyo de Araguás
Un pueblo bajo una mole de piedra. Esa es la imagen de postal del Pueyo de Araguás, una pequeña localidad cercana a Aínsa. A los pies de la Peña Montañesa, la formación rocosa que le hace sombra, El Pueyo de Araguás conserva el encanto de sus callejuelas y casitas, en todo un homenaje a la piedra. Pero este minúsculo pueblo esconde una sorpresa: el Real Monasterio de San Victorián, considerado el más antiguo de España, cuyos inicios se remontan al siglo VI.
Fiscal
Fiscal es una de las puertas de entrada al mágico valle de Ordesa. Emplazado a orillas del río Ara, Fiscal nos ofrece un bello conjunto de arquitectura tradicional. También conserva algunos elementos históricos de interés, como su iglesia de la Asunción, el batán de Lacort (único de Aragón en funcionamiento) o el Pórtico de Jánovas, del siglo XIII, trasladado aquí por un proyecto de embalse finalmente no construido. Senderismo, pesca, piragüismo, barranquismo, BTT o micología son algunas de las múltiples actividades que podrás hacer en Fiscal.
Santa Cruz de la Serós
En plena Jacetania se encuentra el pueblo de Santa Cruz de la Serós, una pequeña localidad declarada Conjunto Histórico Artístico. Este pequeño núcleo en el Camino de Santiago esconde la iglesia de Santa María de Santa Cruz de la Serós (siglos XI y XII), una de las joyas del románico aragonés. Pero la verdadera joya de la localidad es el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña , famoso por su curiosa ubicación, encajonado entre las rocas de la montaña, antiguo Panteón Real de Aragón y donde la leyenda dice que habría estado el Santo Grial.