No es sencillo definir a una provincia como la de Huesca que presenta unos contrastes tan sorprendentes, sólo podemos decirte que en este territorio los sueños de los más aventureros se pueden hacer realidad. Los amantes de la naturaleza encontrarán decenas de valles, montañas, parques naturales, cañones… donde conseguir activar la adrenalina.
Pero no sólo los deportistas encontrarán su lugar, ya que quien practique un turismo más reposado también hallará los pueblos más bonitos que pueda imaginar.
Descubre en esta guía qué ver en Huesca y las mejores vistas que puedes hacer. Merece la pena que vayas bien informado.
EL ENTORNO NATURAL DE HUESCA, ADRENALINA PURA
Escalando montañas, recorriendo cañones, paseando por valles o contemplando cascadas se puede encontrar el sentido de la vida y alcanzar la comunión con la naturaleza. Te contamos algunos de los lugares imprescindibles que tienes que ver en Huesca.
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el corazón de Pirineos
El parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, situado en el corazón de los Pirineos. acoge cada año a miles de visitantes ávidos de naturaleza, rutas y experiencias. Y es lógico, dado que en este territorio protegido se sitúan algunos de los lugares más impresionantes de Huesca. Entre ellos no debes perderte el valle de Ordesa, con unos tentadores senderos que llevan a lugares como la cascada Cola de Caballo, su impactante cañón de Añisclo, las gargantas de Escuaín o el valle de la Pineta.
Selva de Oza, paseo entre ibones
Este espacio natural conocido como Selva de Oza se ubica en el límite con Navarra y forma parte del Parque Natural de los Valles Occidentales. Una vez situado, debes saber que está formado por cumbres que llegan a los 2.500 metros, bosques y lagos de aguas cristalinas. Nuestra recomendación es que realices alguna ruta como la que lleva al Ibón de Acherito, un sorprendente lago de origen glaciar rodeado de montañas.
Muralla de Finestres, una maravilla natural
Si no has visto ninguna imagen de la Muralla de Finestres, vas a alucinar. Esta formación geológica de roca caliza se sitúa junto al embalse de Canelles y se creó hace unos 100 millones de años. Es conocida como ‘la Muralla China’ de Finestres pero podemos asegurar que estas altas paredes, casi lisas, que transcurren en paralelo son aún más impresionantes que las asiáticas.
Valle de Hecho, rutas para todos
Pocos valles del interior de Huesca han sabido preservar tanto sus tradiciones como el valle de Hecho, un entorno natural donde se dan cita paisajes sorprendentes como la Selva de Oza y el Ibón de Acherito. En este rincón aragonés se pueden realizar rutas senderistas hasta entornos como el barranco de la Boca del Infierno, la garganta que ha creado el río Aragón Subordán, o el valle de Aguas Tuertas, donde se puede llegar caminando hasta el conocido dolmen de Aguas Tuertas.
Valle de Tena, pueblos y cumbres
Cumbres de hasta 3.000 metros de altitud, lagos y pueblos encantadores forman el Valle de Tena, que además de ser un valle es una comarca. En su territorio, unos 400 km2, se pueden realizar múltiples actividades relacionadas con la naturaleza. Según tus preferencias, podrás pasar el día esquiando en Formigal-Panticosa, lanzarte por una tirolina que sale de Hoz de Jaca, visitar el parque faunístico Lacuniacha o recorrer alguna de las muchas rutas que cruzan este valle pirenaico.
Cañón de Añisclo, forjado por el tiempo
Han sido necesarios millones de años para esculpir el cañón de Añisclo, otro de esos lugares que hay que visitar en Huesca. Forma parte del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, y brinda a los viajeros activos un buen número de rutas para descubrir sus desfiladeros, cascadas y cuevas como la del Molino de Aso o la de Moro. Aprovecha también la jornada para conocer alguno de los pueblos situados en su entorno como Puyarruego, Vió, Nerín o Fanlo, que son muy bonitos.
Posets-Maladeta, paisajes sorprendentes
En el Parque Natural Posets-Maladeta se sitúan lugares tan emblemáticos como el pico Aneto, con más de tres mil metros, además de otras muchas cumbres que parecen tocar el cielo. El viajero en este espacio natural cuenta con diversas opciones, desde realizar itinerarios sencillos que se pueden hacer en familia –como el que lleva a la cascada de Aiguallut– hasta otros para visitantes más expertos. Si estás entre los segundos, te sugerimos llegar hasta los ibones de Barbarisa y de Escarpinosa.
Sierra de Guara, un parque natural imprescindible
Entre los parques naturales de Huesca el de la Sierra y Cañones de Guara es fundamental. Cuenta con sesenta barrancos distribuidos por todo el parque así que si eres aficionado al barranquismo vas a disfrutar como un niño. El más conocido es el barranco del Mascun Superior, con saltos y rápels, que precisa de unas seis horas para bajarlo. Otros lugares más sencillos, pero igual de atractivos, son el embalse de Vadiello y la fuente de la Tamara, la piscina natural más bonita de la Sierra de Guara.
DESCUBRE LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DE HUESCA
La silueta de los pueblos de piedra enmarcada entre montañas enamora desde la lejanía, pero cuando te acercas es aún mejor porque el aroma de las chimeneas es embriagador. Recorrer aldeas, pueblos y ciudades es un motivo más para visitar esta provincia. Te contamos los lugares que tienes que ver en Huesca.
Ansó, una belleza del Pirineo
Declarada Conjunto Histórico-Artístico, la población de Ansó puede estar orgullosa de su belleza pirenaica. Su apariencia medieval, sus casas de piedra y su entramado de calles –donde se ha sabido conservar la esencia tradicional– ha enamorado a la asociación de ‘Los pueblos más bonitos de España’, de la que forma parte. Recorrer Ansó es muy sencillo, sólo hay que dejarse llevar por su calles de piedra para ir admirando rincones encantadores, su iglesia de San Pedro y el Museo Etnológico.
Panticosa, balneario y esquí
Dicen de Panticosa que es sólo el punto de partida para realizar excursiones, ir a esquiar a la estación de esquí Formigal-Panticosa o hacer rutas de senderismo, pero también dispone de un casco histórico –con la bonita iglesia de la Asunción (siglo XVI) y el puente del Concellar– que merece la pena conocer. Y tiene algo más, ya que a 8 kilómetros se sitúa su afamado balneario, un conjunto de edificios del siglo XIX levantado en un lugar donde manan aguas termales. Cuando visites Panticosa, quédate a comer allí porque cuenta con buenos restaurantes.
Alquézar, encanto medieval
Pequeña, coqueta y encaramada a un monte, la localidad de Alquézar es una de las villas medievales más bonitas de Huesca (y de España). Con solo 300 habitantes, recibe cada año a miles de turistas deseosos de recorrer sus calles empedradas y de hacerse una foto en la colegiata de Santa María la Mayor, en la plaza Mayor, en la iglesia de San Miguel, y en el mirador Sonrisa del Viento, a las afueras, desde donde se obtiene la mejor panorámica del pueblo. Una caminata muy recomendable desde aquí es a las pasarelas del río Vero.
Torla, piedra y pizarra
El pequeño pueblo de Torla respira la calma de Huesca es como un pequeño milagro a la entrada del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Con sus casas arremolinadas junto a la iglesia de San Salvador, bajo la atenta mirada del castillo, es uno de esos pueblos que parece haber permanecido inmutable desde el Medievo. Recorre sus calles jalonadas de viviendas de piedra, algunas con llamativos escudos, hasta llegar a la Plaza Mayor y degusta la sabrosa cocina pirenaica en alguno de sus restaurantes.
Benasque, calma máxima
Con apenas dos mil habitantes, Benasque es el centro neurálgico del Parque Natural de Posets-Maladeta y un buen lugar donde quedarse un fin de semana. En ese tiempo es posible recorrer su casco histórico sin prisas, admirando el palacio de los condes de Ribagorza, la casa Juste y la iglesia de Santa María la Mayor. Y, también, da tiempo a realizar alguna ruta por el parque natural o por otros pueblos como Cerler. Una escapada a Benasque es siempre buena idea.
Jaca, capital de la Jacetania
La capital de la Jacetania concentra una buena dosis de patrimonio y un buen surtido de atractivos naturales a su alrededor. Nuestra primera sugerencia es que conozcas la impresionante Ciudadela (o Castillo de San Pedro), que está muy bien conservada, y que visites la Catedral, uno de los templos románico más antiguos de España. No te quedes solo con el núcleo de población y sigue recorriendo el monasterio de San Juan de la Peña y la estación de Canfranc, dos maravillas que tienes que visitar en Huesca.
Aínsa, el punto de encuentro
Pasear por esta villa medieval, por la parte antigua, es como retroceder en el tiempo. Su arquitectura tradicional le ha valido el reconocimiento de Conjunto Histórico-Artístico. Entre las visitas que más nos gustan están el castillo fortaleza de Aínsa, la Plaza Mayor y la iglesia de San María. Quédate a comer en Aínsa porque dispone de restaurantes excelentes. Y, por supuesto, no dejes de realizar alguna excursión por los alrededores.
OTROS LUGARES QUE NO PUEDES PERDERTE EN HUESCA
Cuando viajamos solemos buscar en nuestro itinerario lugares que nos impacten y que debamos marcar en rojo en nuestro mapa. Sigue leyendo porque las cinco recomendaciones que tienes a continuación son de esos lugares que tienes que visitar en Huesca sí o sí.
Estación de Canfranc, bellas despedidas
No exageramos si decimos que la estación de Canfranc es la más espectacular de España. Inaugurada en 1928 por Alfonso XIII, esta parada internacional tiene muchas historias que contar. Lo más aconsejable es hacer una visita guiada de las que organiza el Ayuntamiento (no se puede hacer por libre) para conocer su estilo arquitectónico, y sus 75 puertas en cada lado de las vías. Te sorprenderán los cotilleos que te contará el guía.
Santuario de Torreciudad, punto de peregrinaje
A sólo 24 kilómetros de Barbastro se sitúa este santuario mariano levantado debido al interés de Josemaría Escrivá de Balaguer, que fue el fundador del Opus Dei en 1928. El templo y el resto de edificios son obra del arquitecto Heliodoro Dols, que empleó ladrillos en su construcción, un elemento tradicional de Aragón. En el interior de la iglesia se puede ver una talla románica de la virgen, del siglo XI, y un bonito retablo de alabastro realizado por el escultor catalán Joan Mayné. El santuario de Torreciudad forma parte de una ruta mariana que también incluye otros lugares como la basílica de El Pilar de Zaragoza o la basílica de Lourdes (Francia).
Estación de esquí de Formigal
La estación de Aramón-Formigal es una de las más grandes de España. Este paraíso del esquí presenta tres grandes ventajas para los aficionados al deporte blanco: su fácil acceso, la variedad de sus pistas (cuenta con todos los niveles de dificultad) y la posibilidad de disfrutar de un animado aprés-ski. Tiene una cota mínima de 1.510 metros y una máxima de 2.250 metros, además de una excelente calidad de nieve. Formigal comparte forfait con Panticosa, de forma que el esquiador dispone, en conjunto, de 180 kilómetros esquiables.
Castillo de Loarre, maravilla medieval
El castillo de Loarre luce espectacular sobre un promontorio a más de mil metros de altitud. Su origen se remonta al siglo XI cuando el rey Sancho III decide construir una torre. En su silueta se distinguen unas murallas y una torre, y se dice que es la fortaleza mejor conservada de estilo románico del mundo. En un paseo por el castillo se debe prestar atención a la iglesia de San Pedro, la torre del Homenaje, el aljibe y la torre albarrana. Para visitarlo hay que dirigirse a la sierra de Loarre, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Loarre.
Pasarelas de Montfalcó, vistas de vértigo
Con este nombre se conocen unas pasarelas de madera clavadas a la roca con fijaciones de acero, y unas vertiginosas escaleras que ascienden desde el río Noguera Ribagorzana hasta arriba del acantilado. Este río es la frontera natural entre Lleida y Huesca. Subir por estas pasarelas, que fueron construidas en los años 2013 y 2014, son el complemento perfecto a una actividad de piragüismo por el río y el embalse de Canelles, y otro paseo por el congost de Montrebei (en el lado catalán). Las panorámicas desde las pasarelas de Montfalcó son sorprendentes, aunque si sufres de vértigo, piénsalo dos veces antes de comenzar a subir.