La provincia de Huesca  esconde tantas sorpresas que parece que no tiene fin. Al oeste de la provincia, en plenos Pirineos, ya casi rozando los límites con Navarra, la Selva de Oza aparece como otro de esos espacios naturales con carácter propio dentro del particular ecosistema que ya constituye la cordillera pirenaica.

Si algo caracteriza a la Selva de Oza es su frondosidad. A los pies de imponentes cimas que superan los 2.500 metros de altitud, una potente masa forestal se abre camino. Bienvenidos al embrujo de la Selva de Oza. Estamos en el valle de Hecho , dentro Parque Natural de los Valles Occidentales, el extremo occidental del Pirineo Aragonés, en la comarca de la Jacetania.

Por situarnos, la Selva de Oza se sitúa al final de la última carretera (la A-176) que se adentra en el Pirineo en la provincia de Huesca antes de Navarra. Es el siguiente valle al oeste del valle del río Aragón que conduce a Canfranc y al paso de Somport. Pero, a diferencia de ésta última, la carretera de la Selva de Oza no cruza a Francia, sino que termina allí, en este mágico lugar.

¿Cómo visitar la Selva de Oza? ¿Qué hacer allí? En este artículo te traemos las principales rutas para conocer este espacio natural en profundidad, así como los algunos de los mejores restaurantes y recomendaciones para comer.

Recorridos y rutas para todos

Existen varios recorridos para hacer en el entorno de la Selva de Oza. Pero, antes de adentrarnos por los diferentes valles y rincones que se esconden tras las montañas, conviene explorar lo que da el nombre a la selva.

Un punto de arranque puede ser el Centro de Interpretación del Megalitismo Pirenaico, situado en la carretera de acceso a la selva. Además de visitar el museo, se organizan rutas guiadas no muy largas para adentrarnos en este particular espacio natural.

 

 

La selva es el paraíso para los amantes del senderismo y el trekking, y permite pasar del ecosistema de bosque frondoso al verdadero paisaje de alta montaña. Si eso es lo que buscas, y descubrir este lugar en todo su esplendor, no te pierdas las mejores rutas de senderismo en la Selva de Oza:

Ruta al ibón de Acherito

Es una de las rutas más conocidas y que conduce al caminante hacia uno de los lugares más escénicos de todo el parque. La meta es un ibón, para los neófitos en la materia, un lago de montaña de origen glaciar. Ascender al ibón de Acherito es clave para admirar la majestuosidad de los Pirineos. La ruta parte desde el aparcamiento de La Mina y transcurre a lo largo de cinco kilómetros de ascensión hasta alcanzar los 1.880 metros de altitud en los que se encuentra el ibón. Es el lago más occidental de los Pirineos.

Ibón de Acherito
Ibón de Acherito

Ruta al valle de Agua Tuertas

Desde la Selva de Oza arranca otra ruta fundamental del parque, que asciende hacia el escondido valle de Aguas Tuertas, un espectacular paisaje de alta montaña casi en el límite fronterizo con Francia. La ascensión, de apenas tres kilómetros, parte del aparcamiento del camping de la Selva de Oza y sigue el curso del río Aragón Subordán, pasando por el aparcamiento de Guarrinza. En el recorrido, unas cascadas anticipan el espectacular lugar que espera al caminante. Hay también una sorpresa: el dolmen de Aguas Tuertas, que resiste en pie como símbolo megalítico de que allí, a 1.620 metros de altitud, ya habitaba alguien.

Valle de Aguas Tuertas
Valle de Aguas Tuertas

Ruta al ibón de Estanés

Emprendiendo el mismo camino que en la ruta al valle de Aguas Tuertas, una desviación conduce hacia otro lago, otro paraje que solo la montaña sabe que existe, el ibón de Estanés. Ascendiendo desde el aparcamiento de Guarrinza, se imita la ruta anterior hasta el refugio cercano al dolmen de Aguas Tuertas.

En ese punto, un camino hacia la derecha avanza por un valle que conduce, al fondo, al puerto de Escalé, rondando los 1.900 metros de altitud. Toca afrontar una la parte más dura de la ruta. Una vez arriba, no queda más que avanzar hasta alcanzar el maravilloso ibón de Estanés, a 1.777 metros de altitud, otro lago glaciar. Estamos junto a la línea fronteriza con Francia, muy cerca de la estación de Candanchú, desde donde otra ruta también parte hacia aquí. En total, más de ocho kilómetros de subida constante y exigente para alcanzar la gloria.

Ruta al castillo de Acher

Entre tanta cumbre, tanto ibón y tanta pradera, te encontrarás con un castillo nada convencional, formado por la naturaleza. Encaramado en la cima de una montaña, como si de un inexpugnable fuerte se tratase, el castillo de Acher es uno de los lugares predilectos para los que exploran la zona de la Selva de Oza.

Se trata de una ascensión mítica y exigente, no apta para principiantes, que alcanza los 2.384 metros de altitud y un desnivel de 1.270 metros. En total, 13 kilómetros (ida y vuelta) de lento recorrido (más de seis horas), para alcanzar este particular techo de los Pirineos occidentales. La ruta parte del aparcamiento de Ramiro el Monje, desde donde parte un camino a través de un bosque de pinos que conduce poco a poco hacia la ascensión definitiva.

Selva de Oza Castillo
Ruta al castillo de Acher

Dónde comer en la Selva de Oza

La cocina de montaña, como guisos, sopas o la olla de Huesca, constituye la gastronomía de la que podremos disfrutar en alguno de los restaurantes y bordas que se reparten por la geografía de la Selva de Oza. Las casas de comidas tradicionales de la zona son las bordas, antiguas casas de pastores reconvertidas hoy en pequeños restaurantes.

Algunas bordas y restaurantes fundamentales son:

  • Borda Bisaltico: situada en plena Selva de Oza. Fundamental para conocer una auténtica borda.
  • Restaurante del camping Selva de Oza: cocina tradicional y buenas brasas en este camping situado dentro del espacio natural.
  • Bar Costeros Oza: llama la atención por su terraza de verano a la sombra de una espectacular haya.
  • Restaurante Castillo d’Acher: este asador se encuentra ubicado en Siresa, la localidad más cercana a la selva.

Qué puedes ver de camino a la Selva de Oza

Enclavada entre valles y montañas pirenaicas, llegar a la Selva de Oza requiere de un buen paseo, por decirlo de alguna manera. Por supuesto, ese viaje está lleno de posibilidades, de sorpresas, de escalas obligadas, de esas que nadie debería de pasar por alto.

  • Jaca, capital de los Pirineos

Para quienes vienen del sureste, una visita imprescindible es la ciudad de Jaca, la primera capital del reino de Aragón y hoy capital de los Pirineos. La Catedral de San Pedro, uno de los ejemplos más relevantes del románico pirenaico;  la imponente Ciudadela de finales del siglo XVI, único edificio militar en su tipo que se conserva, al completo, en Europa; el edificio renacentista del Ayuntamiento, la antigua judería, las murallas…, así como sus calles y plazas llenas de vida, son solo algunos de los innumerables atractivos de este maravilloso destino.

  • Monasterio de San Juan de la Peña, cuna de Aragón

No muy lejos de Jaca se encuentra San Juan de la Peña, un lugar mágico que conecta con la rica historia de Aragón. Ahí se puede visitar el Monasterio Viejo, una joya del románico construida, enclavada en la roca, a principios del siglo X, y el Monasterio Nuevo, un espléndido ejemplo de arquitectura barroca que comenzó su construcción en 1676. En el interior de este último se encuentra el Centro de Interpretación del Reino de Aragón (CIRA) y el Centro de Interpretación del propio Monasterio de San Juan de la Peña, dos visitas más que interesante.

  • Santa Cruz de la Serós, encanto medieval

Saliendo de San Juan de la Peña, este pequeño pueblo medieval ofrece dos auténticas joyas del románico: la iglesia de Santa María, un antiguo monasterio femenino de los siglos XI y XII, y la ermita de San Caprasio, un bonito ejemplo de románico lombardo del siglo XI.

  • Puente de la Reina de Jaca, el cruce de caminos

Antes de dejar atrás del valle del río Aragón para internarse en la cordillera, hacia la Selva de Oza, hay que pasar por esta antigua encrucijada.  El puente original, al que debe su nombre la localidad, ya no existe, pero el actual, del siglo XIX, nos recuerda que este cruce sobre la confluencia del río Aragón y el Aragón Subordán fue, y sigue siendo, un punto clave del Camino de Santiago, comunicando los valles pirenaicos con el eje Jaca-Pamplona.

  • Monasterio de Leyre, entre cantos gregorianos

Si, por el contrario, el viajero viene del oeste, una de las visitas imprescindibles es este monasterio benedictino. La cripta del siglo XI, la bóveda gótica, el panteón de los primeros Reyes de Navarra y la «Porta Speciosa«, un excepcional pórtico románico del siglo XII, son solo algunos de los atractivos de este lugar que constituye uno de los conjuntos monumentales más interesantes de Navarra.

  • Castillo Museo de Javier, cuna del patrón de Navarra

También en el entorno del embalse de Yesa, en la localidad de Javier, se encuentra este singular castillo del siglo X. Cuna de San Francisco Javier, cofundador de la Compañía de Jesús y patrón de la Comunidad Foral, esta fortaleza medieval construida sobre la roca viva conserva su torre almenada, su puente levadizo, sus mazmorras, matacanes, troneras y saeteras; una joya histórica de frontera entre Aragón y Navarra.

  • Artieda, Mianos, Martes y Arrés, en la ribera del Aragón

Ya en territorio aragonés, esta sucesión de pequeños pueblos medievales, más o menos alineados al cauce del río Aragón,  ofrece una interesante colección de edificios defensivos, iglesias, casonas, callejuelas y plazoletas, en muchos casos ligadas, por supuesto, al Camino de Santiago.

  • Hecho, capital del valle

Dejando atrás el valle del Aragón, toca, por fin, comenzar a subir la montaña, para adentrarse en el valle de Hecho. La localidad, que precisamente le da nombre al propio valle, es un bonito conjunto de calles y casas de piedra, típicamente pirenaico y muy bien conservado. La Iglesia Parroquial de San Martín, el Museo etnológico de Casa Mazo y el Museo de Escultura Contemporánea al Aire Libre son algunos puntos a destacar.

  • Monasterio de San Pedro de Siresa

Muy cerca de Hecho, en Siresa, este singular monasterio románico conserva los restos del que posiblemente fuera el monasterio más antiguo de Aragón. Su origen es del siglo IX, aunque se considera que puede ser incluso previo, de época visigoda. Se dice también que en este lugar fue bautizado y pasó sus primeros años el rey Alfonso I El Batallador.

  • Ansó, digno colofón

Miembro de la red de “Los pueblos más bonitos de España” y, desde 2006, declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón como conjunto histórico-artístico, el pueblo de Ansó, en el vecino valle del mismo nombre, bien puede ser la manera perfecta de cerrar un viaje a la Selva de Oza. No hay que perderse su enorme iglesia fortificada de San Pedro, ni su Museo del Traje Ansotano, pero, sobre todo, hay que disfrutar el encanto de su singular casco urbano.

Lugares como Sangüesa y Sos del Rey Católico, por el oeste, y Sabiñánigo y la comarca del Alto Gállego, al este, e incluso Huesca, también suponen escalas más que interesantes para visitar antes o después de descubrir la Selva de Oza, aunque ya se trata de lugares más lejanos.