Hay quien dice que, aunque Ibiza es una isla pequeña, oculta mil rincones secretos. Entre ellos, calas de arena blanca, encantadores cascos históricos, entornos naturales de excepción, y mercadillos hippies.
En la zona norte de la isla se encuentra Port de Sant Miquel, a unos 20 kilómetros de la capital, de Sant Antoni y de Santa Eulalia. En uno de los acantilados de su puerto se puede visitar la Cueva de Can Marçà. Situada en un espacio de impresión, con vistas a las islas de Murada y Ferradura, las caprichosas formas de las rocas han creado un fascinante escenario que hoy se presenta al visitante en un recorrido lleno de efectos. ¿Quieres conocer uno de los mayores reclamos de Ibiza?
- Marçà, historia de una cueva de Ibiza
- Recorrido por la cueva de Can Marçà
- Excursión en barco hasta la cueva de Can Marçà
Marçà, historia de una cueva de Ibiza
Es curiosa la forma en que se descubrió la cueva de Can Marçà, ya que fue hallada por contrabandistas que la utilizaron durante años para guardar su mercancía. Eran capaces de acceder a ella gracias a una abertura situada a 10 metros sobre el nivel del mar. De esa manera, izaban las cajas desde sus embarcaciones y las escondían en la cueva donde permanecían seguras hasta su posterior retirada.
Sin embargo, esta cueva se formó muchísimo antes, hace más de 100.000 años, debido a varias fallas. Al haber pasado por glaciaciones y climas tropicales, en la actualidad se presenta en estado fosilizado. Solo en los lugares más profundos el continuo goteo de agua sigue haciendo crecer las estalactitas y estalagmitas.
En la década de los 70, del siglo XX, la visitó por primera vez –tras el abandono de los contrabandistas– el espeleólogo belga Jean Pierre Van der Abeelle. Allí encontró fósiles de especies animales ya extintas. Unos años más tarde, se decidió acondicionar la gruta de Can Marçà y abrirla al público. Para ello, se trató de recuperar el aspecto de antaño, con las cascadas que existieron, y se introdujeron efectos de luces y sonidos.
Recorrido por la cueva de Can Marçà
Lo primero que llama la atención al visitarla es el exterior de la gruta, que está situada junto a un mirador con unas panorámicas absolutamente privilegiadas del puerto, de la isla Murada y de la torre de Balansat. También cuenta con una terraza-bar donde disfrutar de estas vistas mientras esperas para adentrarte en el interior.
Esta visita puede ser un plan perfecto para hacer en compañía de los más pequeños, ya que contemplar la cueva es algo emocionante y, a la vez, aprenderán datos curiosos sobre geología y formaciones de grutas.
La oquedad por la que se entra se localiza a unos 14 metros de altura, y se accede a través de un sendero escalonado entre los acantilados. El itinerario dura entre 35 y 45 minutos, siempre con guía y en grupo. No olvides llevar calzado cómodo y una chaqueta, porque dentro de la cueva la temperatura es inferior.
El camino se extiende unos 350 metros, con un ligero ascenso al alcance de cualquiera. Así, irás pasando por diferentes salas: la sala de la Entrada; el tempo de Buda, donde se contempla la mayor concentración de estalactitas y estalagmitas; la sala de la Cascada, quizás la más impresionante debido a los juegos entre el agua, el sonido y las luces; el lago de los Deseos, con un color en el agua que llamará tu atención debido a que está tratado con fluoresceína; y, por último, las Galerías Secas, que conducen directamente a la salida de la cueva de Can Marçà.
Juega con los más pequeños a buscar las marcas negras y rojas que hicieron los contrabandistas en las rocas para señalar los caminos de emergencia, pues aún se conservan.
La visita guiada se ofrece en varios idiomas dependiendo de las personas que formen el grupo. No es necesario reservar con antelación, sino que puedes conseguir tus entradas directamente en la cueva. También disponen de baños, aparcamiento y tienda de recuerdos.
Excursión en barco hasta la cueva de Can Marçà
Otra estupenda alternativa es reservar una de las excursiones en barco que se ofertan para conocer la cueva de Can Marçà, con un itinerario que permite recorrer el entorno desde un punto de vista diferente.
Las salidas se efectúan desde diferentes puertos, como Sant Antoni (San Antonio), Pinet Playa o Port d’Es Torrent, llegando hasta el Port de Sant Miquel. Al ser excursiones organizadas, una vez que llegues al puerto, un minibús te trasladará hasta la cueva para que realices la visita, dejando tiempo para que no te pierdas las maravillosas panorámicas.
Después, dependiendo de los servicios que hayas contratado, te ofrecerán almorzar en uno de los restaurantes de Port de Sant Miquel o continuar con la travesía en barco de regreso al origen. Puede ser una actividad diferente, perfecta para realizar con niños o en pareja, que invita a vivir momentos irrepetibles navegando por las aguas de Ibiza.
La cercanía de Port de Sant Miquel te permite también aprovechar el día para comer en alguno de sus estupendos restaurantes con vistas al mar: Port Balansat tiene su propio marisco, en Can Tothom sirven un arroz delicioso y, también, puedes tomar algo en Utopía Beach Bar.