Ibiza es una isla de calas vírgenes, de mucha discoteca y vida artística, de artesanía, de tradición contracultural… pero una de sus mejores cualidades es cómo se compenetran esta vida ajetreada y la Ibiza blanca de casas encaladas, acogedora e íntima.
Gracias a ese conjunto de riquezas naturales, culturales y arquitectónicas, en 1999 fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Se la premiaba así por sus praderas de posidonia oceánica, el poblado fenicio Sa Caleta o el recinto de Dalt Vila. Este hecho se sigue conmemorando con la celebración de una feria medieval todos los años.
En los 60 y 70, Ibiza se hizo popular en el mundo entero por los hippies, viajeros y naturalistas que la reconocieron como un lugar en el que la modernidad, la tradición, el aislamiento y los paisajes paradisíacos se complementaban de manera singular. Sin ir más lejos, Pink Floyd le dedicaría un tema a uno de sus bares en 1969.
- Dalt Vila, un recinto amurallado
- Catedral de Santa María de las Nieves
- La Marina de Ibiza, un barrio cosmopolita
- Plaza del Parque o de S’Alamera y Paseo Vara del Rey
Dalt Vila, un recinto amurallado
A finales del siglo XVI, Felipe II decidió establecer una fortificación en lo alto de la isla, con la que protegerla de ataques de piratas y otomanos. Ibiza era muy importante no sólo por su posición estratégica, sino también por el comercio de la muy preciada sal ibicenca. Es entonces cuando se encarga la obra al ingeniero Giovanni Battista Calvi, que la llevó a cabo con rocas de islotes cercanos, como Es Freus o Atlantis.
Y desde entonces, Dalt Vila se eleva rocosa sobre el blanco de las casas apiñadas en las laderas del monte Puig de Vila. En sus distintos niveles nos acompañan palmeras, buganvillas, orquídeas y otras flores de vivísimos colores. Sus calles empedradas, estrechas y sombreadas, discurren al abrigo de las palmeras, los muros encalados y los jardines que asoman desde detrás de sus tapias. En lo alto, subiendo por el Carrer Major, desembocaremos en la plaza de la Catedral: abierta al mar y al infinito Mediterráneo.
No hay más que dar una vuelta por su entorno para descubrir muchos lugares interesantes, y estos son algunos de los más destacados:
Baluartes de la fortificación
La muralla renacentista de Dalt Vila contaba con un perímetro de 1.800 metros, con siete baluartes y cinco entradas. En su día, los baluartes servían para aumentar los ángulos de tiro y la eficacia del fuego abierto desde sus muros. Hoy día, aumentan la eficacia de las fotos y panorámicas que podemos tomar de la ciudad. De este modo, el baluarte de San Bernard ofrece vistas sobre Formentera o Figuerets, y el de Santa Lucía, una de las mejores imágenes de Ibiza.
Puertas de la ciudad
La antigua ciudad tenía hasta cinco entradas. Sa Portella era el único acceso de la ciudadela árabe, mientras que la puerta principal era, y sigue siendo, el Portal de ses Taules. Al final de su rampa de acceso, nos encontramos con dos estatuas y el escudo de la Corona en lo alto, donde se nos indica que Felipe II fue el que amuralló la ciudad.
Dalt Vila ofrece una oferta museística muy variada. Aquí encontraremos el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo Arqueológico y, entre otros, el Centro de Interpretación Madina Yabisa, sobre el asentamiento musulmán.
Almudaina o Castillo de Ibiza
La Almudaina era parte del recinto amurallado que construyeron los musulmanes (anterior a Dalt Vila). Actualmente está unida al castillo, y en su origen era la sede administrativa y militar del wali o guardián musulmán. De arcos apuntados, ofrece un perfil elegante y estilizado. Su visita es casi obligada, y quizá haga falta decir que este complejo fue una de las mejores bazas de la isla para gozar del calificativo de Patrimonio de la Humanidad.
Catedral de Santa María de las Nieves
La Catedral de Ibiza se encuentra dentro de Dalt Vila y fue construida sobre la antigua mezquita de Yesbisah –muy probablemente, ésta lo fuera sobre un antiguo templo romano a su vez–. Su estructura original es del siglo XIV, pero la importante remodelación que sufrió tres siglos después la han dotado de una fuerte inspiración barroca. Sobria y robusta, fue una construcción a medio camino entre lo religioso y lo militar, pues debía protegerse de los siempre frecuentes ataques por la costa.
La Marina de Ibiza, un barrio cosmopolita
El barrio de la Marina se extiende desde los pies de la muralla hasta el puerto. Es una zona muy animada, aunque en su origen fue un barrio de pescadores y trabajadores del puerto y los astilleros. Lo más recomendable es dejarse llevar por sus encantadoras callejuelas, con persianas y ventanas de vivos colores. En él encontramos el Portal de ses Taules y el Mercat Vell, el antiguo mercado de campesinos. Hoy día todavía venden fruta y verduras en su interior.
La Marina es, sin duda, un barrio para callejear, con mucho ambiente, ocio, música, galerías de arte, tiendas de artesanía, de souvenirs y de productos de lujo. Todas las noches de mayo a octubre se celebra un mercadillo en su espacio, con una gran variedad de productos.
Aquí vivía en su origen la población que no podía ocupar la ciudad amurallada, la gente más pobre y expuesta a los ataques corsarios. Hoy es uno de los centros de ocio de la ciudad. A su derecha tenemos el también barrio medieval de Sa Penya y, a la izquierda, el ensanche de la ciudad, al que llegaremos a partir del Paseo Vara del Rey.
Plaza del Parque o de S’Alamera y Paseo Vara del Rey
Vara del Rey es, sin duda, el principal paseo de Ibiza, su “Gran Vía”, con muchos comercios y zonas de restauración. En él destacan sus edificios de aspecto neocolonial, como el Hotel Montesol, de 1933 y catalogado como Bien de Interés Comercial, y el Café Montesol, también asociado con la cultura hippy. Es el paseo más largo de la ciudad, con 250 metros, y aquí se celebran mercadillos, conciertos de navidad, de jazz o fiestas de carnaval. En 2017 fue reformado para ser completamente peatonal.
El Paseo Vara del Rey separa la parte antigua de la ciudad del ensanche diseñado a principios del siglo XX. Por él caminaremos a la sombra de árboles de gran tamaño, acompañados por coloridas flores y arbustos y, por supuesto, el ambiente cosmopolita de esta zona tan cercana al puerto.
Y, aledaña al Paseo Vara del Rey, encontraremos la céntrica Plaza del Parque o Plaça del Parc. Aquí podemos tomar el almuerzo, salir de noche o disfrutar de su ambiente bohemio en sus múltiples terrazas. Antiguamente era conocida como El Amarradero, porque aquí dejaban los campesinos que iban a la ciudad sus monturas y carros. Hoy día es el punto de encuentro de músicos callejeros, artistas, malabaristas… en definitiva, muchos de los que han cimentado la fama de Ibiza como refugio de creación y de cultura.