Entre mitos y leyendas, la Cueva de los Verdes se muestra ante el viajero como un privilegiado escenario teatral donde las caprichosas formas de la lava realizan su mejor representación. Esta gruta creada tras la erupción del Volcán Corona hace más de 4.000 años es una de las visitas imprescindibles en Lanzarote. Forma parte, al igual que los Jameos del Agua, de un sistema de tubos subterráneos creado por el paso de la lava procedente del volcán en dirección al mar.
La creación de la Cueva de los Verdes (y de otras oquedades y galerías) se puede explicar por la coincidencia de dos circunstancias: el flujo de la corriente incandescente de lava y una superficie que al enfriarse quedaba petrificada. En el interior de ese improvisado túnel se iban generando vacíos que explotaban al ser inflados por los gases. Dicho canal subterráneo, que comienza en el cráter y se prolonga unos 6 kilómetros, llega hasta el océano. A la última franja, que está bajo el agua y mide un kilómetro y medio, se le ha dado el nombre de Túnel de la Atlántida.
Cueva de los Verdes. Un santuario natural
Antes de convertirse en atracción turística, esta cueva situada en el municipio de Haría, fue empleada en los siglos XVI y XVII como lugar donde ocultarse durante los ataques de piratas procedentes del norte de África. No fue hasta un siglo después cuando su importancia geológica fue reconocida y comenzó a recibir las visitas de científicos y eruditos europeos que quedaron fascinados por una formación volcánica tan poco habitual. Según se cuenta, el nombre de ‘los Verdes’ le viene dado en recuerdo a una familia local que solía guardar su ganado en el interior.
Su despegue como propuesta para los visitantes de Lanzarote comenzó en 1964, cuando se habilitaron dos kilómetros de recorrido. Desde ese momento se incorporó a la red de Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote, al igual que Timanfaya o las Montañas de Fuego, los Jameos del Agua, el Jardín de Cactus y el Mirador del Río.
El actual aspecto de la Cueva de los Verdes se debe al artista Jesús Soto, a quien el Cabildo de Lanzarote encargó en la década de los sesenta la misión de adecuar esta maravilla volcánica para recibir turismo. Soto, que también fue colaborador de César Manrique, aplicó su conocimiento de la luz y las sombras a diversos espacios con el objetivo de destacar la piedra y de resaltar las caprichosas formas que la lava había dejado tras la erupción. Los tonos rojos, grises, negros y ocres parecen jugar con las luces creando curiosos efectos cromáticos.
El visitante suele mostrar sorpresa por el sistema de galerías superpuestas y conectadas entre sí de manera vertical y por su altura, que llega en algunas zonas a los 50 metros de altura y 15 metros de anchura. El paseo por el interior siempre es agradable por la temperatura constante (en torno a 19 ºC) y por las curiosidades que los guías cuentan. Suelen destacar las formaciones y estructuras pétreas más peculiares como estalactitas de lava y marcas que indican los niveles del paso del río de fuego. Algunos de sus espacios más destacados son el Auditorio, la Sala de las Estetas, la Garganta de la Muerte y la Puerta Mora.
Otras visitas sorprendentes en Lanzarote
Los amantes de la vulcanología también disfrutarán visitando los Jameos del Agua, una magnífica intervención de César Manrique sobre otro fragmento del mismo túnel de la Cueva de los Verdes. Ambas visitas son perfectas para un viaje con niños a Lanzarote, aunque es necesario guardar ciertas precauciones y, si los niños son pequeños, mejor llevar una mochila portabebés porque no está permitido el paso de sillas de paseo.
Otra magnífica obra de Manrique, que contó para su ejecución con el arquitecto Eduardo Cáceres y del artista Jesús Soto, es el Mirador del Río, que ofrece una buena panorámica de La Graciosa, la octava isla canaria, y el archipiélago de Chinijo. Situado en el Risco de Famara, a 400 metros de altura, cuenta con un interesante conjunto donde el edificio principal se encuentra cubierto por roca volcánica.
Por su singular paisaje, las Montañas de Fuego es otra de las sugerencias en esta isla canaria. El aspecto desolado, las ondulaciones del terreno y el imperante color rojizo del Parque Nacional de Timanfaya, producto de varias erupciones volcánicas, lleva a buscar referencias en planetas como Marte. Es una excursión adecuada para hacer en pareja, con amigos o en familia, ya que los recorridos se hacen mayormente en autobús, en dromedario y algún tramo reducido a pie.
La última gran obra de César Manrique es el Jardín de Cactus, donde se pueden contemplar 4.500 ejemplares de 450 especies de los cinco continentes.