La última obra de César Manrique en Lanzarote podría definirse como un auténtico museo del cactus, ya que acoge una amplísima variedad de ejemplares de esta planta perteneciente a la familia de las cactáceas. Solo una mente creativa como la del artista lanzaroteño pudo plantearse establecer un oasis vegetal en una zona relativamente degradada de la isla, la cual hasta el momento había ejercido de rofera, término autóctono usado para definir las canteras de donde se extraen áridos.
- Una propuesta paralizada en el tiempo
- El Jardín de Cactus, una obra total
- Los espacios complementarios al Jardín de Cactus
Una propuesta paralizada en el tiempo
El proyecto para la ejecución del Jardín de Cactus resultaría arduo, pues, aunque se empezó a hablar del mismo en la década de los sesenta, no se culminaría hasta el año 1990. En efecto, la década de los sesenta marcaría un antes y un después en el patrimonio insular, ya que fue en 1966, al regreso de una estancia en Nueva York, cuando Manrique se decidió a explotar la singularidad natural de Lanzarote, potenciándola a través del arte. Esta determinación generaría posteriormente una posibilidad de explotación turística del patrimonio lanzaroteño, y a partir de ese momento empezaron a concebirse obras icónicas para la isla, como los Jameos del Agua, el restaurante El Diablo, el Monumento al Campesino o el Mirador del Río.
Por aquellos años, César Manrique promovió que el Cabildo de Lanzarote comprara el terreno que acogería el Jardín de Cactus –ubicado en la localidad de Guatiza, en el municipio de Teguise–, lo amurallara y, finalmente, restaurara el molino que en la actualidad domina el conjunto. No obstante, dicha obra quedó sumida en un letargo hasta que fue retomada en los años ochenta y concluida, en 1990.
El Jardín de Cactus, una obra total
La última intervención de Manrique en la isla es hoy día uno de los espacios más visitados de Lanzarote. El jardín alberga en torno a 4.500 ejemplares de cactus, integrados en un total de 450 especies distintas, las cuales se agrupan asimismo en 13 familias. Sin embargo, la colección se va incrementando, por lo que poco a poco van sumándose nuevas plantas llegadas de los cinco continentes. Así pues, hay ejemplares originarios de Madagascar, Perú o Tanzania, así como cactus autóctonos del archipiélago canario. Esta impresionante diversidad y, por supuesto, el magnífico diseño de César Manrique, han contribuido a que el conjunto sea considerado Bien de Interés Cultural, en la categoría de Jardín Histórico. Esto supone que los valores patrimoniales, culturales y naturales del mismo están totalmente protegidos.
Como es habitual en todas las creaciones de César Manrique, el polifacético artista lanzaroteño apostó en el Jardín de Cactus por la realización de una obra de arte total, conjugando para ello disciplinas muy diversas, como el paisajismo, la arquitectura, la pintura o la escultura, para concretar finalmente un espacio de enorme belleza. De hecho, los viajeros que visitan en la actualidad el conjunto encuentran un espacio que destaca por su estética y tranquilidad, resultando un plan perfecto para disfrutar el potencial natural de Lanzarote.
A nivel visual, destacan los tonos verdes y amarillos de los cactus, pudiendo encontrarse en el jardín ejemplares de todas las alturas y formas, desde los más alargados, habitualmente movidos por el viento insular, hasta los más pequeños, que apenas se elevan unos centímetros del suelo. Entre ellos, emergen con gran potencia varios monolitos de ceniza volcánica, a modo de vestigios que recuerdan la función originaria del terreno. También cobra una gran relevancia en el paisajismo el azul del cielo, el cual se refleja en el agua de las lagunas —donde pueden verse algunos peces—, así como los nenúfares que flotan en su superficie.
La estructura del Jardín de Cactus fue ideada con una intención efectista, pues busca deliberadamente la sorpresa del espectador. Es por ello que se ingresa al mismo a través de un acceso curvo que sortea una escultura central, puesta allí con la intención obvia de privarnos de una visión demasiado temprana del conjunto. Una vez superada esta, el visitante puede gozar de una panorámica completa del jardín y descender por las escalinatas para disfrutar de la impresionante concentración de cactus.
El jardín está organizado como si de un anfiteatro se tratara, agrupándose sus plantas en diferentes terrazas conectadas por pequeñas escalinatas. Del mismo modo, hay diminutos puentes que permiten salvar las lagunas y continuar el paseo por los senderos empedrados.
Como elementos especialmente memorables, llama la atención el impresionante cactus de 8 metros de altura, la escultura figurativa que ejerce de fuente y las puertas de acceso, ornadas también con la temática del cactus, la cual se encuentra presente en toda la intervención. Asimismo, la nota de humor la pone el cactus denominado “asiento de suegra”.
Los espacios complementarios al Jardín de Cactus
En el horizonte del Jardín de Cactus sobresale el perfil de un molino de millo —es así como se conoce al maíz en las Islas Canarias–, radicando su interés en el hecho de ser uno de los últimos edificios de esta tipología conservados en la isla. Este edificio de comienzos del siglo XIX servía para elaborar gofio, un producto fundamental para la gastronomía de la región. Desde el molino, se puede disfrutar también de una de las mejores panorámicas del conjunto.
Igualmente, dentro del anfiteatro sobresalen dos construcciones rematadas en cúpula, destinadas a acoger la cafetería y la tienda del Centro de Arte, Cultura y Turismo. En la primera de ellas, los visitantes pueden degustar algunos de los platos típicos de la tierra, como las papas arrugadas, el pulpo canario o la hamburguesa de cactus. Además, vale la pena detenerse en algunos detalles de la misma, pues no por tratarse de un espacio auxiliar descuida su mobiliario, ligado plenamente a la inconfundible temática vegetal. Lo mismo ocurre con la tienda del jardín, donde los viajeros pueden comprar cactus, como no podía ser de otra forma, pero también obras ejecutadas por artesanos locales y productos de cosmética natural.
Hoteles cerca del Jardín de Cactus
Te ofrecemos tres propuesta de hoteles próximos al Jardín de Cactus y que pueden ser un buen punto de partida desde el que llegar a éste y al resto de atractivos de Lanzarote.
Barceló Lanzarote Active Resort. Situado frente al mar, en Costa Teguise, a poco más de 15 minutos en coche del Jardín de Cactus, este complejo es ideal para un público activo y amante de los deportes. Pero no solo para ellos: de hecho, este resort se caracteriza por ofrecer un equilibrio entre el bienestar y la actividad. Para los amantes de los deportes tiene instalaciones como un centro ciclista profesional, un track que rodea todo el perímetro del complejo, una piscina olímpica de diez calles y un gimnasio con las máquinas y aparatos más a la última, que ocupa cerca de 500 metros cuadrados. Además, tiene 659 habitaciones, de diferentes tipos y tamaños que se adaptan a los gustos tanto de parejas como de familias, grupos de amigos, o personas que viajan solas. Muy destacable es la oferta gastronómica, con ocho bares y restaurantes, que ofrece diferentes propuestas alrededor del mundo. También el capítulo del ocio, con animaciones diurnas y espectáculos de noche de una gran calidad.
Hotel Barceló Lanzarote Royal Level. Dentro del recinto de ese mismo complejo se encuentra este hotel, concebido como un refugio de servicios de primera clase y privacidad. Sus huéspedes tienen accesos exclusivos para ellos, con la posibilidad de practicar las mismas actividades que el resto de huéspedes de Barceló Lanzarote Active Resort. También, gracias a los acuerdos del hotel con empresas locales que organizan sesiones de surf, windsurf o kitesurf, golf y, además, un parque acuático. Tanto las 155 habitaciones como los espacios generales del hotel tienen una decoración moderna y elegante. En cuanto a la gastronomía, es muy recomendable el buffet Royal Level Asana, donde tienen lugar animadas cenas temáticas en torno a su showcooking de cocina española e internacional.
Hotel Barceló Teguise Beach. También se encuentra en Costa Teguise y se trata de un hotel solo para adultos. Aquí el diseño y la decoración de los espacios interiores y exteriores tienen una gran importancia, incluyendo detalles tecnológicos muy actuales. Muy interesante es la oferta de bares y restaurantes (Champs Sport Bar, B-lounge Bar, Breeze Gastro Piscina y el buffet Atlantic), donde se sirve una cocina de vanguardia muy atractiva. También resulta muy recomendable el Centro Wellness, donde disfrutar de una amplia carta de tratamientos de belleza y cuidado corporal. Y no deberías perderte un baño en cualquiera de las dos piscinas exteriores o, si te apetece, una completa sesión de ejercicio físico en el bien equipado gimnasio.