Con una situación estratégica en el centro de la isla, San Bartolomé se erige en un verdadero cruce de caminos, ya que, debido a su localización, se halla a corta distancia de prácticamente cualquier punto de Lanzarote. Además, dentro de su jurisdicción se encuentra Playa Honda, considerada la zona residencial más extensa de la isla, quedando el aeropuerto de Lanzarote a tan solo ocho kilómetros. Sí, hoy queremos contarte las virtudes de San Bartolomé e invitarte a visitar cuatro rincones imprescindibles. ¿Te apuntas?
El Monumento al Campesino y la escultura a la Fecundidad
El visitante recién llegado a Lanzarote descubrirá rápidamente que la huella de su artista más famoso, César Manrique, le perseguirá allá donde se dirija. Esto, sin embargo, no debería sorprendernos, pues Manrique es una figura de enorme relevancia en el devenir de la isla, sin la cual costaría comprender Lanzarote en plenitud.
El Monumento al Campesino lo conforman un conjunto de edificios concebidos por César Manrique como un homenaje público a los hombres y mujeres que se afanaron en el trabajo de su tierra natal para sacar provecho agrícola en condiciones muy adversas. Y es que el territorio insular presenta grandes dificultades para la producción agrícola, debido fundamentalmente a la importante actividad volcánica acontecida en siglos pasados, y, pese a ello, los campesinos lanzaroteños pelearon hasta conseguir productos de gran calidad, como por ejemplo sus reconocidos vinos.
El conjunto de edificios se organiza en torno a una plaza central, estando todos ellos inspirados en las tradiciones constructivas vernáculas. No obstante, Manrique evitó tomar como referencia un modelo concreto de edificio, optando en su lugar por conjugar diferentes tipologías representativas de la isla en su conjunto. Así pues, en el Monumento al Campesino se dan cita elementos tan diversos como patios, aljibes o chimeneas.
El interés del artista canario por los métodos arquitectónicos más tradicionales de la isla no es ningún secreto. De hecho, era muy consciente de que estos constituían un rasgo identitario y un símbolo distintivo de su tierra natal. El reflejo más evidente de esta idea se encuentra en el libro que publicó en 1972, Lanzarote, arquitectura inédita, donde establece un verdadero inventario de edificaciones típicas insulares.
Como es habitual en todas las obras de Manrique, el Monumento al Campesino —pese a tratarse de un conjunto de edificios— refleja una concepción plástica cercana a otras vertientes del arte, como la escultura o la pintura, alcanzado una gran belleza estética. Así, encontramos que en el complejo destaca el blanco luminoso de los muros, reservando un verde intenso para los elementos realizados en madera. Otra de las constantes en sus obras lanzaroteñas es la presencia de la vegetación, la cual adquiere gran peso, y de la roca volcánica, que encontramos en este caso en la escalera y el túnel que llevan al restaurante.
Los diferentes espacios museísticos englobados en el Monumento al Campesino pretenden que esa parte del patrimonio más inmaterial —la que hace referencia a los modos de vida pretéritos de los lanzaroteños— no se pierda, se reconozca y adquiera una continuidad. Por ello, los visitantes pueden encontrar expuestas herramientas de trabajo antiguas y comprender, por ejemplo, cómo se realizaban en el pasado las tareas de cestería y los tejidos. Asimismo, esta institución organiza en la actualidad actividades que buscan conservar el folclore de la isla y talleres enfocados a dar vigencia a las antiguas técnicas de artesanía.
Por su parte, la escultura denominada Fecundidad destaca por sus impresionantes dimensiones —tiene una altura de 15 metros—, así como por su estética vanguardista. La obra fue concebida por César Manrique, si bien la ejecución correría a cargo de Jesús Soto, artista canario que mantuvo una estrecha colaboración con Manrique, de la cual salieron obras icónicas para la isla de los volcanes, como el Mirador del Río, el Jardín de Cactus o la residencia Lagomar.
Llevar a cabo la escultura no resultó nada sencillo, principalmente por un condicionante que es característico de las islas pequeñas: la especial vehemencia del viento. Por otro lado, los artistas emplearon una materia escultórica poco habitual: tanques de agua de barcos, así como objetos de hierro y hormigón. El resultado es una espectacular figura humana subida a un animal de carga, alzándose ambos sobre un montículo de piedra conocido como La Peña de Tajaste.
¿Qué más visitar en San Bartolomé?
En San Bartolomé todavía te esperan otras tres interesantes propuestas:
- La iglesia de San Bartolomé. Este templo de finales del siglo XVIII fue diseñado por Francisco Tomás Guerra Clavijo, más conocido como el Mayor Guerra, y se encuentra a corta distancia del lugar donde se hallaba una antigua ermita. Llama la atención por su elegante y sobria fachada, en la cual cobran protagonismo el arco de la portada —precedido de una breve escalinata— y la torre, cuyo remate fue terminado en el siglo XIX. Su planta es de cruz latina, con una sola nave, y el tejado a dos aguas, salvo en la zona del presbiterio, donde la techumbre es a cuatro aguas.
- El Museo del vino El Grifo. Un ejemplo de cómo los lanzaroteños han sabido sobreponerse a los condicionantes del territorio es la elaboración del vino El Grifo, cuya producción se remonta a 1775 en la bodega más antigua del archipiélago canario. Los viajeros pueden descubrir en este museo, ubicado a menos de 10 minutos en coche del centro de San Bartolomé, el proceso de elaboración del vino con técnicas y maquinaria de la época. Además, cuenta con una espectacular biblioteca especializada en enología, que incluye más de 5.000 ejemplares.
- El Museo Etnográfico Tanit. Siguiendo de cerca el objetivo perseguido por la Casa Museo del Monumento al Campesino, el Museo Tanit promueve la conservación y difusión del patrimonio etnográfico de la isla, realizando un recorrido por los usos y costumbres lanzaroteños, el cual se inicia con los majos —los primeros aborígenes radicados en la isla— y concluye en la primera mitad del siglo XX.
Como ves, San Bartolomé está a un paso de Arrecife y cuenta con diferentes monumentos y museos que te ayudarán a comprender mejor la historia de isla de los volcanes.