El universo mágico de Antonio Gaudí encontró el ambiente perfecto en ese León de finales del siglo XIX para desarrollar uno de los estilos que más le entusiasmaron al arquitecto modernista catalán: el neogótico.
Era un arte que consideraba imperfecto, pero la magnificencia de la propia Catedral de León debió de absorber la atención de un genio de los trucos y los trampantojos que los maestros góticos habían ensayado muchas veces en este tipo de edificaciones.
Antonio Gaudí era un joven arquitecto que empezaba a despuntar en Barcelona, ya estaba trabajando en el Palacio Güell, la casa de su mecenas, Eusebi Güell, cuando los socios de un comerciante catalán asentado en León le encargaron un edificio de viviendas.
El empresario era Juan Homs y Botines, de ahí el nombre del edificio, y sus socios Mariano Andrés González-Luna y Simón Fernández Fernández. Buscaban, como hizo la burguesía catalana en su región, mezclar las últimas tendencias artísticas con funcionalidad en un momento en que la nobleza ya había dejado de ser la propietaria del destino del arte y eran los empresarios los que tomaban las riendas.
Ahora, 130 años después, esta casa de siete plantas, que está en manos de la Fundación Obra Social de Castilla y León, se ha convertido en un museo lleno de pinturas de grandes genios españoles como Goya, Dalí, Sorolla o Chillida, entre otros, pero también el ejemplo de cómo la iniciativa de unos empresarios puede transformar el diseño de una ciudad.
Casa Botines fue el primer edificio de estas características en León y además se convirtió en una bocanada de aire tan fresco que rompió con la mirada casi medieval que los responsables de la ciudad tenían de ella misma. A partir de esta joya modernista de Gaudí, León empezó a expandirse en las décadas posteriores hacia lo que ahora se conoce como ensanche.
Historia y construcción de la Casa Botines
La historia de Casa Botines está entrelazada con la del genio de Antonio Gaudí, su creador. El arquitecto catalán era muy joven cuando recibió el encargo de dejar su huella en este edificio de viviendas, aunque entonces ya estaba trabajando en las otras dos obras de arte suyas que están fuera de Cataluña: el Palacio Arzobispal de Astorga y el Capricho de Comillas.
Gaudí no había cumplido todavía los 40 cuando recibió la visita de Simón Fernández y Mariano Andrés, socios de Botines y propietarios de un almacén de tejidos y una casa de cambio en León.
Necesitaban una zona comercial más amplia, espaciosos almacenes en los que guardar su abundante mercancía y grandes viviendas donde se pudieran instalar las familias burguesas de la ciudad en régimen de alquiler. Necesitaban funcionalidad pero con estilo, que se viera que ellos, la burguesía, estaban a la altura de una nobleza en esos momentos de decadencia.
Las obras no empezarían hasta cinco años después, en 1892, pero la idea de levantar un edificio de viviendas al estilo del Ensanche de París le fascinó a Antoni Gaudí: Casa Botines aparecía como un nuevo reto.
El arquitecto catalán levantó un edificio de siete plantas que respondía a las estructura de las construcciones de la burguesía parisina que, siguiendo los planteamientos de Napoleón III y del barón Haussmann, transformaron la capital francesa en el icónico ensanche.
Tenía que tener una planta baja para los negocios, un sótano que funcionaría como almacén, la primera planta o planta noble iba a ser la residencia de los dueños y las plantas superiores, viviendas para alquilar.
Pero Gaudí supo mezclar esa inspiración francesa con su propia esencia, sus propios desafíos y se atrevió a utilizar, por primera vez, algunas novedades estructurales que hicieron sus obras tan características y que más tarde incluiría en otros proyectos como la Casa Calvet, la Casa Batlló y la Casa Milá, especialmente.
En ellas combina la decoración, el símbolo y el respeto máximo a la funcionalidad, la comodidad y la habitabilidad de los espacios interiores, entendidas desde un precoz racionalismo formado a partir de la observación atenta y el estudio minucioso de la naturaleza.
Durante más de 30 años, el edificio cumplió exactamente con las funciones para las que había sido diseñado. Sin embargo, en 1929, Casa Botines fue comprada por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, que subrogó los contratos de alquiler e instaló sus oficinas en la planta baja. Seguía, de esta forma, manteniendo viva la esencia de cada una de las plantas.
De hecho, su planta baja, donde se instaló la casa de cambio de Mariano Andrés González-Luna y Simón Fernández Fernández, siguió teniendo un uso bancario hasta hace muy poco, concretamente hasta el año 2017, cuando la Fundación Obra Social de Castilla y León (FUNDOS) decidió convertir la Casa Botines en un museo para abrirla al público por primera vez.
Museo Casa Botines: qué puedes ver
En el Museo Casa Botines se puede disfrutar de una parte de la Colección FUNDOS que está formada por más de 5.000 obras de arte entre pintura, escultura y obra gráfica. De este patrimonio, más de 200 piezas están depositadas en este museo.
Comprende un arco cronológico de aproximadamente cinco siglos, si bien su grueso se corresponde con los siglos XIX y XX. Entre los artistas más representativos se encuentran Francisco de Goya, Joaquín Sorolla, Salvador Dalí o Eduardo Chillida.
La mayoría de los cuadros llegaron a esta colección gracias al trabajo de las cajas de ahorros provinciales de Castilla y León que ya desde principios del siglo XX comenzaron a adquirir obras como una forma de poner al alcance de todos el arte, y no sólo en los grandes museos de Madrid o Barcelona.
De esta forma, se adquirieron cuadros de todas las vertientes regionalistas del costumbrismo español, desde Joaquín Sorolla hasta José Vela Zanetti; se recuperó patrimonio local con ejemplos de los siglos XVI, XVII y XVIII de escuelas muy diversas (castellana, valenciana y flamenca) y se apostó por autores contemporáneos que triunfaban en el panorama nacional e internacional, como Eduardo Chillida, Antonio Saura, Fernando Zóbel, Pablo Palazuelo, Antoni Tàpies, Luis Feito, Miguel Ángel Campano, José Caballero o el Equipo Crónica.
Dentro de la colección hay también un importante fondo de estampas, de entre las que destacan los Caprichos de Goya, de los que el museo posee una edición original, y la serie que Salvador Dalí realizó para ilustrar la Divina Comedia de Dante.
Información de interés para la visita
Se puede admirar Casa Botines en una visita guiada por un experto en arte. En este recorrido, no sólo le explicará aspectos de la colección sino también los secretos revolucionarios del propio edificio y la historia de la casa. En esta visita se llega hasta la bajocubierta y el torreón de Gaudí, desde el que se ve parte de la ciudad de León mediante diferentes perspectivas.
Sin embargo, ahora hay una nueva forma de visitar Casa Botines mucho más divertida: teatralizada. Una representación con personajes relacionados con este emblemático edificio van narrando la historia de Casa Botines, sobre todo la de la saga familiar que levantó el inmueble. El texto que representan incluye incluso frases textuales del propio Gaudí para explicar su genialidad. En este caso también se accede a la colección y al torreón.