Madrid es un gran museo al aire libre de esculturas que salen al paso de los vecinos y visitantes. En el corazón de la ciudad, nos encontramos con las más célebres, como la Cibeles, el dios marino Neptuno y hasta con El oso y el madroño, una figura que forma parte del escudo de la ciudad. Son, posiblemente, las estatuas más fotografiadas de Madrid y de España. Pero, además, la capital tiene un amplio catálogo de otras menos conocidas, repartidas por el casco histórico y los barrios, que esconden secretos singulares. En este artículo queremos introducirte en el singular universo de las estatuas de Madrid.
Realistas, abstractas, históricas…
Las hay realistas, abstractas, alegóricas, históricas, pequeñas, monumentales… Las estatuas son también importantes monumentos de Madrid. Y son tan diversas como las manos de sus creadores. Solamente en el parque del Retiro hay un bosque de al menos 50 estatuas de personajes históricos y mitológicos. Porque Madrid está plagado de figuras impasibles de piedra o bronce que despiertan las emociones de quienes las contemplan.
Las estatuas más importantes de Madrid
Hay algunas estatuas que son iconos y símbolos de Madrid. Son las que inmortalizan con su cámara todos los que llegan a la capital. Nadie se escapa a la tentación de fotografiar las fuentes de Cibeles o Neptuno, la escultura de El oso y el madroño o la figura ecuestre de Carlos III en la Puerta del Sol. Te contamos algunos detalles sobre estos emblemas de la ciudad.
El Oso y el Madroño.
Obra del escultor Antonio Navarro Santafé, esta escultura se encuentra, desde su inauguración en 1967, en uno de los extremos de la Puerta del Sol de Madrid, junto a la calle de Alcalá, y siempre está rodeada de turistas. El conjunto escultórico de “El oso y el madroño” está realizado en piedra y bronce, pesa 20 toneladas, mide 4 metros de altura y su imagen es una de las grandes señas de identidad de Madrid. Al parecer, el artista se inspiró en un oso pardo macho de la Casa de Fieras del Retiro que había sido capturado en los Picos de Europa. Una curiosidad: el oso carece de atributos masculinos, al igual que los leones del Congreso de los Diputados.
La Cibeles.
Esta diosa griega de la Madre Tierra, asociada a la fertilidad, monta un carro que simboliza la superioridad de la madre Naturaleza, a la que se subordinan los poderosos leones que tiran del mismo. Esta leyenda, si alguien quiere profundizar en ella, la cuenta Ovidio en las “Metamorfosis”. La fuente monumental de Madrid representa a esta deidad desde que Carlos III la mandó construir. De su diseño se encargó el arquitecto Ventura Rodríguez y su ejecución estuvo a cargo de los artistas Francisco Gutiérrez (la diosa y el carro) y Roberto Michel (los leones). Desde entonces se ha convertido en uno de los símbolos de Madrid a nivel mundial. Además, su fama se incrementa porque el Real Madrid convoca siempre en el entorno de la Plaza de Cibeles, la celebración de sus triunfos deportivos.
Neptuno, en la plaza de Neptuno.
No muy lejos de la Cibeles, en la plaza de Cánovas del Castillo, se encuentra la Fuente de Neptuno, un monumento de estilo neoclásico que fue también diseñado por Ventura Rodríguez a finales del siglo XVIII. De la obra escultórica se encargó Juan Pascual de Mena, quien murió antes de finalizar el trabajo, por lo que la hubo de continuarla uno de sus discípulos, José Arias. El dios Neptuno se presenta con una culebra enroscada en una mano y el tridente en la otra, levantado sobre un carro formado por una concha tirada por dos caballos marinos con cola de pez. Los aficionados del Atlético de Madrid celebran en la plaza de Neptuno sus títulos y éxitos deportivos.
Carlos III en la Puerta del Sol.
Realizada en bronce, esta estatua es la única de Madrid en la que el rey Carlos III aparece a caballo. Aunque parezca mucho más antigua, la figura del monarca fue creada en 1993 por encargo del Ayuntamiento de Madrid, que quiso rendir homenaje a este rey como el mejor alcalde de la ciudad. Es obra de los escultores Eduardo Zancada y Miguel Ángel Rodríguez, que presentan al monarca vestido de gala, con la peluca típica de la época y con el Toisón de Oro y la Cruz de Carlos III sobre el pecho. En el pedestal, de 5 metros de altura, figuran las obras civiles que se llevaron a cabo en su reinado. En Madrid hay otras dos estatuas del rey Carlos III: una en el Jardín Botánico y la otra, en los Jardines de Sabatini, junto al Palacio Real.
Estatua de Goya frente al Museo del Prado.
El célebre escultor valenciano Mariano Benlliure firma esta escultura colosal que está situada frente al acceso norte del Museo del Prado, en la calle de Felipe IV. Realizada en bronce y mármol, la figura representa al artista de Fuendetodos de cuerpo entero y de pie, vestido a la moda del siglo XIX, con gabán largo, chaleco, botas y pañuelo al cuello. Con su mano izquierda, sujeta su sombrero y con la derecha, su bastón. El pedestal en el que se encuentra la estatua consta de dos partes. En la superior, aparecen el nombre de Goya, la fecha de su nacimiento y muerte, además del año de ejecución de la escultura: 1902. Y en el inferior se reproducen algunas escenas de sus pinturas negras y grabados, además de “La maja desnuda”. Toda la base del monumento se adapta perfectamente al desnivel de las escalinatas que dan acceso al Museo del Prado.
Ruta por el Madrid más castizo y sus estatuas más peculiares
Además de las estatuas emblemáticas de Madrid que todo el mundo reconoce, queremos poner en valor otras obras singulares que encierran historias emotivas y singulares. Algunas de ellas son las siguientes:
El barrendero de la plaza de Jacinto Benavente.
Esta estatua es tan realista que uno imagina que está ante un barrendero en plena faena con el cepillo en la mano. Pero no, es una figura de bronce que lleva por título “Barrendero madrileño 1960”. Es una pieza muy conocida de Félix Hernando García con la que se rinde tributo a un colectivo de trabajadores esenciales en la ciudad. La estatua fue colocada en la plaza de Jacinto Benavente, a un paso de la Puerta del Sol, en 2001.
El vecino curioso.
Esta estatua también se encuentra en un lugar muy céntrico, en la confluencia de la calle Mayor con la de la Almudena. Está realizada en bronce y representa una figura masculina asomada sobre una barandilla desde la que se pueden contemplar los restos arqueológicos de la iglesia de Santa María de la Almudena. Su autor es Salvador Fernández Oliva y se realizó en 1999 para que los viandantes se asomaran también y sintieran curiosidad por la historia antigua de Madrid.
Julia.
Representa a la primera estudiante universitaria de Madrid que, al parecer, cursaba estudios en la Central de San Bernardo disfrazada de hombre. Su figura, situada en la calle del Pez, semiesquina a la de San Bernardo, aparece apoyada sobre uno de los muros del Palacio Bauer y hay quien dice que es Concepción Arenal, la escritora y jurista que en 1840 se vestía como un hombre para poder estudiar Derecho. El artista, Antonio Santín, bautizó su obra “Tras Julia”. Curiosamente, en la plaza de Colón, se encuentra ahora, de forma temporal, otra escultura, de nombre “Julia”, del artista contemporáneo Jaume Plensa (Barcelona, 1955). Se trata de una impactante y hermosa cabeza femenina de 12 metros de altura realizada en resina de poliéster y polvo de mármol blanco.
La abuela roquera.
Hay que salir del centro de la ciudad y dirigirse al popular barrio de Vallecas para descubrir esta singular estatua que rinde homenaje a Ángeles Rodríguez Hidalgo (1900-1993). Éste es el nombre de una mujer apasionada del rock, que era fan de AC/DC y que escribía de música para la revista “Heavy Rock”. La escultura es obra de Carmen Jorba y se financió en 1994 con el dinero obtenido de un concierto en el que actuaron Esturión, Ñu, Asfalto, Sobredosis y otras bandas célebres del “heavy metal” nacional en la época.