Cada 11 de agosto, con la venida de las fiestas de la Paloma, las estrechas y sinuosas calles del barrio de La Latina se transforman en un panorama florido en el que la algarabía de los chotis —música y baile popular madrileño— se entremezcla con la degustación de los manjares más castizos de la zona. El epicentro de esta gran oda a la alegría se encuentra en la Iglesia de la parroquia de San Pedro el Real —popularmente conocida como Iglesia de la Paloma—, templo que acoge desde principios del siglo XX el famoso retrato de la virgen homónima por el cual madrileños y madrileñas han sentido y sienten poderosa devoción. Sin ser la patrona oficial de dicha villa, la virgen de la Paloma ha sido tradicionalmente considerada «patrona popular de Madrid”, siendo por ello su verbena la más grande de la trilogía veraniega que conforma junto con las de San Cayetano (1 al 7 de agosto) y las de San Lorenzo (8 al 11 de agosto). Trajes de chulapo y chulapa, bailes y conciertos, jarras de limonada y tortillas de patata, farolillos adornando los portales y ramos de flores en las fachadas… Todo esto y mucho pasa en el mismo centro de Madrid durante cuatro días que no te querrás perder.

  1. El nacimiento de la virgen de la Paloma
  2. La procesión (o un paseo distinto por el corazón de La Latina)
  3. El lado más festivo de la Paloma

El nacimiento de la virgen de la Paloma

Un día cualquiera de 1787, una vecina de La Latina llamada Isabel Tintero observó cómo, en un solar contiguo a su calle —la de la Paloma—, unos niños se divertían jugando con lo que parecía ser un lienzo al óleo de Nuestra Señora de la Soledad. De inmediato se lo requisó, enmarcándolo y guardándolo primero en casa; y más tarde exponiéndolo en su portal bajo la luz de unos farolillos. Sin ser este un fenómeno aislado en aquellos días, lo cierto es que la mencionada imagen capturó la atención de los vecinos como ninguna otra lo había hecho hasta entonces. De la noche a la mañana, una serie de milagros fueron atribuidos al retrato, cuya virgen pintada pronto mudaría el nombre oficial por uno más popular: Virgen de la Paloma (por la calle en la que era exhibido). Alrededor del mismo se fue arremolinando toda una legión de devotos, contándose entre ellos, según dicen, la mismísima María Luisa de Parma —entonces esposa del monarca Carlos IV—, quien creía firmemente haber obtenido de la Virgen la curación de su hijo.

 

 

De cualquier manera, pronto la casa de la señora Tintero se quedó pequeña para tanto peregrino, por lo que el retrato fue trasladado a una pequeña capilla situada en un campillo de la misma calle. Esta sería saqueada durante la invasión napoleónica de 1808, siendo la misma Isabel Tintero la encargada de ocultar el cuadro durante aquellos días. Tras un siglo de creciente popularidad, el traslado definitivo del retrato no se produce hasta 1912, año en el cual la iglesia de la parroquia de San Pedro el Real (calle de la Paloma, 19) termina sus obras y cede su altar.

La procesión (o un paseo distinto por el corazón de La Latina)

En la actualidad, la virgen continúa siendo el centro de las miradas, a pesar de todo el añadido festivo que a lo largo de los años se ha ido generando a su alrededor. Cada 15 de agosto —fecha coincidente con el día de la Asunción de María—, la fachada de la iglesia de la Paloma acostumbra a acoger una ofrenda floral de mano de los vecinos. Esta es acompañada de dos misas: la de la mañana, a la que suele asistir el alcalde de turno; y la de la tarde, durante la cual un bombero —de cuyo cuerpo es patrona— procede a descolgar el lienzo, el cual es llevado en procesión por las principales calles y plazas del barrio.

El recorrido en sí mismo es un espectáculo digno de ser presenciado. Entre la multitud de espectadores que escoltan la carroza —personalidades públicas incluidas—, son especialmente aquellos ataviados con traje de chulapo los que acostumbran a competir por ver quien piropea a la virgen del modo más divertido y original.

 

 

La Gran Vía de San Francisco, Puerta de Toledo, calle de Toledo, plaza de la Cebada, Puerta de Moros, Carrera de San Francisco, calles de Calatrava y la Paloma… Estos son algunos de los puntos calientes por los que transita la virgen, cuyo cortejo nos permite además apreciar elementos decorativos tan castizos como las guirnaldas elaboradas a base de mantón de manila, o las coloridas estampas marianas en puertas y ventanas.

El lado más festivo de la Paloma

Como decíamos, la fiesta de la Paloma se empalma, desde finales del siglo XX, con la de San Cayetano —zona de Rastro/Embajadores — y la de San Lorenzo —zona de Lavapiés—, formando juntas una verdadera trilogía veraniega de verbenas. Y es que, si bien la procesión del día 15 representa la vertiente más religiosa del evento, desde el día 11 otra serie de actividades lúdicas nos recuerda su pasado más popular. Nos referimos a los clásicos campeonatos de petanca, ajedrez, rana y mus; a los concursos de chotis, pasodobles y mantones; o a la elección de chulapas y chulapos (tanto en categoría adulta como infantil).

 

 

La gastronomía es otro de los grandes pilares sin los cuales la Paloma no sería lo mismo. Bebidas míticas como la sangría o la limonada son el complemento perfecto para una ración de patatas bravas, unas sardinas asadas, o una buena tortilla española. Y cómo no, la cocina a base de casquería no podía faltar a la cita: las gallinejas (o tripas fritas de gallina) y los entresijos (tripas fritas de cordero) son servidos en bares y puestos, acompañados siempre de un generoso puñado de patatas fritas.

En las fiestas de la Paloma también encontramos un amplio programa de conciertos musicales al aire libre, con actuaciones dispares que van desde el tradicional tablao flamenco hasta el grupo indie del momento. Un panorama que siempre está acompañado por las barras que muchos bares deciden sacar a pie de calle hasta altas horas de la madrugada. El Graffiti Music Bar (calle Bailén, 39), con una decoración de lo más alternativa; el bar Marathon (calle Calatrava, 26), con unas deliciosas croquetas revolconas; o el Sixta (calle de Calatrava, 15), de público mayoritariamente gay, son sólo una pista de por dónde puede empezar la tarde/noche en la Paloma.