La zona de negocios y financiera de la capital, al norte de Madrid, se despliega en torno a la larguísima y frenética Avenida de la Castellana, siempre tomada por sus acelerados ejecutivos en traje y corbata. Remontándola desde la plaza de Colón, iremos dejando atrás la Estación de Nuevos Ministerios, el complejo financiero de AZCA y el famoso estadio Santiago Bernabéu (donde juega el Real Madrid) antes de llegar a la Plaza de Castilla, centro neurálgico del distrito de Chamartín que ofrece una de las estampas más icónicas de Madrid. Es la de las conocidas como Torres Kío –oficialmente Puerta de Europa-, dos rascacielos gemelos de 114 metros de altura que se enfrentan simétricamente, inclinándose 15º el uno hacia el otro, en el extremo norte de la plaza. Pero la Plaza de Castilla es mucho más que eso: un monumento franquista, un obelisco del célebre arquitecto Santiago Calatrava y un centro de exposiciones culturales con una peculiar ubicación, son algunos de los secretos de este enorme espacio circular, que también alberga –tanto en su superficie como bajo tierra- uno de los intercambiadores de transporte (metro y autobuses) más grandes y transitados de Madrid.
- Las Torres Kío, los primeros rascacielos inclinados del mundo
- El Obelisco de Calatrava: un polémico regalo a la ciudad
- El Monumento a Calvo Sotelo, una escultura franquista en entredicho
- Exposiciones en un antiguo depósito de agua
Las Torres Kío, los primeros rascacielos inclinados del mundo
Fueron los primeros rascacielos de Madrid, ofrecen una de sus más famosas estampas y son la puerta de entrada al último tramo de la Castellana, donde se levantan los mayores y más modernos rascacielos de la ciudad. Si estas dos torres gemelas ocupan las posiciones 10 y 11 entre los edificios más altos de Madrid, un poco más allá encontraremos –aunque podremos verlos desde mucho antes- los cuatro primeros del ránking: son las Cuatro Torres Business Area, construidas entre 2004 y 2009, cuyas alturas oscilan entre los 224 y 249 metros.
Las Torres Kío, en cambio, se levantaron en los años 90, convirtiéndose en 1996 en los primeros rascacielos inclinados del mundo. Diseñadas por dos referentes de la arquitectura posmoderna, los estadounidenses Philip Johnson y John Burgee, deben su denominación popular a la empresa kuwaití Kuwait Investment Office (KIO), promotora del proyecto. De los cálculos estructurales que sostienen en pie estos gigantes inclinados de 114 metros y 27 plantas de altura se encargó la empresa norteamericana Leslie E. Robertson, también responsable del trágicamente desaparecido World Trade Center de Nueva York. La clave de sus estructuras reside en que la mayoría del peso descansa sobre un eje central de hormigón y acero, mientras que la parte “inclinada” de cada torre es mucho más ligera. Subir en ascensor requiere hacer “transbordo” en la planta 13, ya que estos ascienden en vertical y no diagonalmente, por lo que sería imposible llegar arriba con un solo tramo. La torre oeste pertenece a Bankia, mientras que la torre este, fue adquirida por la inmobiliaria Realia, como puede apreciarse en los logos estampados en lo alto de los rascacielos.
El Obelisco de Calatrava: un polémico regalo a la ciudad
En el centro de la Plaza de Castilla, una columna dorada de 92 metros de altura se levanta hacia el cielo ocupando el espacio vacío entre las dos torres simétricas. Es el Obelisco de la Caja (o de Calatrava), un monumento diseñado por el famoso arquitecto Santiago Calatrava que ha levantado cierta polémica desde su instalación en 2009. Se trata de un regalo de Caja Madrid –la actual Bankia- a la ciudad por el 300º aniversario de la entidad financiera, con sede social en Madrid desde 1702. Sin embargo, nunca ha sido del agrado de los vecinos, y algunos grupos políticos municipales han reclamado que se desmonte después de saber que el Ayuntamiento tuvo que pagar cinco de los 14 millones que costó y que su mantenimiento, limpieza y vigilancia suponen unos 150.000 euros al año. El monolito está recubierto con 500 lamas de bronce que deberían producir un efecto de movimiento ondulatorio, pero el mecanismo que las activa solo se ha puesto en marcha dos veces por el elevado coste.
El Monumento a Calvo Sotelo, una escultura franquista en entredicho
Desde 1960, el extremo sur de la plaza está ocupado por un monumento en homenaje a José Calvo Sotelo, político derechista asesinado el 13 de julio de 1936, durante la Segunda República y solo cinco días antes del estallido de la Guerra Civil.
La obra, del arquitecto Manuel Manzano Monís y el escultor Carlos Ferreira, incluye una efigie del homenajeado, un monolito con forma de proa de barco –simboliza a España navegando las aguas- y dos bajorrelieves sobre la vida y el asesinato de Calvo Sotelo. El monumento fue levantado durante el franquismo para conmemorar el 24º aniversario del asesinato del político, a quien Franco consideraba un “protomártir de la Cruzada” que él lideró con el alzamiento contra la república. Por esto, se trata de una obra muy polémica incluida en la lista de monumentos franquistas que el actual Ayuntamiento de Madrid, de carácter progresista, ha intentado retirar en los últimos años.
Exposiciones en un antiguo depósito de agua
En torno a la Plaza de Castilla también encontramos el Centro de exposiciones Arte Canal, inaugurado en 2004 en un antiguo depósito subterráneo de agua del Canal de Isabel II. Se trata, por ello, de un lugar singular cuyo atractivo no solo reside en las exposiciones temporales que ha acogido, sino en su fisionomía: su gran sala principal es un antiguo aljibe integrado por 144 arcos de ladrillo. Aquí se han inaugurado en los últimos años exposiciones históricas como la de los famosos guerreros de terracota de Xi’an y otras sobre Alejandro Magno, Pompeya o el campo de exterminio de Auschwitz.