Con un emplazamiento privilegiado en el corazón de Madrid, entre la monumental plaza de Oriente y la más modesta plaza de Isabel II, el Teatro Real se alza como la primera institución  de las artes escénicas en España, habiéndose constituido al mismo tiempo en un referente operístico a nivel europeo. En este artículo te contamos la historia del gran teatro de la ópera madrileño y te explicamos por qué debes visitar su atractivo edificio.

 

 

 

 

 

 

  1. El primer teatro de la ópera de Madrid
  2. El hundimiento del Teatro Real y su reedificación
  3. Tras las puertas del Teatro Real de Madrid
  4. Visitas guiadas al Teatro Real de Madrid

El primer teatro de la ópera de Madrid

El solar en el que hoy se encuentra el Teatro Real era el mismo que en el siglo XVIII acogió el Real Teatro de los Caños del Peral, una institución que fue inaugurada por Felipe V en 1738 y que albergó las sesiones de las Cortes Constituyentes de Cádiz, en 1814. Cuatro años más tarde de este acontecimiento histórico, Fernando VII —convencido como estaba de que Madrid necesitaba un escenario teatral al nivel de los existentes en otras capitales europeas— ordenó que se llevara a cabo la remodelación de la plaza de Oriente y que se erigiera allí el Teatro Real.

La primera piedra de la edificación se puso el 23 de abril de 1818, dando las trazas de la misma el arquitecto municipal Antonio López Aguado, discípulo de Juan de Villanueva y artífice de otras obras significativas de la capital, como la puerta de Toledo. El fallecimiento del arquitecto y el ajustado presupuesto retrasaron en gran medida el avance de las obras. Sin embargo,  posteriormente se puso al frente de ellas Custodio Teodoro Moreno, y en 1850, 33 años después del inicio de la construcción, por fin pudo ser inaugurado.

 

 

El hundimiento del Teatro Real y su reedificación

Durante sus primeros 75 años de vida como Teatro Real, la institución se fue consolidando como uno de los grandes templos de la ópera en el Viejo Continente. Desafortunadamente, un hundimiento, acontecido en 1925, provocó que permaneciera cerrado por un total de 41 años. La Guerra Civil y la posguerra, como resulta lógico, no fueron momentos propicios para recuperar la construcción.

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El Teatro Real de Madrid

Cuando de nuevo regresó a la actividad, en 1966, la edificación se convirtió en auditorio y sede del Real Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático, cumpliendo esta función hasta 1988. Fue entonces cuando se recuperó con firmeza la idea de que Madrid tuviera un espacio escénico de primer nivel, ejecutando el proyecto de reedificación los arquitectos José Manuel Gómez Valcárcel y Francisco Rodríguez de Partearroyo, entre 1991 y 1997. La capital española podía presumir nuevamente de contar con un teatro insigne y real.

Tras las puertas del Teatro Real de Madrid

El gran recinto de la ópera en Madrid posee una atípica planta en forma de hexágono irregular, al tiempo que sus fachadas rezuman una elegante sobriedad, muy en la línea cromática de los monumentales edificios de su entorno: el Palacio Real, al otro lado de la plaza de Oriente, y la catedral de la Almudena.

 

 

No obstante, vale la pena adentrarse en él, ya que sus dependencias internas escapan de esa contenida austeridad para dar paso a una explosión cromática, especialmente en su sala principal, donde el rojo de las butacas crea un intenso contraste con el dorado de las balconadas. Precisamente esta sala —con 28 palcos, 6 plantas y capacidad para 1.746 personas— se construyó a imagen y semejanza de la del teatro inaugurado en 1850, pero introduciendo la tecnología más puntera para que el espectador viaje sensorialmente hacia donde el director, los actores y los músicos deseen transportarlo.

Ejemplo de ello es su sistema de 18 plataformas superpuestas, las cuales permiten trabajar con diferentes escenografías, cambiando de una a otra en tan solo unos segundos, e incluso con decorados simultáneos.

Del mismo modo, merecen especial atención los salones de la segunda planta, pues sus cuidados pavimentos, el mobiliario y las lámparas de la Real Fábrica de Cristales La Granja recrean una maravillosa atmósfera de nobleza decimonónica. Las maderas de cedro libanés, los mármoles y los estucos del Café del Palacio, situado en la sexta planta, le confieren también un aire aristocrático, al tiempo que ofrece fantásticas vistas de la catedral de la Almudena, el Palacio Real y la plaza de Oriente.

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El Teatro Real de Madrid

Si bien hemos citado algunos de los espacios más significativos del Teatro Real, también resultan imprescindibles las diferentes instalaciones auxiliares (salas de ensayo, camerinos individuales y colectivos o almacenes), sin las cuales sería imposible el correcto desarrollo de las representaciones.

 

 

Visitas guiadas al Teatro Real de Madrid

Para visitar el Teatro Real, podemos, por un lado, hacerlo a nuestro ritmo, pues hay audioguías disponibles en 5 idiomas (español, inglés, francés, italiano y chino), y, por otro, unirnos a algunas de las visitas guiadas que oferta la institución. Lo interesante de la segunda alternativa es que la variedad de visitas temáticas es muy amplia, pudiendo optar por una visita más histórica, o bien decantarnos por otras que profundizan en cuestiones más técnicas o artísticas. También se organizan tours específicos para niños y visitas nocturnas, teniendo lugar estas últimas justo cuando finalizan las funciones.

En cualquier caso, creemos que la mejor forma de experimentar un edificio como este es asistiendo a un concierto o, mejor aún, a una representación operística, ya que así podréis valorar aspectos que en una visita no se aprecian, como la acústica de la sala y, por supuesto, la magia del teatro en directo. Además, el Teatro Real dispone de una programación equilibrada que combina obras clásicas y contemporáneas, así como espectáculos de danza y conciertos de diferentes géneros musicales.

¡Apaguen sus teléfonos móviles, la función está a punto de comenzar!