En el extremo sur del Parque del Oeste, sobre la Montaña de Príncipe Pío, se alza una elegante silueta que descoloca a los turistas porque remite otras latitudes. Se trata del Templo de Debod, un templo egipcio de 2.200 años de antigüedad que el gobierno egipcio regaló a España en 1968. ¿Y por qué ha acabado aquí semejante monumento? Por aquel entonces, Egipto estaba construyendo la presa de Asuán, una megaconstrucción que amenazaba con inundar los antiguos templos de Nubia. Para evitar que el río Nilo acabara con aquellos tesoros, la UNESCO hizo un llamamiento para salvarlos al que solo respondieron España y otros tres países. En agradecimiento, el Gobierno egipcio donó cuatro de aquellos templos: Debod a España, Dendur a Estados Unidos, Ellesiya a Italia y Taffa a los Países Bajos.
Tras dos años en los que el edificio se reconstruyó piedra a piedra respetando su orientación este-oeste original, el templo fue abierto al público el 20 de julio de 1972, otorgando desde entonces un aire místico a la cumbre de esta colina a tiro de piedra de la Plaza de España, y ofreciendo uno de los atardeceres más románticos de Madrid. En 2008 fue declarado Bien de Interés Cultural.
Un lugar lleno de historia egipcia (y madrileña)
La construcción de esta verdadera obra faraónica –a diferencia de las que emprenden algunos alcaldes modernos- se remonta al siglo II a. C., cuando el rey de Meroe Adijalamani ordenó levantar una capilla a los dioses Amón e Isis. Todavía hoy, en su interior pueden verse los relieves dedicados al culto de estas dos deidades. Más tarde, los reyes de la dinastía ptolemaica construyeron nuevas estancias alrededor del núcleo original, si bien la culminación del templo fue obra de los emperadores romanos Augusto y Adriano, que tras la anexión de Egipto al Imperio Romano finalizaron su decoración y añadieron un edificio anexo. Tras la llegada del cristianismo a la región de Nubia en el siglo VI, el templo quedaría cerrado y abandonado…hasta 1972, cuando su capilla volvió a llenarse de vida gracias a cientos de madrileños intrigados por saber qué era aquello.
El Templo de Debod vino así a ocupar un espacio que ya contaba con una larga y curiosa historia en la ciudad de Madrid. Y es que en este mismo sitio se levantó, hasta que quedó destruido en la Guerra Civil, el Cuartel de la Montaña, foco de la –fallida- sublevación militar de 1936 en la capital. Asimismo, la cima de la Montaña de Príncipe Pío fue también el escenario de una escena trágica famosamente retratada por el pintor Francisco de Goya: los fusilamientos del 2 de mayo, en el que las tropas francesas de Napoleón ejecutaron a los sublevados del alzamiento de 1808 contra la potencia invasora.
Qué ver en el Templo de Debod
El Templo de Debod puede visitarse gratuitamente en un recorrido por sus distintas estancias: el Vestíbulo de Augusto, la Capilla de Adijalamani, el Vestíbulo del Naos y la Sala del Audiovisual. En su interior, además de admirar los relieves antes mencionados, el visitante puede conocer más sobre la historia del edificio a través de e la ubicación del edificio vídeos y proyecciones audiovisuales sobre las paredes. Es también interesante una maqueta que muestra el emplazamiento original del Templo de Debod y otros junto al río Nilo, en la zona de Abu Simbel en la región de Nubia.
El bello enclave en el que se encuentra el templo también anima a dar una vuelta a su alrededor. Está rodeado de agua y jardines, por lo que es una de las zonas preferidas por los madrileños para hacer picnic, ir a hacer yoga o tumbarse a la bartola en el césped. El mejor momento para hacerlo es el atardecer, cuando la caída del sol baña la silueta del templo en una luz crepuscular que, por un momento, puede retrotraer la imaginación al tiempo de los faraones.