Toledo es como una matrioshka: esconde muchas Toledos dentro de sí. Aupada sobre una colina abrazada por el río Tajo, la ciudad milenaria de las calles estrechas y laberínticas, la que fue sede de la corte de Carlos I y antigua capital visigoda, ofrece varios perfiles al visitante. Está, sobre todo, la ciudad de las Tres Culturas, aquella en que cristianos, judíos y musulmanes aprendieron a convivir durante siglos, dejando un legado histórico-artístico que no puede verse en ninguna otra urbe del mundo, y que le valió la denominación de Ciudad Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en 1986. Está la “ciudad-convento”, en la que Toledo comenzó a convertirse cuando, tras el traslado de la capitalidad a Madrid en 1561, se marcharon la Corte y los nobles dejando el terreno libre a la enorme influencia de la Iglesia. Pero Toledo es también el de los artesanos del mazapán, del damasquinado, de la cerámica y de la forja de espadas, y por supuesto el Toledo manierista y expresivo de El Greco, su mayor artista. Por último, la ciudad se expresa en su gastronomía tradicional castellana, en la que no faltan platos contundentes como la perdiz a la toledana, el cochifrito o la carcamusa. Aunque conocerla podría llevar varias semanas, este artículo ofrece un compendio de todas las «Toledos» accesible a quien solo pueda permitirse una escapada de un día a la ciudad, a menos de una hora en coche de Madrid.
Qué no te puedes perder en Toledo: Plaza de Zocodover, Catedral de Toledo, el Museo del Greco…
El Casco Histórico de Toledo es un laberinto amurallado de callejuelas medievales que tiene su centro en la Plaza de Zocodover, plaza mayor desde tiempos del Toledo musulmán –su nombre proviene de sūq ad-dawābb, «mercado de bestias de carga» en árabe- donde a lo largo de los siglos se han celebrado mercados, juegos de toros y cucañas, autos de fe, ejecuciones públicas y todo tipo de eventos populares. Es hoy un espacio muy turístico desde el que dejarse llevar por el encanto de las plazoletas y calles del entramado medieval, que en algún momento nos escupirán a la Plaza del Ayuntamiento, donde se alza la Catedral Primada de Toledo. Templo gótico del siglo XIII con clara influencia francesa, es el segundo mayor de España tras la Catedral de Sevilla, y en él se condensa la rica historia multicultural de la ciudad: se levanta sobre los cimientos de una catedral visigoda del siglo VI que fue, a su vez, utilizada como mezquita durante época árabe. En su interior podemos encontrar obras de artistas como El Greco, Caravaggio, Tiziano, Morales, Goya o Rubens, entre otros. Frente a la Catedral, también en la plaza consistorial, encontramos la hermosa fachada del Palacio Arzobispal, del siglo XVI.
Internándonos en la judería, es imprescindible parar en la iglesia de Santo Tomé, una de las mejores representaciones de arte mudéjar junto a la iglesia de Santiago del arrabal. Construida en el siglo XII sobre una antigua mezquita –su campanario es el antiguo alminar musulmán-, alberga en su interior la más universal obra de El Greco, El Entierro del conde de Orgaz, que es además el lienzo más grande que se conserva del siglo XVI español. Si queremos profundizar en su obra, muy cerca encontramos el Museo de El Greco, centrado en la figura de este pintor griego afincado en Toledo, famoso por sus expresivas figuras alargadas.
En la judería encontraremos otros símbolos del crisol de culturas que han cohabitado en Toledo desde la Edad Media. Un buen ejemplo es la Sinagoga de Santa María la Blanca, una sinagoga del siglo XII que parece una mezquita, ya que se inspiró en el arte almohade, y que más tarde sería transformada en iglesia. Si nos interesa la cultura hebrea, tampoco podemos dejar de ver la Sinagoga del Tránsito, que data del siglo XIV y alberga en su interior el Museo Sefardí. Otro ejemplo imperdible de este mestizaje cultural, este situado en el barrio de San Martín, junto a la Puerta del Sol, es la Mezquita del Cristo de la Luz, una preciosa mezquita del siglo X –el único edificio anterior a la reconquista cristiana- que fue reconvertida en iglesia en el siglo XII.
Para terminar nuestro recorrido, debemos visitar el imponente Monasterio de San Juan de los Reyes, todo un símbolo de la victoria de los Reyes Católicos sobre Al-Ándalus encarnado en un majestuoso edificio gótico isabelino del siglo XV. Fue construido como lugar de entierro de los reyes, quienes finalmente decidirían descansar en Granada tras conseguir su conquista.
Comer en Toledo: restaurantes donde probar los platos tradicionales toledanos
Toledo tiene una larga tradición culinaria. No por casualidad, fue aquí donde se publicó en 1529 el primer tratado de cocina en lengua castellana, El libro de Guisados de Ruperto de Nola, así como el primer manual de repostería en 1592: Los quatro libros del arte de la confitería, obra de Miguel de Baeza. Tras una larga caminata, sin duda apetece probar alguno de los contundentes platos típicos de la gastronomía toledana. Restaurantes como el mítico Adolfo, el Cuchara de Palo o La Clandestina de las Tendillas nunca fallan para probar platos de caza de la región, como la perdiz estofada, la codorniz o las albóndigas de ciervo, así como otros clásicos como el cochifrito, el atascaburras – puré de patata con trozos de bacalo, huevo duro y nueces- o el sabroso arroz a la toledana. Si queremos probar la carcamusa, un apreciado guiso de carne de ternera o cerdo con verduras de temporada, debemos ir al lugar donde dicen que lo inventaron: el bar Ludeña. Y si un día es un día y no nos importa gastar un poco más, la cocina castellano-manchega de Iván Cerdeño, el único restaurante con estrella Michelin de la ciudad, nos cautivará tanto con sus sabores como con las hermosas vistas de Toledo que ofrece desde El Cigarral del Ángel, en las afueras.
Por último, de postre o para llevarnos a casa, los mazapanes del Obrador Santo Tomé, que los elabora de forma artesanal desde 1856, son una parada de nuestro itinerario que no podemos eludir.
Miradores de Toledo: un plan para el atardecer
Para rematar el día, nada mejor que subir al atardecer a alguno de los miradores que rodean Toledo, que por su ubicación en altura abrazada por el río Tajo ofrece una postal mágica desde los alrededores. Quizá una de las panorámicas más clásicas sea la que ofrece el mirador del Valle de Toledo, desde donde la ciudad aparece como una fortaleza sobre el río en la que se imponen el Alcázar del siglo XVI, mandado construir por el emperador Carlos V, y la Catedral.
Los jardines del Castillo de San Servando –hoy convertido en albergue- ofrecen otra bella vista de la ciudad con el Puente de Alcántara sobre el Tajo en primer término. Y el Cerro de la Virgen de Gracia es el lugar ideal desde el que contemplar la judería y el Monasterio de San Juan de los Reyes. Estas son las estampas más fotografiadas, pero te invitamos a descubrir las muchas otras perspectivas de la ciudad que pueden disfrutarse desde sus alrededores.