El Museo de Málaga es el producto de una sucesión de acontecimientos con final feliz, un desenlace exitoso en el que los malagueños tuvieron mucho que decir. Si nos remontamos al inicio de su historia habría que viajar mentalmente al año 1972 cuando las autoridades deciden que sería muy buena idea unir el Museo Provincial de Bellas Artes, inaugurado en 1916, y el Museo Arqueológico Provincial, que se remontaba a 1945 los dos museos se unifican en una única institución, y su nombre sería Museo de Málaga, pero siguen manteniendo sedes independientes. Estos dos espacios con solera se ubicarían en un mismo lugar  en el año 2016. Actualmente es de gestión autonómica, pero de titularidad estatal, en este caso transferida a la Junta de Andalucía. Pero este resumen biográfico del museo es solo la punta del iceberg, ya que se tuvo que recorrer un largo de camino para disfrutar de lo que vemos hoy día en el palacio de la Aduana.

La historia de dos museos

Cuando visites el palacio de la Aduana, del que te hablaremos más adelante, reserva unos instantes para recordar el devenir histórico del Museo de Málaga. Gran parte de las colecciones que alberga ya fueron expuestas en las sedes de los museos que se unieron para crear conjuntamente este espacio museístico. Uno de ellos, el Museo de Bellas Artes, ya había recorrido otros lugares emblemáticos de la capital malagueña. Sus fondos se habían expuesto previamente en un edificio de la calle Pedro de Toledo, en el antiguo Colegio de Jesuitas y en el palacio de los Condes de Buenavista. En este último inmueble se encuentra desde 1996 el Museo Picasso Málaga.

 

 

Por su parte, el Museo Arqueológico Provincial de Málaga surgió como un centro donde mostrar los hallazgos encontrados en las excavaciones de la Alcazaba y del resto de la provincia. Más tarde se unieron a sus fondos otras obras de valor del Museo Loringiano, de colecciones privadas y de la Sociedad Malagueña de Ciencias. Aun así, cerró sus puertas al público en 1997. Sus colecciones serían de nuevo mostradas al público cuando el Museo de Málaga se abrió a público en el Palacio de la Aduana en 2016 . El apoyo de los malagueños, colectivos y asociaciones, fue decisivo para esta designación.

El palacio de la Aduana

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Museo de Málaga, Málaga

El uso cultural de edificios destinados anteriormente a uso industrial y comercial es una tendencia que nos regala la oportunidad de visitar inmuebles que, de otro modo, serían de muy difícil acceso. En este caso, la sede del Museo de Málaga es el palacio de la Aduana, un edificio que procede de finales del siglo XVIII. Creado en un momento de máximo movimiento comercial con América, recoge en su arquitectura las características propias del neoclasicismo en Málaga. Fue construido siguiendo un diseño de Manuel Martín Rodríguez  en 1787, que era sobrino y discípulo del conocido arquitecto Ventura Rodríguez. Según parece, su proyecto se inspiró directamente en los dibujos que había hecho Sabatini para la Aduana de la capital madrileña. La construcción del palacio se desarrolló entre 1791 y 1829. El trabajo lo concluyó, con ciertas modificaciones, P. Nolasco Ventura.

Sus usos a lo largo del tiempo también se alternaron, sirvió como sede de la Fábrica de Tabacos, como aduana y como sede de administraciones públicas –el Gobierno Civil de Málaga estuvo hasta 2008–. Los cambios también afectaron a su aspecto, algunos voluntarios y motivados por la recepción de personalidades de renombre. Fue el caso de la reina Isabel II, a mediados del siglo XIX, y más tarde con la llegada del rey Alfonso XII. Para agradar a éste último se situaron unos bustos de terracota en la balaustrada de la galería de su patio central. En otros casos fueron provocados por circunstancias imprevisibles como el incendio de 1923 que lo dejó sin cubierta.

Aunque en 1997 el Ministerio de Cultura decide instalar en la planta alta una sala para acoger las colecciones de Bellas Artes, no fue hasta 2005 cuando se determinó realmente la creación del Museo de Málaga. A partir de ese momento, comienzan los trabajos de rehabilitación y adaptación del edificio.

Y así nació el Museo de Málaga 

Un museo tan deseado por la población local se merecía unas instalaciones de alto nivel y una entidad que recogiese el compromiso social, el servicio público, el fomento de la creación contemporánea y la diversidad cultural. Durante casi 10 años se desarrolló este proyecto que proponía respetar el valor histórico del edificio, pero incorporando un lenguaje arquitectónico contemporáneo, especialmente en la desaparecida cubierta. Con esta intervención se respetaba la historia al tiempo que se proporcionaba una distribución espacial adecuada para su función como museo.

 

 

Las condiciones de las salas para exposición o almacenamiento han sido particularmente esmeradas. El equipamiento y el mobiliario responden igualmente a las últimas tendencias museográficas. Una visita interesante es al almacén, una sala que se reserva en todos los museos a los empleados pero que aquí se puede recorrer. Igual de significativo es el uso del patio como un lugar abierto al público, un espacio recuperado para la ciudad. Desde 2016, el palacio de la Aduana permanece al servicio de los malagueños para exponerles sus fondos de un modo claro y didáctico.

 Una visita al museo

Museo de Málaga, Málaga

Las dos colecciones, la de arqueología y la de arte, contribuyen a explicar la historia de Málaga y del propio museo bajo un mismo discurso  inspirado en la Málaga del siglo XIX que vió nacer las colecciones que hoy constituyen el Museo. La primera planta está dedicada al arte y a los trabajos que tuvo que hacer la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo para crear un museo público en el siglo XIX. Cuenta con salas tematizadas en torno a diversos aspectos como ‘La escuela malagueña de pintura: éxito nacional’, ‘La vanguardia en Málaga, entre Pablo Picasso y José Moreno Villa’ y, entre otros, ‘El paisaje en el siglo XIX: triunfo de un género’.

La segunda planta se centra en la arqueología y nos habla de la colección privada que tenían los marqueses de Loring en su finca de La Concepción, una de las más importantes de España en el siglo XIX. Entre los temas que se abordan en sus siete salas están: ‘La Prehistoria en las cuevas malagueñas’, ‘Málaga y la islamización de Al-Ándalus’, ‘De la conquista de Roma a los primeros municipios’ y ‘Lecturas de la colonización: fenicios e indígenas’. Una buena forma de terminar la visita es acercándote al almacén, que es visitable y está en la planta baja, al patio y a su restaurante ‘La terraza de la Aduana’.

 

 

El Museo de Málaga también realiza a lo largo del año diversas conferencias y talleres, además de poner su biblioteca a disposición de investigadores. Sin duda, este museo es una visita obligada en la ciudad.