A buen seguro, las Cuevas de Artà atraen a muchos menos visitantes que otras oquedades naturales de Mallorca como pueden ser las atractivas Cuevas del Drach. Desde luego, el tamaño es bastante inferior a estas últimas. Pero eso, lejos de restar atractivo a este espacio, las hace aún más recomendables.

Primero, porque el número de entradas está más limitado y, dentro de ellas, uno siente el privilegio de estar haciendo (casi) una visita privada. Y segundo, porque el recorrido no tiene por qué reducirse a una hora específica, por lo que es fácil compatibilizar la excursión a las Cuevas de Artà con otras actividades en la zona oriental de Mallorca.

Es una visita que se puede realizar en familia o con amigos y que regala formaciones geológicas de una gran belleza y plasticidad. Un lugar donde la naturaleza ha esculpido imaginativas figuras, que luego han sido iluminadas por la mano del hombre de una forma no menos creativa.

 

 

Cómo son las Cuevas de Artà

Las Cuevas de Artà son una formación geológica de origen calizo, creadas a lo largo de millones de años por diversos movimientos sísmicos y por la erosión provocada por las aguas subterráneas. En cuanto a las estalactitas, estalagmitas y columnas, como es sabido, se han ido formando durante siglos y siglos por la acción de las gotas filtradas desde la superficie de la cueva y cargadas de minerales sedimentarios.

La entrada a las Cuevas de Artà se encuentra frente al mar, en un acantilado, a casi 40 metros de altura. En concreto se sitúan en el Cap Vermell, en el término municipal de Capdepera y están rodeada de varias montañas.

Aunque no haya indicios claros, se supone que las cuevas ya eran frecuentadas por humanos en tiempos prehistóricos. Y, aunque no se tenga constancia de que hayan sido habitadas, lo cierto es que recibieron la visita de todas las civilizaciones y pueblos que han pasado por Mallorca.

Como curiosidad, se llevan haciendo visitas a las cuevas, de una forma más o menos reglada, desde el año 1870.

Vista de las espectaculares Cuevas de Arta
Vista de las espectaculares Cuevas de Arta

Qué hay que ver en las Cuevas de Artà

El recorrido de las Cuevas de Artà es de algo más de 500 metros, distribuidos en varias salas (o salones), cada una con un nombre que hace referencia tanto a la fisonomía y función de la estancia como a las “figuras” que se pueden admirar en ellas:

  • Entrada: plagada de estalactitas y estalagmitas cuya forma recuerda, de forma vaga, a figuras humanas.
  • Salón de las Columnas: este espacio se asemeja a las construcciones góticas y está plagado de columnas finas, ojivas y doseles con forma de filigranas.
  • La reina de las Columnas: a este salón se le ha dado este nombre por una colosal columna que alcanza los 25 metros de altura y que está situada en el centro mismo de la estancia.
Entrada a las Cuevas de Arta
Recorrido por las Cuevas de Arta
  • Infierno: es uno de los salones de mayor tamaño en las Cuevas de Artà. Entre los muchos elementos de este espacio destaca una especie de cortina pétrea en forma de filigrana. También hay numerosas formas grotescas y con un cierto aire “infernal”.
  • Salón de las Campanas: llamado así por el particular sonido que producen las estalactitas que hay en este espacio al ser tocadas por una piedra. Algo que sólo puede hacer el guía, por cierto.
  • El Teatro: de forma cuadrada, este salón recibe su nombre por las cortinas pétreas que penden de uno de sus laterales y que se asemejan a las bambalinas de un espacio escénico, junto a otras que parecen bastidores.
  • Salón de las Banderas: en el techo se ve lo que parece una bandera desplegada, con su mástil. También hay aquí un grupo de columnas gigantescas parecidas a los tubos de un órgano de iglesia.
  • Vestíbulo: desde él, a través de la oquedad de entrada, se puede contemplar el mar.

 

 

Algunas curiosidades alrededor de Artà

El interior de las Cuevas de Artà mantiene una temperatura y humedad constantes. En concreto, 18ºC y un 80%. Por eso, para la visita es más que recomendable llevar alguna prenda ligera de abrigo y calzado cómodo y antideslizante (lo de las chanclas no es una buena idea).

Aunque hemos mencionado algunas de las formaciones y figuras más llamativas de la cueva, conviene estar atentos a las explicaciones de los guías, cargadas de datos de interés y curiosidades. Y algo muy importante: conviene relajarse y dejarse llevar por la imaginación.

 

 

Alrededor de las cuevas

Tras la visita a las Cuevas de Artà se impone una excursión por esta zona, la más oriental de las comarcas de Mallorca. Para no desentonar con el ambiente natural que se respira en las cuevas se puede aprovechar para visitar alguna de las playas y calas situadas en torno a las localidades de Cala Ratjada, Cala Mesquida, Canyamel y Font de Sa Cala.

También se puede visitar el Valle de Sa Mesquida, que llega hasta la cala del mismo nombre y que alberga una de las formaciones de dunas más espectaculares y bien conservados de la isla: Munt Gros.

Hay otros puntos de interés en la zona, entre los que destacamos los siguientes:

  • Valle de Canyamel, regado por un pequeño torrente y que llega hasta las playas de la localidad que le da nombre.
  • Los poblados talayóticos (cultura prehistórica balear) de Ses Païses, Son Sastres, Son Cabila, Son Favar y Claper des Gegants.
  • El castillo y fortaleza de Capdepera, levantados en el siglo XIV y que son uno de los lugares históricos más relevantes de Mallorca.