La Fundació Pilar y Joan Miró fue una institución creada con la misión de mostrar el arte de Joan Miró y de profundizar en su proceso creativo. Este objetivo lo cumple en el mismo espacio donde el artista vivió y trabajó durante casi tres décadas. Conocida desde 2017 como Fundació Miró Mallorca ejerce como una entidad que pretende ser un espacio de servicio al público, que favorezca la participación local, nacional e internacional. La finalidad está muy clara: favorecer la creación artística contemporánea y reflexionar sobre los temas relacionados con la obra de Miró.
- Joan Miró, enamorado de Mallorca
- Los tres edificios de la Fundación
- Qué ver en la Fundació Miró Mallorca
Joan Miró, enamorado de Mallorca
A quienes no conozcan a este artista nacido en Barcelona en 1893, les sorprenderá que la sede de esta fundación se encuentre en Mallorca en lugar de en su ciudad natal. Sin embargo, es necesario saber que Joan Miró, desde su infancia, tuvo una especial vinculación con la isla debido a sus frecuentes viajes familiares. Hubo tres momentos claves en su relación personal con Mallorca. En primer lugar, las estancias que pasó con su abuela materna, que vivía en Soller, desde la niñez hasta la juventud. Le sigue su matrimonio con Pilar Juncosa en 1929, que casualmente era de esta isla. Y, por último, su decisión de trasladarse a la isla en 1956, donde permaneció casi treinta años hasta su muerte en 1983.
Pero, ¿Qué buscaba Joan Miró en este lugar que no hallaba en la Península? El artista encontró en las Baleares una fuente de inspiración que influenció su obra desde un punto de vista iconográfico. Esta introspección que ayudó a su creación vino motivada por el silencio y la paz que descubrió en este lugar. Ya a una edad madura, con 63 años, se instaló de forma definitiva en Son Abrines, una finca situada en Cala Major donde por fin pudo tener el taller de sus sueños: el Taller Sert. Más tarde, compró Son Boter, otra hacienda con una casa rural del siglo XVIII, que fue el segundo estudio del artista en la isla. En estos talleres creó casi la tercera parte del total de su obra.
La inspiración de Joan Miró era tal que llegó a tocar numerosos campos artísticos: escultura, cerámica, tapicería, obra gráfica, dibujo y pintura. En la exploración de los límites del arte incluso rompió con el lenguaje plástico anterior. Ese inconformismo se traduce en obras con influencia del arte oriental y del expresionismo americano. A pesar de esas líneas vanguardistas, en su vida privada siempre fue discreto, ordenado y con una dedicación casi absoluta: 30 años de prolífico e incansable trabajo.
Gran parte de su vida estuvo acompañado de Pilar Juncosa con quien tuvo una sola hija, María Dolors Miró. El artista definió su relación con ella de esta manera: “Pilar, mi esposa, es una compañera ideal para mí. Sin ella, yo sería un huérfano perdido en este mundo. Fuera de mi trabajo, no tengo ninguna noción sobre otras cosas y de cómo es necesario organizarse. Ella es mi ángel de la guarda”. La generosidad de Pilar Juncosa continuó aún tras la muerte del artista: cedió sus talleres, donó terrenos para edificar el museo y subastó obras en Sotheby’s para obtener fondos para sufragar la construcción. Por fin, en 1992, se inauguró la Fundació Pilar y Joan Miró.
Los tres edificios de la Fundación
Como se puede suponer por los apuntes biográficos de Joan Miró, era lógico que se incluyesen los talleres del artista en el proyecto de creación de la Fundación. De este modo, la institución articula el legado a través de tres sedes valiosas arquitectónicamente y por su simbología.
- El Taller Sert. Este estudio que sería para Miró un sueño cumplido se construyó siguiendo el proyecto de Josep Lluís Sert, un arquitecto amigo del artista. Este profesional representaba el Movimiento Moderno en Arquitectura. Llevaba 20 años inhabilitado para ejercer en España, pero eso forma parte de otra historia. En conclusión, Sert levanta un edificio que aprovecha los desniveles del terreno, separa la zona de trabajo de la de almacén y tiene en cuenta el espacio para poder crear obras de gran tamaño. Estéticamente, combina materiales tradicionales (como piedra o arcilla) con una estructura sólida de hormigón. El resultado es un espacio funcional pero con un toque plástico. Este taller fue declarado Bien de Interés Cultural.
- Son Boter. Es el edificio más antiguo de la Fundació Miró Mallorca, ya que la vivienda estaba en esta finca desde el siglo XVIII. Este fue su segundo estudio en la isla y lo compró en 1959 con el galardón obtenido en el Guggenheim International Award de New York por dos obras que había realizado para la sede de la Unesco en París. Estas creaciones fueron Mur du soleil y Mur de la lune. Son Boter era una finca contigua a Son Abrines donde vivía y donde edificó el Taller Sert.
Joan Miró personalizó la casa pintando trazos de carboncillo por las paredes a modo de grafitis. No eran figuras al azar sino personajes relacionados con su obra escultórica. En principio, usaba esta vivienda como taller para escultura, aunque luego la empleó también para pintar y hacer grabados. Poco a poco se convirtió en un rincón donde refugiarse. Actualmente se halla abierto a la creación, una de las funciones que persigue la fundación como centro vivo de arte.
- El Museo. Hemos dejado para el final el edificio proyectado por el prestigioso arquitecto Rafael Moneo como sede de la Fundació Miró Mallorca. Se inauguró en 1992 en los terrenos cedidos por Pilar Juncosa. La creación de este museo ya había sido algo que Miró y su esposa habían previsto antes de la muerte del artista. Ambos deseaban que su legado se mostrase en un edificio donde la arquitectura y el arte estuviesen integrados.
El edificio de Moneo se estructura en varios volúmenes y tres plantas de alto. En sus formas geométricas acoge estancias tan singulares como el espacio Estrella, que tiene una planta estrellada donde penetra una luz tamizada reflejada en el agua que la rodea. Sin duda, hay que pasear por sus salas para descubrir los juegos de luces que concibió Moneo. Además de salas exposiciones, en el museo también se han incluido una biblioteca, un auditorio, una tienda, cafetería y oficinas.
Qué ver en la Fundació Miró Mallorca
El fondo museográfico está compuesto de unas 7.000 obras de arte: 35 esculturas, 1.031 dibujos, anotaciones y cuadernos, 118 pinturas sobre tela y otras 39 sobre otros soportes, 1.925 obras gráficas y 3.749 objetos repartidos por los tres edificios. En conjunto, todos ellos configuran una idea muy aproximada del proceso creativo del artista. Su obra se realizó entre 1908 y 1981, aunque la mayor parte la creó a partir de los años 60.
Además de los trabajos de Miró, con el tiempo la colección se ha ampliado con obras de otros artistas como Chillida, Chagall, Tàpies, Millares y Chirino, entre otros muchos.
En un viaje a Mallorca resulta imprescindible una vista a esta fundación, tanto por sus exposiciones permanentes y temporales, como por la posibilidad de conocer de primera mano los lugares que inspiraron la obra de Joan Miró.