El Parque Natural de la Albufera (Sa Bufera la llaman los locales) es el gran humedal de Mallorca, el paraíso de las aves. Aquí anidan y están protegidas cuando pasan por la isla. Es la más importante zona húmeda del archipiélago balear y uno de los enclaves paisajísticos más importantes por sus valores naturales, ecológicos y medioambientales. Se halla muy cerca de Can Picafort, en la bahía de Alcúdia, concretamente en una zona conocida como Es Comí de Muro, aunque buena parte de la superficie del parque natural se encuentra en tierras de Sa Pobla.
Separada de la playa por un consistente cordón de dunas, la Albufera de Mallorca tiene una superficie aproximada de 1.700 hectáreas y se han llegado a contabilizar en su territorio hasta 17.000 aves, entre las que se encuentran especies recuperadas después de estar en peligro de extinción, como el pato colorado o el calamón. También hay interesantes y curiosas especies botánicas, como la orquídea flor de la abeja y la orquídea de prado, o los lirios de playa, lo que la convierte en uno de los ecosistemas más valiosos de Mallorca.
Cuatro circuitos por la Albufera de Mallorca
Las marismas de la Albufera pueden explorarse a pie siguiendo las indicaciones señalizadas en los carteles del parque, que conducen hasta los miradores diseñados para la observación de las aves. Existen cuatro itinerarios autoguiados: la ruta des Colombars el itinerario de sa Roca, el recorrido des Cibollar y el Camino d’Enmig-ses Puntes. Este último es el más largo de todos y tarda en recorrerse un par de horas, lo que permite conocer todas las zonas del parque natural e incluso la zona de los puentes de hierro, que fueron fabricados en Inglaterra, además de los canales, símbolo de la arquitectura industrial del siglo XIX en la Albufera de Mallorca. El resto de los itinerarios son bastante más cortos.
Lo cierto es que S’Albufera exige tiempo para mostrar sus encantos. Su belleza no es tan espectacular y tan evidente como la de la montaña o la de la costa. Aquí se necesita algo de calma y sosiego para sumergirse en el entorno, descubrir la pequeña hermosura de sus flores, detectar la música del viento entre los juncos o descubrir la tímida mirada de un conejo que pasa distraído, casi sin hacer ruido.
Zona especial de protección de aves
La Albufera es una zona especial de protección de aves (ZEPA) y está incluida en la lista de zonas húmedas de importancia internacional, además de tener el reconocimiento de reserva biogenética del Consejo de Europa. Su origen es muy antiguo y su extensión y características ha variado según los cambios del nivel del mar. En el siglo XIX, incluso, quisieron desecarla.
La barra litoral de La Albufera es arenosa y está formada por una playa no muy ancha y una serie de dunas, detrás de las cuales ya encontramos la vegetación propia de la zona húmeda. En los parajes inundados encontramos diversas especies de juncos y una densa masa de carrizo, además de diversas plantas que crecen en el agua. Su hábitat está compuesto mayoritariamente por carrizales, lagunas y prados que periódicamente se inundan o se secan.
La importancia y atributos de S’Albufera (o “mar pequeña”, según el término árabe del que procede) ya la describieron los cronistas romanos, árabes y cristianos. Dicen los expertos que es muy posible que en la época de los romanos S’Albufera fuese un puerto navegable. Lo que sí se sabe es que los árabes aprovecharon con éxito distintos sistemas de regadío en este territorio húmedo.
120.000 visitantes al año en la Albufera
Desde 1988, La Albufera es un espacio natural protegido que está gestionado por el Gobierno balear. Hasta aquí llegan muchas personas, andando o en bicicleta, que quieren conocer este espacio y observar las numerosas aves que circundan la zona. Los registros hablan de que cada año llegan aquí unas 120.000 personas, de las que sólo un 20% son visitantes nacionales. También se sabe que los que más visitan el parque son los ornitólogos alemanes.
La Albufera cuenta con una exposición permanente que hace un repaso por la historia etnológica e histórica de este enclave natural. Hasta hace poco aquí se practicaba la caza y la pesca de anguilas, y se cultivaba el arroz y el carrizo, un elemento este último que sirve para fabricar papel. También descubriremos que en la época de los romanos las aguas de La Albufera podrían haber tenido dos o tres metros más de altura.
Dos grandes torrentes
Parte del agua del que se nutre la Albufera procede de dos torrentes que desembocan en el mar pero que tienen parada en el parque. Son el Torrent de Sant Miquel, que nace en la sierra de Tramuntana y atraviesa El Raiguer, y el Torrent de Muro. Y, en su camino hacia el Mediterráneo, proporcionan el agua que necesitan a los calamones, las garzas, los avetoros, los flamencos, las cigüeñas, además del águila pescadora y otras especies de aves zancudas y limícolas.
Ahora lo que procede ya es vestirse con ropa cómoda y discreta, coger unos buenos prismáticos y meter una guía de identificación de aves en el bolsillo. Hay que ponerse en marcha porque toca empezar a disfrutar de una escapada ornitológica, o simplemente contemplativa, por la Albufera, Sa Bufera según les gusta decir a los locales.