El monasterio de Lluc (Santuari de Lluc o Monestir de Lluc, en catalán) es el primer cenobio de las Baleares dedicado a la Virgen. Visitarlo constituye un plan perfecto para conocer el patrimonio mallorquín fuera de Palma y disfrutar del agradable entorno natural de la sierra de Tramontana.
¿Quieres saber un poco más de su historia? Te la contamos en este artículo, ofreciéndote al mismo tiempo toda la información necesaria para que planifiques tu visita.
La Virgen de Lluc, patrona de Mallorca
Según la leyenda, a mediados del siglo XIII un pastorcillo encontró la imagen de la Virgen de Lluc en la montaña mientras conducía las ovejas y cabras de su padre. Acto seguido, la imagen fue llevada al párroco de la localidad. Sin embargo, al día siguiente volvió a aparecer en el lugar donde el pequeño la había descubierto. Así pues, se llegó a la conclusión de que la Virgen quería permanecer allí, por lo que se levantó una pequeña capilla en el punto exacto del hallazgo.
Al extenderse la noticia, se iniciaron las peregrinaciones a la zona, y ya en el siglo XIV se creó una hospedería para dar cabida a los fieles que visitaban la ermita. En la centuria siguiente, un colegio de presbíteros, organizados en torno a un prior, se estableció en Lluc, y poco a poco se fueron sumando instalaciones y dependencias hasta conformar el gran conjunto monacal y centro de peregrinación que es actualmente.
En cuanto a su nombre (Lluc), proviene de la denominación que le dieron los romanos al paraje natural donde se halla el santuario (Lucus), que significaba “bosque sagrado”. De Lucus se pasaría a Al-luc, en época musulmana, y, tras la conquista catalana de Mallorca, a Luc. Finalmente, el topónimo se transformó en el actual Lluc.
En 1891 la Diócesis de Mallorca le encargó la gestión del santuario a la congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones, la cual sigue administrándolo hoy día.
La basílica del santuari de Lluc
El templo del santuario posee una elegante fachada cuya ornamentación barroca fue completada en el siglo XX, al parecer siguiendo el asesoramiento del mismísimo Antoni Gaudí. En ella destaca, además de la portada adintelada, el gran reloj que preside la parte superior y el ático, antecedido por una balaustrada y rematado con una cruz.
Si la piedra dominaba el exterior del edificio, su interior se presenta como una suerte de cofre dorado, pues los motivos ornamentales áureos recorren todo el complejo, enfatizándose en el retablo mayor, obra del maestro Jaume Blanquer, en el que encontramos la imagen de la Virgen en un nicho rotatorio. Se trata de un templo de cruz latina, con una sola nave y capillas laterales intercomunicadas, cubierto con bóveda de cañón, salvo el crucero, que está rematado con una cúpula en la que puede leerse claramente la inscripción: “Ave María”.
Sin embargo, la escultura de la Virgen de Lluc (también conocida como la “Moreneta”) se halla en el camarín. La actual imagen es una escultura de piedra de Marés datada entre el siglo XIII y el XIV que representa a la Virgen con el niño en brazos. Mide 61 centímetros y fue coronada en 1884 ante 12.000 personas, las cuales se congregaron en la plaça dels Pelegrins en el que es recordado como uno de los días más relevantes en la historia del monasterio.
Otros motivos para visitar el monasterio de Lluc
Aparte de contemplar la iglesia y la escultura de la Virgen de Lluc, en el santuari podrás:
- Visitar su museo. Inaugurado en 1952, dispone de una colección muy variada, con piezas arqueológicas, vestidos típicos, pintura, cerámica y mobiliario de época. Se organiza en las siguientes ocho salas: Arqueología, Tesoro, Cámara Mallorquina, Imaginería Sagrada, Cerámica, Josep Coll Bardolet, Pinacoteca y Artesanía Textil.
- Escuchar a los célebres “Blauets”. Hablamos del coro de la Escolanía de Lluc, el cual debe su nombre al color azul (blau, en mallorquín) de las sotanas que llevan los niños que lo integran. Actúan durante las celebraciones de Semana Santa y en la misa del 24 de diciembre, cuando entonan el Canto de la Sibila, una melodía con base gregoriana que se mantiene desde la Edad Media y que la UNESCO declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2010.
- Recorrer la ruta del monte del Rosario. Es un paseo de 30 minutos que se dirige al lugar donde, según la leyenda, se produjo el hallazgo de la imagen mariana. Además, su recorrido está flanqueado por cinco monumentos pétreos ejecutados por los arquitectos Joan Rubió y Guillem Reynés, alusivos a los cinco misterios del Santo Rosario. Cada uno de ellos está ornamentando con tres bajorrelieves de bronce realizados por el escultor modernista Josep Llimona, quien contó para ello con el asesoramiento de Antoni Gaudí.
- Apreciar su jardín botánico. Los amantes de las plantas encontrarán en este espacio más de 200 especies de la región, entre las cuales abundan las aromáticas y las medicinales.
Además, los aficionados al senderismo y a las rutas en bicicleta encontrarán en Lluc varias opciones para descubrir el bello entorno natural mientras hacen deporte. Una buena alternativa es recorrer los antiguos caminos de peregrinación que conectan el monasterio con poblaciones próximas, como Inca, Pollença o Sóller. Y antes de marcharse, no estará de más comprobar si, tal y como se asegura, en Lluc se come el mejor cabrito de montaña de Mallorca.