Su cuidada arquitectura y el blanco inmaculado de las fachadas de las viviendas recuerdan a las casas de los pueblos pesqueros de antes. Sencillo y muy tranquilo, hoy día Binibeca es un punto turístico de obligada visita si recorres la isla durante las vacaciones. Eso sí, para visitarlo se debe respetar la tranquilidad y el silencio que el pueblo ofrece. Veamos por qué.

  1. Binibeca, cómo nació esta población
  2. Qué ver en Binibeca
  3. Restaurantes donde comer en Binibeca
  4. Playas y calas: Torret, Binibeca y Biniancolla

Binibeca, cómo nació esta población

La idea inicial era crear un poblado idílico que atrajera a intelectuales, bohemios y escritores, que encontrarían en Binibeca el lugar perfecto para la inspiración. De hecho, se consiguió y uno de los pintores más conocidos de la zona: Frances Poch Romeu se enamoró de Binibeca y la plasmó sobre el lienzo en numerosas ocasiones. Así es como un grupo de promotores de la zona decidió construir esta pequeña zona costera, levantando unas 165 casas, locales y tiendas.

Se buscó que el poblado mantuviera una arquitectura homogénea: de ahí las cuidadas fachadas de todas las casas encaladas en blanco, con balcones de madera y con baja altura. La primera vivienda en construirse fue casa Candi y las últimas vieron la luz en la década de los 70. A lo largo de todo el pueblo se pueden leer carteles invitando a la calma y a disfrutar de la localidad sin prisas y en silencio, respetando así a sus vecinos.

Así es como se fue configurando Binibeca poco a poco. En realidad, no hubo demasiados planos ni muchos detalles, sino que se fue creando a medida que se iba adaptando al terreno de la zona.

En invierno, la localidad queda casi deshabitada y es cuando se aprovecha para pintar de nuevo las casas, se llevan a cabo tareas de mantenimiento de los jardines y calles empedradas. Después, llega la primavera y el verano, y aloja a cientos de curiosos y turistas que quieren disfrutar de un día en este peculiar lugar.

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Binibeca

Qué ver en Binibeca

El pueblo se encuentra situado a unos 8 kilómetros de Mahón, en la costa sureste de la isla. Llegar hasta Binibeca es muy sencillo: sólo hay que tomar la carretera que va en dirección a Sant Lluís y después coger el desvío a Binibèquer Vell (o Binibeca Vell). Aunque ha enamorado a muchos, hay quien tiene una actitud crítica con este pueblo el tener una intención claramente turística.

Sin embargo, quienes lo visitan concuerdan en que es un lugar con mucho encanto. En él disfrutarás de un recorrido por sus calles laberínticas y llenas de cuestas. También de sus pequeñas casas, pintadas en color blanco y con balcones de madera. Y todas, con una estructura similar. Así es Binibeca, un pueblo muy pequeño en el que apenas viven 200 familias, y cuya arquitectura blanca y encalada recuerda a la propia de las Islas Griegas.  Si decides visitarlo, acércate a la iglesia de Binibeca, su plaza Mayor y el paseo marítimo: tres de los puntos más interesantes de la zona y de los primeros que se construyeron.

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Binibeca

Para terminar el día, acércate al embarcadero: pequeño, pero muy bello. Allí, verás cómo las barcas se mecen en el agua bañadas por el sol del Mediterráneo.

Restaurantes donde comer en Binibeca

Si planeas una visita a este pueblo, es recomendable informarse por adelantado sobre la oferta disponible y llegar con una reserva para evitar sorpresas, sobre todo si te animas a venir en período vacacional. A la hora de comer, en Binibeca hay una pequeña variedad de bares escondidos entre sus calles, junto con algunos restaurantes. Si lo tuyo es la cocina asiática, en el Paseo Marítimo, 38 podrás encontrar Bambú Menorca, un restaurante de inspiración japonesa con una plancha estilo “robata” mezclada con otras técnicas de cocina tradicionales. Aquí, podrás disfrutar no solo de unos platos deliciosos, sino también de unas increíbles vistas al mar.

En la carretera que va de Sant Lluís a Binibeca, en el cruce del camí de Torret, se encuentra el restaurante Caraba, que cuenta con una terraza y un jardín muy agradables. A nivel gastronómico, ofrece una cocina tradicional con toques fusión muy recomendable. Pero si lo que te apetece es disfrutar de la gastronomía tradicional y local mallorquina, te recomendamos el restaurante El Faro, especializado en arroces de todo tipo (con marisco, arroz negro, con bogavante…) mientras disfrutas también de unas vistas privilegiadas al mar. Tómatelo con calma: aquí el tiempo se para.

Playas y calas: Torret, Binibeca y Biniancolla

Además de perderte en sus calles o subir a lo alto del pueblo y contemplar los tejados blancos sobre el mar de Menorca, puedes hacer una parada en alguna de sus playas o calas.

  • La playa de Binibeca o, como muchos la conocen en la isla, playa de Binibèquer está enclavada en una urbanización, pero eso no le hacer perder encanto. Se encuentra rodeada de pinos, el agua es transparente y su arena dorada aporta una imagen muy especial. Está situada a 6 kilómetros de Sant Lluís y a 12 kilómetros de Mahón.

  • Cala Torret es otro estilo de playa porque está rodeada de rocas, pero también es muy tranquila y en ella se pueden practicar deportes como el esnórquel y el submarinismo. Es una cala situada en el entorno de la urbanización que también lleva su nombre. En ella hay un par de chiringuitos y también tiene zona de pinos para resguardarse del sol.
  • Cala de Biniancolla: está situada al sureste de Menorca, entre Binibeca y Punta Prima. Se trata de una pequeña y coqueta cala en la que hay también varios alojamientos turísticos y un hotel, así como barcos anclados en el puerto siempre preparados para recorrer la isla.

Otros pueblos bonitos en Menorca

Lo cierto es que hay muchos otros pueblos bonitos en Menorca, algunos de ellos relativamente recientes, como Binibeca y otros con un prolongado pasado. De todos ellos podemos destacar los siguientes:

  • Ferrerías: este pueblo es conocido por sus fábricas de calzado donde se siguen elaborando las célebres abarcas menorquinas. También es recomendable la visita a Ferrerías   por su coqueto casco urbano, en donde destacan construcciones como el castillo de Santa Águeda y la iglesia de San Bartolomé, además de espacios urbanos tan agradables como la plaza de la Pescadería.
  • Fornells: aunque todo el mundo viene a Fornells  en busca de la célebre caldereta de langosta que elaboran sus mejores restaurantes, lo cierto es que este es un bonito pueblo marinero, con sus recoletas casitas (algunas pintadas de colores), que regala una agradable visita. Muy cerca del casco histórico está la torre de vigilancia que los británicos levantaron en el siglo XIX y que hoy es un magnífico mirador a este tramo de costa.

  • Es Mercadal: en el centro de la isla, Es Mercadal  es el punto de confluencia de las principales vías de Menorca. Célebre por su gastronomía y, sobre todo, por sus ensaimadas, también merece una visita por el Monte Toro, máxima altura isleña, donde está el santuario dedicado a la Virgen. No hay que dejar la oportunidad de pasear y comprar entre los puestos del mercado semanal de esta localidad, los jueves por la tarde.

  • Alayor: el paseo por las calles empedradas y sinuosas de Alayor  es uno de los más agradables de Menorca. Entre los lugares de visita obligada está el patio de Sa Llura, antiguo claustro franciscano, el palacio de Can Salort y la iglesia de Santa Eulalia. Muy próximos están los complejos talayóticos de Torrellafuda y Torrellisar Vell.

  • Es Castells: además de ser la población más oriental de Menorca y el primer punto de España donde se ve el sol cada día, Es Castells es el lugar donde más evidente se hace la ya pasada presencia de la dominación británica. Además, el muelle de Cales Fonts es, por su singularidad, uno de los puntos más fotografiados de la isla.