Si vas a viajar a Menorca, te interesará saber un poco más acerca de los habitantes que históricamente poblaron la isla. La cultura talayótica, eje central de este artículo, es la denominación empleada para referirse al período cultural que las islas Baleares experimentaron durante la época prehistórica; y cuyo legado, en forma de restos arqueológicos, hoy nos permite conocerla un poco más de cerca.
En Alaior, uno de los ocho municipios en que se divide administrativamente la isla, se encuentra Torre d´en Galmés, la mayor aldea que se conserva de dicho período. Descubierta a finales del siglo XIX, sobre una cima con gran dominio visual de la costa sur de Menorca, este poblado exhibe aún hoy un importante número de monumentos megalíticos.
Candidata a convertirse en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco junto a otros 31 poblados talayóticos presentes en la isla, la visita a Torre d´en Galmés significa una oportunidad fantástica para recorrer las distintas fases históricas de Menorca. Por ello, hoy en día este poblado se encuentra abierto al público y alberga en su interior un centro de interpretación, cuya misión fundamental es la de ayudar a comprender los restos.
Repaso cronológico de la historia del poblado
Como decíamos antes, los estudios arqueológicos en torno al poblado de Torre d’en Galmés han revelado que él mismo pudo surgir, casi con toda probabilidad, durante la Edad de Hierro que experimentó Menorca entre 1700 y 1400 a.C. Y lo hizo, tal y como demuestra su importante tamaño y su ubicación en lo alto de una colina, como un poblado con cierta supremacía estratégica respecto sobre el resto de la isla.
Los terrenos y estructuras arquitectónicas del poblado han conocido el paso de numerosas civilizaciones, y hay constancia de que todas ellas, de algún modo, hicieron uso de las mismas. Visitada pacíficamente por los fenicios y los griegos focenses allá por el siglo VI a.C, posteriormente la isla viviría las agresivas colonizaciones púnicas, a las cuales pertenecen la mayor parte de las edificaciones visitables hoy en día. De hecho, unas excavaciones realizadas en 1974 pusieron al descubierto un hallazgo insólito. Una pequeña figura de bronce del sacerdote-visir egipcio Imhotep apareció en la zona, tal y como se cree, debido al intenso comercio púnico.
En el siglo II a.C, la República romana arrebatará las islas Baleares a los púnicos, y será alrededor de ese momento cuando el poblado alcance su mayor población —900 personas, según los estudios más recientes—. Con todo, durante la Edad Media el poblado de Torre d’en Galmés aún asistirá al paso fugaz del pueblo germano de los vándalos; y a la llegada y permanencia del pueblo árabe. No obstante, tras la definitiva reconquista cristiana de 1287 a manos del rey Alfonso III de Aragón, el poblado comenzará su larga y particular historia de olvido y abandono.
Qué ver en Torre d’en Galmés en la actualidad
Nuestra llegada al poblado Torre d’en Galmés es recibida por tres grandes talayots circulares, atalayas de vigilancia construidas bajo la ‘técnica ciclópea’ —grandes piedras encajadas sin cemento ni argamasa—. A modo de curiosidad, dado que dichas torres representan el monumento prehistórico más abundante en la isla, su nombre fue usado para denominar la mencionada cultura talayótica.
Muy cerca de los talayots aparece la ‘taula’, un apilamiento de grandes rocas rectangulares cuya apariencia nos recuerda a la de una mesa, y cuyo espacio era considerado de carácter religioso por los habitantes originarios del poblado. Y en lo alto de la colina también surgen a la vista hasta 27 viviendas domésticas —de construcción circular y doble muro—, así como numerosas cuevas excavadas en la roca. La casa más importante de dicho conjunto responde al nombre de ‘Círculo Cartailhac’, un edificio que conserva su recinto cubierto, un patio con corredor, el horno y una habitación cuadrangular.
Y, en la ladera sur de la colina, aparece la denominada sala hipóstila —o sala con columnas—, un espacio que por sus características pareciera haber servido como almacén o establo. Por último, otros dos grandes atractivos del lugar son la casi desaparecida muralla que protegió el poblado, y el curioso sistema de recogida de aguas, consistente en la horadación de agujeros en la roca y su comunicación a través de canalizaciones.
Por último, cabe recordar que en la zona existen numerosas mesas de picnic, ideales para parar a almorzar y descansar si el hambre o el cansancio aparecen.