Fue prácticamente lo último que hicieron los ingleses antes de salir de Menorca. En 1801 construyeron en el cabo Fornells, al norte de la isla, una de las torres defensivas más grandes y de las mejor conservadas de Menorca. En 1802, el Tratado de Amiens devolvía la soberanía de la isla a la monarquía española, tras 71 años de dominio británico. Quedó, sin embargo, entre otros muchos vestigios ingleses, esta torre que domina la entrada al puerto natural de Fornells –el tercero mayor de la isla–, cuyo fin original era proteger de ataques piratas y de potencias extranjeras la bahía y el cercano castell de Sant Antoni. Tras décadas de abandono del siglo XX, la rehabilitada torre abrió sus puertas al público en 2000. Además de acoger un interesante museo sobre su historia, su terraza superior ofrece unas espectaculares vistas de la bahía de Fornells y el cercano cabo de Cavalleria, con el mágico faro de Cavalleria en el punto más septentrional de la isla.
- Así se defendía Menorca en los siglos XVII y XVIII
- El interior de la torre de Fornells
- Visita Fornells y los restos del castell de Sant Antoni
Así se defendía Menorca en los siglos XVII y XVIII
La torre de Fornells es una de las mayores del entramado defensivo que protegía la costa de Menorca, tan expuesta a las incursiones berberiscas y de las grandes potencias europeas, especialmente entre los siglos XVI y XIX. Este curioso sistema aseguraba que desde la terraza superior de cada atalaya pudieran verse otras dos torres a las que poder enviar señales lumínicas en caso de avistamiento de naves enemigas.
Se trata de torres cilíndricas de piedra y mortero, aunque la torre de Fornells se diferencia de otras en que está reforzada en la base con un talud de bloques de piedra arenisca y fortificada por un parapeto en el piso superior, lo que la hace aún más resistentes a los ataques. Aunque la entrada actual se encuentra en la planta baja, podemos ver la puerta original a la altura del primer piso: solo se podía acceder a ella mediante una escalera de madera que se retiraba en caso de peligro.
El interior de la torre de Fornells
La entrada actual nos hace pasar directamente a la planta baja, que servía como almacén provisiones, armas y munición. Bajo tierra se había construido una cisterna, algo imprescindible ya que en la torre vivía toda una guarnición de hombres. En la primera planta, a la que da la entrada original de la torre, vivían los soldados. Un sistema de poleas permitía subir la munición desde la planta baja a medida que se necesitara.
Una escalera de caracol nos lleva a la terraza, donde solía haber al menos un cañón preparado para defender la costa. Protegidos por el matacán o parapeto –con pequeñas aberturas desde las que también se podían lanzar proyectiles a quienes atacaban la torre a pie– los artilleros calentaban las balas de cañón en un pequeño horno, de tal forma que cuando se dispararan estuvieran al rojo vivo e incendiaran fácilmente los barcos enemigos.
Visita Fornells y los restos del castell de Sant Antoni
La visita a la torre de Fornells puede completarse con un paseo por Fornells, a menos de 10 minutos a pie. Asomado a la bahía del mismo nombre, el casco antiguo de este pueblecito nació en el siglo XVII como un arrabal al calor del castell de Sant Antoni, construido en el puerto ante el temor desatado en la isla por los frecuentes ataques piratas. En 1535, Mahón había sido saqueada por el corsario turco Barbarroja, mientras que en 1558 la por entonces capital, Ciutadella, fue escenario de una sangrienta matanza a manos de las tropas del almirante otomano Pialí.
Del castillo solo quedan hoy los restos de su estructura y algunas galerías subterráneas. Sabemos, sin embargo, que era una fortaleza de planta cuadrada que albergaba la intendencia, un almacén, las viviendas de la guarnición, un aljibe y una capilla, todo articulado en torno a un pequeño patio de Armas. En 1782, cuando las tropas españolas consiguieron reconquistar la isla a los ingleses, el rey Carlos III ordenó demoler este castillo al igual que hizo con el antiguo fuerte de San Felipe de Mahón. La razón: esperaba que si no había fortalezas que tomar la isla perdería interés estratégico para Inglaterra.
Los amantes de la Prehistoria disfrutarán también recorriendo los monumentos correspondientes a la denominada Menorca talayótica.