Descubre la Fuente Navarrería, un tesoro histórico en el corazón de Pamplona, donde la belleza arquitectónica se mezcla con siglos de historia y tradición. Desde su construcción en el siglo XVIII hasta su papel en las festividades de los Sanfermines, esta fuente es mucho más que un simple monumento; es un símbolo arraigado en la identidad de la ciudad.
- Historia de la Fuente Navarrería: un símbolo del arte y la ingeniería hidráulica del sigo XVIII
- La fuente hoy en día: el lugar donde los pamplonicas (y turistas) se divierten
- Tradiciones peligrosas
Historia de la Fuente Navarrería: un símbolo del arte y la ingeniería hidráulica del sigo XVIII
La Fuente Navarrería, ubicada en la plaza del mismo nombre, una de las cuatro fuentes diseñadas por el pintor madrileño Luis Paret a finales del siglo XVIII, marca un hito en la historia de Pamplona. Su construcción en 1798 coincidió con la introducción en Pamplona de una cañería que por primera vez trajo agua desde fuera de la ciudad, específicamente del manantial de Subiza. Este acontecimiento marcó el inicio de una nueva era en el suministro de agua para Pamplona y transformó la vida cotidiana de sus habitantes.
La fuente fue tradicionalmente conocida como Fuente de Santa Cecilia por su emplazamiento original en lo que la gente llamaba el Mentidero, en la confluencia de las calles Navarrería, Curia, Calderería, Mercaderes y Mañueta, junto a la ya desaparecida basílica de Santa Cecilia. Una de las razones para ubicarla allí, además de que entonces era uno de los puntos más populares de la ciudad, fue la dificultad técnica para llevar las aguas a su emplazamiento actual, situado a mayor altura. Fue en 1913 cuando se acordó trasladarla a la Plaza de la Navarrería, entonces conocida como Plaza de Zugarrondo por un viejo olmo, a cuya sombra había un pozo donde hoy se ubica la fuente.
La fuente tiene una rica historia cultural y simbólica. Durante siglos, ha sido un punto de encuentro para los pamploneses, donde se celebraban reuniones sociales y se llevaban a cabo diversas actividades. Además, la fachada barroca de la casa-palacio del marqués de Rozalejo, que se encuentra frente a la fuente, añade un elemento de grandeza y belleza arquitectónica al entorno.
La fuente hoy en día: el lugar donde los pamplonicas (y turistas) se divierten
Hoy en día, la Fuente Navarrería sigue siendo un punto de referencia tanto para los residentes locales como para los turistas que visitan Pamplona. Eje central en torno al que gira la vida en la Plaza de la Navarrería, rodeada de bares de pintxos que crean un ambiente festivo, la fuente ofrece, junto a la casa-palacio del marqués de Rozalejo, una de las estampas más memorables del casco histórico de Pamplona.
Su diseño academicista, con chorros de agua que emergen de una estructura de piedra tallada, añade un toque de autenticidad al paisaje urbano. Destacan las tres tazas en forma de concha y el jarrón imperial de estilo neoclásico que remata el cuerpo cilíndrico. Los visitantes pueden detenerse en la fuente para admirar su belleza arquitectónica y sentir la energía palpable que emana de este lugar lleno de historia y tradición.
Además de su importancia histórica, la Fuente Navarrería está envuelta en una serie de tradiciones y leyendas locales. Según una creencia popular, aquellos que beben agua de la fuente están destinados a regresar a Pamplona en el futuro, lo que añade un elemento de misticismo y fascinación a este lugar emblemático de la ciudad.
Tradiciones peligrosas
La Fuente Navarrería es un lugar emblemático durante las festividades de los Sanfermines, cuando se convierte en el epicentro de la celebración. Aquí, los asistentes se reúnen para beber agua fresca de la fuente y brindar por la alegría y el espíritu festivo que impregna la ciudad. Una de las tradiciones más notorias, aunque también peligrosas y no oficiales, es el salto de la Fuente de Navarrería. Esta práctica, realizada principalmente por turistas extranjeros (conocidos localmente como «guiris»), consiste en saltar desde la fuente hacia la multitud que espera abajo con los brazos extendidos para amortiguar la caída.
La tradición surgió en la década de 1990 y ha ganado notoriedad con el paso de los años, aunque también ha sido objeto de controversia debido a los riesgos que conlleva. El salto de la fuente puede resultar extremadamente peligroso, por lo que en los últimos tiempos se han implementado diversas medidas de seguridad, incluyendo la presencia de la policía y servicios de emergencia en la plaza durante los momentos más concurridos.