Las murallas de Pamplona, con más de cinco kilómetros de recorrido, y la Ciudadela -declarada Monumento Histórico Artístico Nacional- están consideradas como uno de los complejos bélicos mejor conservados de Europa. Además, el casco histórico de Pamplona es de trazado medieval y está formado por los antiguos burgos de Navarrería, San Cernin y San Nicolás, que a su vez estuvieron fortificados.
La Ciudadela, construida entre los siglos XVI y XVII por orden de Felipe II, es un castillo de estilo renacentista y constituye uno de los mayores atractivos turísticos de la capital navarra. Está situada muy cerca del centro histórico y la rodea el parque Vuelta del Castillo, el verdadero pulmón verde de Pamplona.
Un buen plan para viajar en el tiempo hasta la época medieval y conocer mejor la historia de Pamplona, es pasear junto o sobre sus murallas y visitar la Ciudadela. Y para los deportistas, hay una carrera (Carrera de las murallas) en la que los runners recorren el complejo de las murallas de Pamplona.
Historia
Durante siglos, Pamplona fue considerada como un enclave estratégico para dominar el territorio desde Francia, a través del Pirineos, hacia Aragón y La Rioja por lo que, salvo en periodos concretos, ha estado fortificada.
Las murallas de Pamplona han sufrido destrucciones y modificaciones. Servían de defensa y límite entre poblaciones hasta que en el año 1423 se promulgó el privilegio de la unión y los burgos de Navarrería, San Cernin y San Nicolás se unieron. De esta forma, se conformó una sola ciudad, con un recinto amurallado único.
Tras una intentona franco-navarra de reconquistar la ciudad tomada por los castellanos en 1512, en 1513 se ponen las primeras piedras de la fortaleza de Santiago. Cuando se anexiona Pamplona a Castilla, la ciudad se erige en una especie de primera defensa de la corona española ante Francia y otros invasores.
Por este motivo, Fernando el Católico y sus descendientes Habsburgos se empeñaron en dotar a las defensas de la ciudad con los mayores avances técnicos. Es en en 1571 cuando el rey Felipe II ordena levantar la Ciudadela, castillo renacentista y auténtico hito de la ciudad fortificada. Finaliza su construcción en 1645.
La Ciudadela consiste en conjunto defensivo similar con forma de pentágono regular con cinco baluartes o bastiones en sus ángulos. Además: torres, revellines y fuertes. En los siglos posteriores, se lleva a cabo el perfeccionamiento del cinturón amurallado -doble recinto de fortificaciones en las partes más expuestas, nacen los florines exteriores de San Bartolomé, San Roque y el Príncipe, etcétera-.
Ya a partir del XIX, la ciudad se transforma configurándose los ensanches, se construyeron modernos edificios y se empiezan a quitar baluartes de la Ciudadela y otros elementos de la fortificación para dar los primeros pasos hasta la ciudad que conocemos hoy.
Restauración
Cuando el Ejército cede la Ciudadela al Ayuntamiento de Pamplona, se empieza a reparar y restaurar la fortaleza tras décadas en declive y desuso. Corre el año 1966 y, gracias -en parte- a estos trabajos, la Ciudadela fue declarada Monumento Histórico Artístico de carácter Nacional en 1973.
Décadas más tarde, ya en pleno siglo XXI, arranca un plan de calado para la restauración y conservación de las fortificaciones. Lo llevan a cabo el Ayuntamiento de Pamplona, el Ministerio de Cultura español y cuentan con el apoyo de la Institución Príncipe de Viana del Gobierno de Navarra.
Entre las obras que se han venido haciendo estos años, destaca la construcción de una nueva estación de autobuses subterránea inaugurada en 2007. Gracias a esta actuación, se recuperó parte de Ciudadela como zona verde -hasta entonces había un aparcamiento-. También, ya en 2011, se completa la rehabilitación de las defensas exteriores de la Ciudadela y, entre 2013 y 2014, se restaura uno de los baluartes más antiguos del recinto amurallado (el de Labrit).
A día de hoy, gracias a estas labores de reconstrucción, reparación y restauración, la mayor parte del recinto fortificado de Pamplona se encuentra restaurado.
Ruta de las murallas
El Fortín de San Bartolomé (c/ Arrieta y c/ Aralar), que data del siglo XVIII, es un buen punto para arrancar una ruta por las murallas de Pamplona. Además, aquí está el Centro de Interpretación de las Fortificaciones, un espacio informativo para descubrir historia y evolución del conjunto fortificado de Pamplona.
Desde ahí, la ruta sigue hasta el Baluarte del Labrit, el bastión más antiguo de todo el recinto fortificado y desde el que hay una vista panorámica de la ciudad y del río Arga. Luego, se pasa por el Paseo del Obispo Barbazán hasta llegar el Rincón del Caballo Blanco en el Baluarte del Redín, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y mirador para admirar el sistema defensivo renacentista. Junto al Redín, está el Portal de Francia o Portal de Zumalakarregi -único que se mantiene en su emplazamiento originario-.
Continuando por el paseo de ronda, el visitante topa con el Archivo General de Navarra, cuyo edificio original del siglo XII creado por el rey Sancho VI como residencia para los reyes de Navarra fue reformado por el arquitecto navarro Rafael Moneo. Y si se sube por el Portal de la Rochapea la siguiente parada es el Portal Nuevo, una de las entradas a Pamplona más impactantes.
Al llegar al Baluarte de la Taconera, que se encuentra en el jardín homónimo, se sucede el Portal de San Nicolás. Y, desde allí, se callejea un poco hasta finalizar la ruta de las murallas de Pamplona en la Ciudadela.
Carrera de las murallas
La carrera de las murallas es otro de los grandes atractivos de Pamplona. Los participantes corren por el complejo amurallado durante la tarde-noche, por lugares emblemáticos impregnados de historia con la posibilidad de acceder a pasadizos y construcciones con acceso exclusivo solo para ese día.
Hay diferentes modalidades: para niños, de 5, 10, 15 y 21 kilómetros. La media maratón recorre al completo el área de las murallas: desde el parque Vuelta del Castillo hasta el parque de Aranzadi.
Suele celebrarse el mes de noviembre. En 2023 se celebró el sábado 4 de noviembre.