Navarra es una región que guarda entre sus límites geográficos rincones mágicos como las Bardenas Reales, que parecen un desierto, o la Selva de Irati, frondosa y verde. Y entre medias, ciudades históricas como la misma Pamplona, pero también Olite y Roncesvalles, que se entrecruzan con lugares realmente mágicos, como el Valle de Elizondo y sus brujas, o Ujué y su catedral fortaleza.
Pueblos y localidades
Pamplona
Pamplona es una ciudad llena de rincones históricos y de zonas verdes increíbles. La visita puede arrancar en el caso histórico, siguiendo el recorrido de los Sanfermines desde Santo Domingo hasta la calle Estafeta, para seguir con un paseo por la Plaza del Castillo o tomarnos algún pintxo en las calles de Espoz y Mina y San Nicolás.
También cuenta con cinco kilómetros de murallas, baluartes y una Ciudadela que mandó construir Felipe II para defender a Pamplona de los franceses y que hoy en día es el monumento defensivo mejor conservado de Europa.
La Catedral de Santa María la Real, una de las más grandes de España, da paso a un recorrido por sus dos mejores parques, la Taconera, de estilo francés, y el Yamaguchi, de diseño japonés.
Ujué
Se trata de un pequeño pueblo de roca en lo alto de una sierra desde donde se ve gran parte de la campiña navarra. En lo más alto cuenta con una iglesia-fortaleza en honor a la Virgen de Ujué que custodia a sus pies el corazón del rey navarro Carlos I el Malo.
Recorrer sus calles empedradas y empinadas es la mejor forma de hacer hambre para probar dos de sus delicias gastronómicas más famosas: las migas al pastor y las almendras garrapiñadas.
Monasterio de Leyre
El Monasterio de Leyre es uno de los lugares más increíbles de Navarra por su ubicación, al pie de la sierra de Leyre, pero también por su historia ya que aquí están enterrados los primeros reyes navarros.
Ese panteón real está situado dentro de un hueco con una verja de hierro que guarda un arcón de roble decorado donde al menos descansan 15 miembros de la dinastía navarra, en un entorno que invita a la paz y la meditación. Los que visiten el complejo seguro que se quedarán con la imagen de este mausoleo, pero también de los cantos gregorianos y los rezos de los monjes benedictinos que cuidan de estos muros.
No se sabe bien cuándo se fundó el monasterio, pero sí se sabe que en el siglo IX un mártir de Córdoba ya escribió haber estado en este lugar construido con piedras de una cantera cercana.
En una de las capillas hay un retablo de dos santas, Alodia y Nunilo, cuyos cuerpos fueron trasladados al monasterio donde ocurrieron sus primeros milagros y no te puedes perder la Porta Speciosa, un pórtico del siglo XII.
Además de la parte espiritual y artística del monasterio, los alrededores guardan una gran belleza, sobre todo la zona del embalse de Yesa y sus aguas en tonos verdes y azules.
Roncesvalles
Pese a ser el segundo pueblo más pequeño de Navarra -sólo tiene unos 19 vecinos censados-, es un lugar lleno de historia y misticismo. En un monte cercano, el gran emperador Carlomagno perdió la batalla de Roncesvalles frente a los vascones. De hecho, en el silo que se puede visitar en Roncesvalles se conservan restos de cuerpos de los soldados franceses y se supone que el caballero Roland, una especie de Cid Campeador galo, está enterrado allí.
También en Roncesvalles el rey Sancho VII guardó en su colegiata la esmeralda de Miramamolín, que llevaba el líder de los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa y que incluso aparece en la bandera de Navarra, y se hizo enterrar en una capilla donde se puede ver al monarca que llamaban el gigante por su estatura.
Además, este pequeño lugar es el punto donde arranca el camino de Santiago francés.
Olite
Esta pequeña ciudad es como un cuento de hadas en miniatura: su castillo y palacio real atraen a visitantes de toda España por su increíble arquitectura, pero además Olite está lleno de casonas nobles, palacios renacentistas, blasones en la fachada, una iglesia gótica y hasta una muralla romana.
El Palacio Real acogió a los reyes navarros durante una época, lo que lo convirtió en el lugar más lujoso de toda la región. De estilo gótico en su mayoría, se levanta sobre una fortaleza pero guarda reminiscencias francesas y mudéjares con torres almenadas, jardines secretos y terrazas con unas vistas increíbles.
Otra de las joyas de Olite es la Iglesia de Santa María la Real, con un atrio exento que tiene que ser observado detenidamente para apreciar todos las escenas bíblicas que marcan su decoración.
Además, merece la pena caminar por sus calles empedradas y tomar algo en las plazas que se van abriendo en un trazado medieval y enrevesado pero lleno de rincones únicos.
Elizondo
Elizondo es uno de los pueblos más mágicos por la ubicación con la que cuenta, el centro del valle del mismo nombre, y porque la escritora Dolores Redondo situó en esta localidad el epicentro de su trilogía de Baztán que acabó igualmente en la gran pantalla.
La mitología que Redondo lleva a sus libros emana de una zona donde crecían muchas hierbas medicinales que las mujeres conocían muy bien y por ello se las tachaba de brujas. De hecho, están marcados en toda la zona los lugares en los que se suponía que estas brujas hacían sus akelarres.
Lo mejor es recorrer el centro del pueblo para detenerse en los imponentes palacios que construyeron los indianos a su vuelta de su emigración a América, pero también sentarse en una de las terrazas junto al río Bidasoa a disfrutar tranquilamente de la gastronomía de Elizondo con el relajante ruido del agua al pasar.
Naturaleza
Selva de Irati
Todo este hayedo, el más grande de Europa, es una zona especialmente protegida por su valor tanto en la flora como en la fauna que ha encontrado su refugio en esta paleta de verdes, marrones y ocres.
Apenas se nota que los navarros empezaron a explotar el bosque en el siglo XV puesto que se ha tratado de conservar y reforestar siguiendo las mismas especies que siempre habitaron allí. Así se pueden ver robles, abetos, helechos, sauces y musgos que son el lugar ideal para encontrarse también con ciervos, corzos o jabalíes, entre otros animales.
Los expertos destacan también dentro de la Selva de Irati la reserva de pájaros que anidan entre estos árboles como los pájaros carpinteros, ya muy difícil de ver en toda Navarra.
Valle del Baztán
Este verde valle a los pies de los Pirineos es un lugar casi idílico donde los grandes pastos se mezclan con pequeños pueblos, pintorescos caseríos y palacios de los indianos que emigraron a América y volvieron a su tierra a levantar pintorescos edificios.
En total, el valle cuenta con 15 pequeños pueblos que se mezclan con hayedos y bosques amplios que guardan cascadas naturales escondidas en rincones donde sólo se puede llegar caminando, como la de Xorroxin.
Otra de las joyas del valle es el Parque Natural Señorío de Bertiz, donde hay rutas que llevan a palacios increíbles y también un jardín botánico de más de un siglo de antigüedad y 100 especies diferentes.
Para entender qué es el Baztán y su extensión, podemos ir al pueblo de Ziga y buscar el Mirador del Baztán, las vistas son impresionantes.
Bardenas Reales
El paisaje de las Bardenas Reales es uno de los más extravagantes de Navarra ya que se trata de un desierto situado apenas a 70 kilómetros de los Pirineos. Esta singularidad es la que hace que sea un parque natural declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco.
Es un lugar muy diferente al verde que persigue cualquier espacio natural de Navarra, un paisaje que no podrías imaginarte en el norte de España sino más típico del continente africano. De hecho, cuentan que en el pasado los cocodrilos eran habitantes habituales de este espacio casi marciano.
Entre sus fauna destacan correos, ginetas, buitres, águilas y búhos que viven en los matorrales. Se puede hacer visitas con quad por los caminos señalados.
Sierra de Urbasa y Andía
Uno de los lugares más impresionantes de esta sierras es el nacimiento del río Urederra. Este hayedo está lleno de arroyos y riachuelos que se van formando entre robles y tilos, pero llegar hasta el Urederra en una ruta senderista es pasar por lagunas y cascadas de colores verdes y azules turquesas más propias de zonas tropicales que de Navarra.
El camino es muy sencillo, está bien señalizado y se puede hacer con niños sin problema. Lo único que no puedes olvidar es la cámara porque querrás fotografiar cada rincón que pises.
Además, se pueden ver aves como el pito negro o el agateador norteño y, ya llegando a las cumbres, águilas reales y halcones.
Sierra de Aralar
Este parque natural compartido con Guipúzcoa es una gran meseta que combina pastos con hayedos de diferentes tonos de verde y zonas llenas de cuevas y simas.
Pero sobre todo, es un lugar bastante poco conocido que guarda leyendas y obras de arte milenarias, como los 44 dólmenes y un menhir, llamado la Piedra de Roldán, que conforman una ruta de senderismo muy interesante.
Otro de los puntos más importantes de esta sierra es el Santuario de San Miguel, un edificio medieval en el que se guardan unas cadenas que, según cuenta la leyenda, las llevó Teodosio de Goñi en penitencia por haber matado a sus suegros. Dicen que este asesinato fue provocado por el engalo del propio diablo y que se libró de estas cadenas con la ayuda de San Miguel y matando a un dragón.
En el camino por esta sierra es fácil chocar con caballos y vacas que pastan libremente por los pastos de Aralar y que conviven con aves grandes como el quebrantahuesos y la chova piquigualda.
Foz de Arbayún y Foz de Lumbier
Muy cerca de Pamplona, a unos 40 kilómetros, existe otro de esos paisajes radicales y únicos: el Foz de Arbayún y el de Lumbier. Se trata de dos desfiladeros que han surgido por el paso de los ríos Irati y Salazar, que han excavado en la roca durante millones de años para crear unas paredes verticales de más de 100 metros de altura.
Lo peor, o lo mejor, según los gustos, es la carretera llena de curvas para llegar a estos dos foz o gargantas. Para visitar el de Lumbier es mejor dejar el coche en un aparcamiento que es de pago en temporada alta y empezar a caminar por un sendero muy fácil, la Vía Verde del Irati, que acaba en un puente lleno de leyendas, el del Diablo, que fue destruido por los franceses en la Guerra de la Independencia.
Visitar el Foz de Arbayún es aún más sencillo puesto que no se puede acceder al desfiladero. Podemos llegar al Mirador de Iso y disfrutar de una vista increíble.
Valle de Belagua
En este paraje pirenaico lo más destacado es el Valle del Roncal y los picos de más de mil metros de altura, como el Rincón de Belagua, o de más de dos mil, como la Mesa de los Tres Reyes, la más alta de Navarra.
Los pequeños pueblos que salpican este valle están llenos de calles empedradas, casas de piedra, puentes romanos y románicos y hasta un dolmen, el de Arrako, situado junto a la Ermita de Nuestra Señora de Arrako.
La extensa llanura está jalonada por los barrancos del río Belagua y del Arrakogoiti, que parecen guiar la mirada del visitante sin poder evitarlo a las cumbres altas y nevadas, sobre todo en invierno.El valle es una zona de gran tradición agrícola y ganadera donde los pastores eran figuras clave en los senderos que jalonan esta increíble área natural.
Se puede visitar de pueblo en pueblo pero también haciendo algunos de los caminos de diferentes dificultades que marcan todo Belagua. Algunas de estas rutas esconden miradores con unas vistas espectaculares.