Chillida Leku es un museo, pero no es un museo cualquiera. Primero por su extensión, nada menos que 11 hectáreas de terreno en la cercanías de Hernani, a unos 7 kilómetros del centro de San Sebastián. Después, porque las obras de arte están al aire libre. Y tercero, porque las monumentales esculturas de acero y granito de Eduardo Chillida (1924-2002) se funden y dialogan con la naturaleza. Es el territorio de, seguramente, el escultor vasco de mayor fama y prestigio del siglo XX.
Y es que el espacio de Chillida Leku fue concebido por sí solo como una gran obra de arte, para que las esculturas se integraran en un paisaje salpicado de hayas, robles y magnolios como si siempre hubieran formado parte de él. Nada menos que 40 esculturas de tamaño gigantesco están repartidas por el jardín de Chillida Leku de una forma meditada, como seguramente el propio artista hubiese querido. Al menos, él decía que “la escultura debe siempre dar la cara y estar atenta a todo lo que alrededor de ella se mueve y la hace viva».
Esculturas de Eduardo Chillida: obras de 60 toneladas
Las esculturas más grandes del exterior son ‘Buscando la luz’, con 27 toneladas de peso y 9 metros de alto, y ‘Lotura XXXII’, de 60 toneladas, pero hay otras que miden apenas un metro, como ‘Estela V’.
En el jardín de Chillida Leku, las esculturas pueden ser tocadas para que el visitante sienta las diferentes texturas. Algunas, incluso, pueden ser experimentadas desde dentro, ya que albergan espacios en su interior que pueden ser “vividos”. Por supuesto, las obras también pueden ser rodeadas y contemplarse desde diversos ángulos y perspectivas. En definitiva, este museo es un espacio abierto y acogedor que permite el intercambio de experiencias.
Museo Chillida Leku, un caserío rehabilitado del siglo XVI
Dentro de Chillida Leku, se encuentra el caserío Zabalaga, que data del siglo XVI. Fue rehabilitado por el propio artista y en la actualidad acoge una exposición dedicada a la serie ‘Peine del Viento’, una de las más importantes de Chillida. En la sala 5 se pueden ver 11 de las 23 esculturas de la serie, cuya pieza central es el conjunto monumental ‘Peine del Viento XV’, situado al final de la playa de Ondarreta de San Sebastián.
Eduardo Chillida trabajó en esta serie durante más de 25 años, porque persiguió durante mucho tiempo el sueño de colocar una escultura frente al horizonte. Hasta que lo consiguió. Y, mientras tanto, fue acumulando sus piezas en el caserío Zabalaga, que adquirió prácticamente en ruinas y fue rehabilitando con la ayuda del arquitecto Joaquín Montero. El propio artista dejó por escrito el significado de este espacio: “Lo llevaré a cabo sin marcar fechas. He comenzado a guardar obra, pero este maravilloso caserío no será un museo, sino la señal de que soy de allí. No quiero una reconstrucción, sino dejarlo firme y seguro tal y como está, para llenarlo de una estructura contemporánea: que se vea el hoy y el ayer.”
El escudo de la familia Zabalaga, en Chillida Leku
Así que el escultor vasco reformó el caserío manteniendo su estructura original. Ahora, ya rehabilitada como si de una escultura se tratara, la edificación mantiene el entramado de madera y el escudo de armas original de la familia Zabalaga tallado en la fachada norte.
Aunque Chillida Leku tiene también un departamento didáctico, el artista expresó en vida que no creía en la enseñanza del arte: “El arte se puede aprender, pero no enseñar. El deseo de saber lo que uno no sabe tiene un poder inmenso. Ese deseo puede con todo. Eso explica un poco que yo respeto la enseñanza, pero creo que en la enseñanza puede haber cosas de simplificación y yo las rechazo. Creo que lo que en arte se puede enseñar no es fundamental, lo fundamental no te lo puede enseñar nadie, lo tienes que aprender tú”.
Esculturas fusionadas en el bosque
El visitante de Chillida Leku se encuentra, tras traspasar el caserío, con la zona boscosa más frondosa de la finca, donde las esculturas se hallan realmente fusionadas en la naturaleza y cercadas completamente por los árboles. Ya lo dijo Chillida: “Un día soñé una utopía: encontrar un espacio donde pudieran descansar mis esculturas y la gente caminara entre ellas como por un bosque”.
Eduardo Chillida llegó a ver hecho realidad su sueño y Chillida Leku fue inaugurado el 16 de septiembre del año 2000, tras 10 años de intensos trabajos. Sin embargo, debido a la crisis económica y a la falta de ayudas oficiales, tuvo que cerrar sus puertas temporalmente el 31 de diciembre del año 2010. Menos mal que este interesante espacio se reabrió de nuevo al público el 17 de abril de 2019 con una pequeña reforma en el caserío Zabalaga y con la incorporación de una cafetería de nombre Lurra, al frente de la cual está el chef Fede Pacha. Así que, en tu escapada turística a San Sebastián, programa una visita a Chillida Leku y disfruta de las viandas de Lurra, cuyo modelo de negocio está basado en el producto local de temporada y en el respeto con el medio ambiente.