La belleza de San Sebastián está tan fuera de toda duda, que llegó a enamorar a la reina regente María Cristina, madre de Alfonso XIII, que eligió la ciudad como su destino vacacional en verano. Esta decisión acarreó la necesidad de construir un edificio de nivel para acoger a la monarca.

Las posibilidades que ofrecía San Sebastián eran muchas, como por ejemplo el monte Urgull, uno de los principales parajes naturales de la urbe, auténtico pulmón verde que la ayuda a respirar. Tras valorar varias opciones, finalmente se proyecta la residencia en la finca del conde de Moriana. Este terreno se sitúa sobre una pequeña elevación entre el centro y el barrio del Antiguo, frente a la exquisita bahía de la Concha. Abrimos las puertas del palacio de Miramar para descubrir lo que nos aguarda en su interior.

Un palacio inglés entre las playas de Ondarreta y la Concha

La estrecha relación entre la monarquía española y San Sebastián se inició con Isabel II, que adoraba pasar aquí sus veranos para bañarse en las aguas del Cantábrico. El idilio con esta bella ciudad se hizo aún más intenso cuando la reina regente María Cristina adquiere los terrenos del conde de Moriana para construir una casa-palacio de campo, donde pasará sus jornadas estivales.

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El palacio de Miramar

Más de 34.000 metros cuadrados que están ocupados por un edificio principal, un parque, diversas construcciones anexas y amplios jardines. Su emplazamiento convierten al palacio de Miramar en un verdadero punto central de dominio sobre San Sebastián, siendo visible desde muchas partes de la ciudad.

En 1888 se encarga el diseño de la obra al arquitecto inglés Selden Wornum. El proyecto lo hace realidad Benito Olasagasti, bajo la dirección de José Goicoa. Solo con contemplar su fisonomía ya se sospecha de su origen británico, que bebe directamente de los cottage estilo ‘Reina Ana’. Se trata de un tipo de edificación rural, con tres plantas, donde la presencia del característico ladrillo rojo le da un aspecto sobrio a la par que elegante. Los ornamentos neogóticos completan el conjunto.

 

 

En cuanto al interior de la vivienda, la decoración era muy diferente entre unas plantas y otras. Algunas zonas siguen conservando sus elementos originales hoy en día, con los suelos de madera y los artesonados de algunos salones. El resto de espacios ha adquirido un carácter mucho más funcional desde que el Ayuntamiento adquirió el palacio de Miramar en 1972.

En la actualidad las diferentes salas se han transformado, usándose para los cursos de verano de la Universidad del País Vasco. También es habitual utilizar el edificio y los jardines para las recepciones del reconocido Festival de Cine de San Sebastián. La belleza del entorno y el aspecto externo del palacio siguen intactos, haciendo de este un lugar muy especial para todo tipo de eventos.

Visitas desde el palacio de Miramar de San Sebastián

Además del palacio en sí, son varias las zonas que podrás visitar cuando accedas a estos dominios.

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El palacio de Miramar
  • Los jardines. Los donostiarras acostumbran a pasear por los sitios ajardinados que rodean el palacio de Miramar, dominados por un verde intenso, flores y árboles, con la bahía de la Concha como telón de fondo. Todo aquí invita a tumbarse un rato en la hierba y posar la vista en el horizonte del mar. También puedes dar una vuelta por la zona y disfrutar de este mirador natural, desde donde contemplar San Sebastián en todo su esplendor.
  • El Abrazo de Chillida. La huella inconfundible del escultor vasco se funde con la ciudad que lo vio nacer. Chillida deja muestras del amor que siente por su tierra en diferentes lugares de San Sebastián, como el insigne Peine del Viento. En los jardines de Miramar podemos encontrar otra obra de este “arquitecto del vacío”, El Abrazo. Se trata de una estela de un metro que el artista forjó como homenaje al pintor Rafael Ruiz Balerdi. Regaló la pieza a Donostia, quedándose en los exteriores del palacio.
  • El Pico del Loro. El final de los jardines de Miramar termina en una colina que actúa como separador entre las playas de la Concha y Ondarreta, conocida popularmente como Pico del Loro. Desde aquí obtendrás unas fantásticas vistas de la isla de Santa Clara. Seguro que estás deseando sacar la cámara para inmortalizar este momento.
  • El Túnel del Antiguo. Otra manera de cruzar entre ambas playas es a través de este túnel restaurado que pasa por debajo del Pico del Loro. Este antiguo túnel se ha rehabilitado y ahora al entrar parece que estés bajo el mar. Ese efecto se consigue gracias a las pinturas de Víctor Goikoetxea, que decoran la bóveda con formas abstractas. Con el nombre de Miramart es como se conoce ahora a este pasadizo que además es interactivo y te puede informar sobre el estado del tiempo o las playas. Te aconsejamos que pases bajo él por la noche, para dejarte sorprender por su iluminación.

Tu jornada visitando el palacio de Miramar y su entorno será de lo más provechosa, pues el complejo está abierto durante todo el día sin interrupción, salvo que haya algún tipo de evento, y la entrada es gratuita. Después puedes continuar por el paseo de la Concha, acercarte al Homenaje a Fleming de Chillida y terminar paseando por la playa de Ondarreta, quizás la menos conocida de la ciudad. Para concluir, ¿qué tal unos pintxos en Cervecería Pepe? Este bar de toda la vida está muy cerca del palacio y podrás reponer fuerzas con las delicias propias de San Sebastián.