El senderismo es uno de los grandes atractivos de la provincia vasca de Gipuzkoa. Caminantes locales y foráneos se encuentran en las numerosas rutas que se despliegan a lo largo de toda la provincia. Subir al monte es una tradición arraigada en la zona, como en todo el País Vasco, tierra de grandes montañeros y escaladores. Es costumbre despedir o saludar cada nuevo año en alguna de sus cumbres. Rutas homologadas y senderos salvajes aguardan a los amantes de esta actividad que aleja de las prisas y servidumbres de los centros urbanos.
Gipuzkoa ofrece la belleza de sus cumbres y parques naturales, pero también los poderosos paisajes de su litoral. La oferta es muy variada. Hay suaves trayectos para todo tipo de excursionistas y rutas más duras que son retos para los más experimentados senderistas. Los caminos, por entornos boscosos o por senderos al borde del Cantábrico, se convierten aquí en una pasión y en una tentación.
Rutas por Gipuzkoa, el monte Ulía en San Sebastián
En San Sebastián, capital de Gipuzkoa, el ascenso al monte Ulía atrae a todo tipo de visitantes. En su falda se encuentra la playa de la Zurriola, en el barrio de Gros, una de las más animadas para la práctica del surf. En el extremo este de la misma, donde está la iglesia del Corazón de María, se inicia una caminata, de seis kilómetros y medio, que regala vistas inolvidables del litoral donostiarra.
Tras subir las empinadas escaleras del paseo Zemoria se alcanza el antiguo trazado del tranvía y se sigue avanzando con la mirada puesta en los impresionantes acantilados. El fuerte de Mompás; la fuente y el antiguo lavadero de Kutralla y la Ikastola Herri Ametsa, son algunos de los lugares que se van encontrando en el trayecto. Una senda de continuas subidas y bajadas lleva hasta el faro de la Plata, desde donde se desciende hasta el pintoresco pueblo de Pasajes.
Los montes de Gipuzkoa, el popular Txindoki
El monte Txindoki, de 1.346 metros de altitud, se encuentra en el sur de la provincia. Se le conoce como el Cervino vasco y está dentro del parque natural de Aralar, un territorio de valles estrechos, macizos calcáreos, bosques y brumas. La ruta hasta su cima, una de las más populares de Gipuzkoa, parte de la campa de Larraitz, un enclave privilegiado. Es recomendable visitar la ermita de Larraitz, del siglo XVIII, antes de iniciar la marcha.
El ascenso está lleno de pendientes, pero su dificultad es escasa. El camino zigzaguea entre verdes y pasa por casas de pastoreo y hermosas praderas. Al llegar a lo alto se contemplan bellísimas imágenes de todo el parque de Aralar. Degustar una porción de queso de Idiazabal, propio de la zona, es una buena manera de premiar el esfuerzo de la subida.
Rumbo hacia la montaña de Aizkorri
Si hay una montaña amada por los guipuzcoanos es la de Aizkorri, de 1.528 metros de altitud. Se encuentra en el hermoso parque natural de Aizkorri-Aratz y se puede llegar a su cima a través de distintos trayectos. Uno de ellas parte del santuario de Aránzazu. Otro, en dirección a la gruta de San Adrián, es ideal para los amantes de la Historia y las leyendas. Se trata de una ruta circular de 16 kilómetros entre rocas y verdes. Desde la Edad del Bronce, el camino ha sido recorrido por trashumantes, peregrinos, sacerdotes y mandatarios. Túmulos prehistóricos trasladan al viajero miles de años atrás y mientras se va avanzando se pasa por distintas ermitas que otorgan a la experiencia una cierta carga espiritual.
La aventura parte del collado de Aldaola. A través de una senda húmeda y frondosa se va ascendiendo suavemente hasta los pies de la montaña. Pastores y ganado saludan al caminante mientras dirige sus pasos hacia el túnel de San Adrián, de 70 metros de largo con una ermita en su interior. Impresiona pasar por la bella calzada del siglo XI que conduce al lugar. Imposible no maravillarse ante los extensos prados de Urbía, parada obligada para continuar hasta la majada de Arbelar. Pronto el risco de Aitzabal avisa que el final está cerca. En el Aizkorri esperan una gran cruz, un buzón en forma de hacha y la ermita del Santo Cristo.
Paseo al borde del mar, entre Zarautz y Getaria
Ya en la costa, se agradece un tranquilo paseo al borde del mar entre Zarautz y Getaria. Se pueden unir las dos bellas localidades a través de un camino lleno de miradores, a modo de voladizo junto a la carretera. Es un recorrido cómodo y relajante que realizan con asiduidad los lugareños. Otra ruta, con mucho encanto, parte del casco antiguo de Zarautz y toma la antigua calzada de Aldapeta. Asciende por el monte Santa Barbara, bordea el parque de Vista Alegre y discurre entre viñedos del típico txakoli vasco. Es obligada una parada en la ermita de Santa Barbara. Situada sobre un barranco ofrece unas espléndidas vistas de Zarautz y de toda la costa vasca en dirección a Baiona. Retomando el camino, en un suave ascenso, se llega a Getaria, protegida por el monte de San Antón.
La costa de Gipuzkoa, hacia el monte Jaizkibel
El monte Jaizkibel, al oeste de la desembocadura del río Bidasoa, parece tendido junto al mar Cantábrico. Se encuentra en el tramo más salvaje y solitario de toda la costa vasca. Por su dureza, la ruta hasta llegar a él es idónea para avezados senderistas. Acantilados de vértigo, valles muy profundos, esculturales formaciones rocosas y calas recónditas conforman un poderoso paisaje.
El itinerario parte del paseo marítimo de Hondarribia y avanza hasta el faro de Higuer. Se pasa por la ensenada y el molino de Artzu y el arroyo de Arcibel, un maravilloso entorno vegetal, con gran variedad de helechos y bambús gigantes. Se puede seguir por el sendero Talaia, la manera más sencilla de llegar hasta Pasajes (o Pasaia, en euskera), o tomar el camino de la costa, más difícil y menos transitado, con subidas y bajadas constantes. Impresiona la espectacular morfología de los acantilados de Jaizkibel, de gran valor geológico. La formación de la montaña de arenisca se originó hace cuarenta millones de años. En el recorrido emociona el paso por la playa de los fósiles y por Labetxu, el valle de los colores, un óleo natural con rojos, naranjas, ocres y amarillos. Antes de llegar a Pasajes se atraviesa la larga playa rocosa de TximistaKurratua.
De Zumaia a Deva, la imponente cornisa del flysch
El tramo de costa de ocho kilómetros de Zumaia a Deva es otra de las rutas por Gipuzkoa que no deja indiferente a ningún viajero. El recorrido sube y baja por acantilados, pasa por playas de rocas y regala paisajes asombrosos. Recomendable buscar las mareas bajas para disfrutar de la cornisa del flysch. Es un imponente conjunto rocoso de caprichosas geometrías, formado por estratos sucesivos de caliza de distinto color y textura. Debido a la erosión del mar, han quedado al descubierto y muestran las claves para comprender hechos significativos del devenir de la Tierra.
Pasear por el lugar es como abrir las páginas del libro del planeta. Un libro que recorre sesenta millones de años. La zona es una visita obligada para geólogos de todo el mundo. La playa de Itzurun, en Zumaia, es clave en el recorrido. En las rocas de este bellísimo enclave se puede leer la gran extinción de los dinosaurios y de otras especies a finales del Cretácico.