El pueblo de Arcos de la Frontera, sin duda uno de los más bonitos de España, está a poco más de una hora en coche desde Sevilla. Es una buenísima opción para conocer la arquitectura popular andaluza, heredera de la tradición musulmana y bereber, con sus fachadas encaladas y las ventanas enrejadas decoradas con macetas de flores de vivos colores. Pero es que Arcos tiene también uno de los balcones más escenográficos del país, situado en su Plaza del Cabildo y aprovechando la quebrada sobre el río Guadalete sobre la que se sitúa buena parte del pueblo. Desde este lugar se dominan los fértiles campos de cultivo que lo rodean y también la cercana Sierra de Grazalema, donde está buena parte de la Ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz, de la que Arcos está considerada como su principal punto de inicio.

La Plaza del Cabildo

La Historia de Arcos de la Frontera se remonta a miles de años atrás. Y eso se traduce en un riquísimo patrimonio monumental y artístico. Ante todo, conviene decir que no es un pueblo fácil para el paseo. El motivo es que está aupado sobre un empinado promontorio en el valle del río Guadalete. Así, la parte más monumental del pueblo es, precisamente, la más elevada.

Se trata de la Plaza del Cabildo, en la que se sitúa su iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, templo mudéjar (siglos XIV-XV), con su elevada torre barroca desde la que se dominan muchísimos kilómetros a la redonda.

Justo enfrente está el ya mencionado Balcón de la Peña Nueva, también y popularmente conocido como “del Coño”, sin duda en referencia a las exclamaciones que muchos lanzan al ser conscientes del desnivel sobre el que se sitúa este vertiginoso mirador.

También están la plaza el Parador y el edificio del Ayuntamiento, en un antiguo palacio nobiliario del siglo XVII, entre cuyas joyas destaca el laborioso artesonado situado sobre su sala de sesiones.

El Castillo de Arcos de la Frontera

Todo el conjunto monumental de la Plaza del Cabildo está presidido por las almenas del Castillo de Arcos de la Frontera. Levantado en la época musulmana, su configuración actual, no obstante, responde a las sucesivas reformas de los siglos XIV y XV. Fue en esa época cuando cambió también su función: de alcázar militar a residencia de la familia Ponce de León.

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Arcos de la Frontera

Torres, murallas y almenas aparte, el elemento más llamativo del castillo-palacio es la llamada Puerta de Matrera, a través de la cual se comunica esta parte del pueblo con la zona más baja (y nueva) de la localidad. Hoy encalada, como la mayor parte de las construcciones de Arcos de la Frontera, está presidida por una talla de la Virgen María en el hueco acristalado situado sobre la propia puerta.

Qué más hacer en Arcos de la Frontera

El conjunto monumental de Arcos de la Frontera se completa con un buen puñado de iglesias, conventos y palacios. Entre las primeras, destaca la de San Pedro (siglos XV-XVII), cuya torre-campanario barroca parece competir en altura y estilo con la de la Asunción. También es muy interesante la iglesia de San Francisco (siglos XVI-XVII), situada en la parte baja de la localidad y de estilo popular.

En el capítulo de los palacios, llama mucho la atención, por su belleza, el del Conde del Águila. Situado en la llamada Cuesta de Belén, se edificó en un laborioso estilo mudéjar entre los siglos XIV y XV.

Y ya que hablamos de Belén, una curiosidad de Arcos de la Frontera es que tiene, en el bajo de una de las casonas situadas junto a la Plaza del Cabido, un enorme Nacimiento permanente. Llama mucho la atención el tamaño del mismo, pero sobre todo la maestría artesana con que han sido realizadas las figuritas, el caserío y el paisajismo.

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Arcos de la Frontera

Dónde comer en Arcos de la Frontera

Ante todo, conviene recordar que la concentración de conventos de esta localidad se traduce en la existencia de una rica tradición repostera. Esos dulces pueden adquirirse tanto en el convento de las Mercedarias como en las muchas pastelerías que existen en el pueblo.

Y si se quiere comer “a lo grande”, desde luego Arcos ofrece muchas oportunidades. Uno de los lugares más auténticos es el Mesón Patio Andaluz (Marqués de Torresoto, 4), donde se sirve una cocina típica de la zona, pero con calidad, en un entorno idílico y a unos precios muy sorprendentes.

Por su parte, Aljibe Restaurante Andalusí (Cuesta de Belén, 10) también ofrece un ambiente y una decoración muy cuidados. Como la cocina, donde se realizan guiños a la tradición musulmana y también a la modernidad.

Más informal es la propuesta de la Taberna Jóvenes Flamencos (Deán Espinosa, 11), recomendable para un tapeo informal, tanto en el interior como en la terraza, situada en la que, sin duda, es la calle con más tránsito turístico de Arcos de la Fontera.

La playa del Santiscal

Sí, Arcos tiene playa. Eso sí, de tipo fluvial, pues el mar se encuentra a unos 60 kilómetros de aquí. Se trata de la llamada playa del Santiscal, a orillas del llamado Lago de Arcos de la Frontera, que no es sino un embalse de las aguas del Guadalete. Lo cierto es que en la urbanización creada en torno a esta playa hay hasta un club náutico.

En verano la zona no es solo un buen lugar al que venir a refrescarse, también donde reponer fuerzas. Sobre todo a la caída de la tarde, en alguno de los muchos restaurantes y terrazas que aprovechan este idílico entorno. Por cierto, que la cola del embalse es un paraje natural considerado como Zona de especial Protección para las Aves, pues aquí nidifican o se alimentan durante sus migraciones numerosas especies, sobre todo de ánades. También es el hábitat del galápago leproso, única tortuga acuática autóctona de la Península Ibérica.