Imposible que el Palacio de San Telmo pase inadvertido a los visitantes del casco histórico de Sevilla. Sus soberbias fachadas barrocas y su colección de ventanas simétricas, sus torreones y, sobre todo, su portada churrigueresca conforman uno de los monumentos más impresionantes de la ciudad. Un enorme edificio que se asoma tanto a las calles de la Rábida y Palos de la Frontera como al río Guadalquivir. De hecho, el palacio tuvo embarcadero propio.
Además, alberga una rica historia, como consecuencia de los diversos usos que ha tenido a lo largo de los más de tres siglos transcurridos desde que se inició su construcción. Desde ser una de las sedes de la Universidad de Mareantes (navegantes) hasta acoger hoy en día la Presidencia de la Junta de Andalucía.
Historia del Palacio de San Telmo
La construcción del Palacio de San Telmo se inició en 1682 en unos terrenos que, entonces, se encontraban extramuros de Sevilla, aunque ribereños al Guadalquivir. Las obras se prolongaron durante algo más de un siglo, hasta 1796 y pasaron por diversas paralizaciones y cambios de proyecto. Su función original, sede del colegio-seminario de la Universidad de Mareantes, evolucionó a Colegio de la Marina, casi un siglo después. En esa institución acabaría cursando parte de sus estudios, un personaje no conocido precisamente por sus gestas navegantes sino literarias: Gustavo Adolfo Bécquer.
A mediados del siglo XIX el Palacio de San Telmo sufrió un cierto abandono, hasta que en 1849 se hicieron cargo de él los duques de Montpensier, Antonio de Orleans y Luisa Fernanda de Borbón, que decidieron establecer aquí su residencia. Estos dos personajes, que han pasado a la Historia por ser padres de María de las Mercedes, primera esposa del rey Alfonso XII, establecieron en este palacio su Corte Chica, tal y como lo denominó la reina Isabel II.
Tras este periodo el palacio acabaría siendo cedido a la Iglesia, que a principios del siglo XX lo convirtió en un seminario. A su vez, esa institución, incapaz de hacerse cargo del mantenimiento de este enorme edificio y, ante el peligro de que pudiera acabar sufriendo daños estructurales, cedió la gestión a la Junta de Andalucía, en 1989. Esta decidió convertirla en sede de la Presidencia y para ello acometió una importante reforma en buena parte de las estancias, encaminada sobre todo a devolver al edificio su estructura original.
El arte en el Palacio de San Telmo
Las sucesivas reformas, consecuencia de los diferentes usos que ha tenido el Palacio de San Telmo, habían afectado al proyecto de los siglos XVII-XVIII. Sobre todo, la desafortunada conversión de parte de los salones en celdas y espacios de estudio para los seminaristas. Por eso, la actual institución propietaria del palacio decidió acometer importantes obras de reforma.
Del exterior del palacio se recuperó, de forma brillante, su fisonomía. También el esplendor de los símbolos que la decoran, como sus medallones y, sobre todo, varias estatuas. De estas últimas, las más llamativas, pues están situadas sobre la fachada principal del palacio, son las de la llamada Galería de los Doce Sevillanos Ilustres. Fueron realizadas en 1895 por Antonio Usillos y algunos de los personajes homenajeados son:
- El genial pintor Diego de Silva Velázquez.
- Fray Bartolomé de las Casas, muy conocido por la defensa de los derechos de los indígenas de América.
- El no menos genial pintor Bartolomé Esteban Murillo.
- El escritor y dramaturgo Lope de Rueda.
- Rodrigo Ponce de León, capitán general de la campaña de la Reconquista de Granada.
- Juan Martínez Montañés, uno de los más importantes imagineros de la ciudad.
Mención especial merece la portada del Palacio de San Telmo, de estilo churrigueresco y obra de dos de los miembros de la familia Figueroa. En ella destacan las estatuas de los tres santos que, según la tradición, protegen el edificio: el propio San Telmo, patrón de los marineros, San Leandro y San Hermenegildo.
En cuanto al interior del palacio, destaca el patio principal, obra de Leonardo de Figueroa, rodeado de una armónica galería sustentada por arcos de medio punto. Esta galería se abre al patio a través de balcones que coinciden exactamente con las pilastras que sostienen los arcos.
Este patio principal del Palacio de San Telmo permite acceder a la capilla, que es, sin duda, uno de sus elementos artísticos más destacados. En ella, llama mucho la atención el altar mayor, dedicado a la imagen de la Virgen del Buen Aire. También aquí están representados San Fernando, patrón de la ciudad de Sevilla, y cómo no, San Telmo.
Conviene mirar hacia arriba en esta capilla, para así admirar los frescos pintados en los óvalos de sus bóvedas por el artista romántico local Antonio Cabral Bejarano.
Leyendas del Palacio
A finales del siglo XIX, la duquesa viuda de Montpensier decidió ceder parte de los jardines del palacio a la municipalidad de Sevilla. Son lo que hoy se conocen como el Parque de María Luisa, sin duda, uno de los espacios más agradables para el paseo en esta ciudad.
Parte de los jardines restantes fueron transformados en la época del seminario (siglo XX) en un campo de fútbol. Por fortuna, fueron recuperados por la Junta de Andalucía para su función original.
Como curiosidad, dicen algunos, que por las estancias del palacio, de vez en cuando se ve pasear a una misteriosa dama blanca. Esta figura, que parece también tener querencia por las calles y avenidas arboladas del parque de María Luisa, podría ser la propia duquesa de Montpensier, o incluso su hija María de las Mercedes, reina de España y fallecida apenas seis meses después de contraer matrimonio con Alfonso XII.