A la Sierra de Aracena se la asocia con pueblos encalados de hondo sabor popular: Jabugo, Cumbres Mayores, Linares de la Sierra, Zufre, Alájar, Cortegana, Almonaster la Real, la propia Aracena… Todos ellos están enclavados en un entorno natural de auténtico impacto: el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Un espacio protegido con singularidades importantes, sobre todo relacionadas con la ganadería de la zona: en sus dehesas es donde viven los cerdos ibéricos. Los deseados “pata negra”.
Dónde está y cómo llegar a la Sierra de Aracena desde Sevilla
La Sierra de Aracena se encuentra al norte de la provincia de Huelva, a unos 100 kilómetros hacia el Oeste de Sevilla. Es una zona con montañas no demasiado pronunciadas en la que predominan los paisajes de dehesa. Es decir, pequeñas lomas y valles en los que crecen encinas y alcornoques, cuyos frutos (las bellotas) y la abundante vegetación que crece a su alrededor alimentan a una variada fauna.
Casi 30 municipios conforman esta comarca, entre los que destacan, por su patrimonio o la belleza de su escenografía, pueblos como:
- La propia Aracena, con su castillo del siglo XIII, que domina buena parte de la zona; y la Gruta de las Maravillas, una cueva con extraordinarias formaciones geológicas.
- Linares de la Sierra, casi escondido en las faldas de la montaña y cuyas blanquísimas casas decoran sus puertas con llamativos mosaicos.
- Almonaster la Real: destaca por su ambiente relajado y por el mimo con que se ha preservado su patrimonio histórico.
- Aroche que, aparte de por su escenografía, al pie de los picos homónimos, acoge en su municipio el valioso yacimiento arqueológico romano de Turóbriga.
- Higuera de la Sierra, muy conocida por su Cabalgata de los Reyes Magos. También porque es el punto de partida para muchos recorridos senderistas por la Sierra de Aracena.
- Y Cortegana, que preserva los muros del castillo de Sancho IV El Bravo y que es uno de los municipios más grandes de la comarca.
El Parque Natural de la Sierra de Aracena
Este espacio protegido, cuyo nombre completo es Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche ocupa una extensión de más de 185.000 hectáreas. Su máxima altura es el Cerro del Castaño, con 962 metros de altura.
Además de encinas y alcornoques, estos montes están poblados por otras especies arbóreas como robles, rebollos y castaños. Por su parte, en las zonas más cercanas a los cursos de agua que recorren la zona, es normal ver chopos, fresnos, sauces y alisos, además de zarzas y otras plantas trepadoras.
En cuanto a la fauna, el anima estrella de la zona, como sabemos, es el cerdo ibérico, que se alimenta en las dehesas en semilibertad. Pero no son los únicos mamíferos que campan a sus anchas en este espacio protegido, ni mucho menos. De hecho, los observadores pacientes pueden disfrutar de encuentros con meloncillos, ginetas e, incluso, alguna nutria. Más espectacular es el capítulo de la avifauna: los cielos del parque natural los surcan buitres, milanos y cigüeñas negras, entre otras muchas especies.
Los Picos de Aroche
Los Picos de Aroche (o Peñas de Aroche) se sitúan en el municipio que les da su nombre y son uno de los espacios más singulares del Parque Natural de la Sierra de Aracena. Sobre todo por su fisonomía y su geología, a base de barrancos y grandes bloques graníticos. Un típico paisaje batolítico plagado de jaras y que es un lugar de nidificación ideal para los buitres negros.
La abundancia de otras especies ornitológicas le ha valido a este paraje la consideración de Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Entre ellas las águilas reales, culebreras y calzadas, además de tórtolas y cigüeñas negras.
En la zona también hay frecuentes avistamientos de jabalíes, nutrias y hasta de linces ibéricos. No en vano, estas montañas son las estribaciones de Sierra Morena, el lugar con mayor concentración de esos felinos, símbolo de la protección de la naturaleza en la Península Ibérica.
El paraíso del pata negra
Pero, como ya hemos dicho, el verdadero protagonista de la fauna de la Sierra de Aracena es el cerdo ibérico. Animal que campa a sus anchas por las dehesas de la zona durante buena parte de los meses de invierno y principios de la primavera. En ese momento, llamado montanera, estos animales se ceban a base de las muchas bellotas que encuentran por el suelo o que varean desde las encinas.
El resultado, como se sabe, es una carne de altísima calidad, con un sabor muy específico y definitorio (su grasa entreverada la convierte en una auténtica delicatesen), de la que los jamones son el producto estrella.
Pero tan importante como la forma de cría de los cerdos y las particularidades de la raza ibérica es el proceso de curación de los jamones y otras chacinas en las bodegas de localidades como Jabugo y Cumbres Mayores. Un sistema en el que el tiempo (incluso varios años), el clima y el aire de la Sierra de Aracena cumplen una misión fundamental.