El barranco del Infierno, situado en Adeje, en el suroeste de Tenerife, es un espacio natural único. Está catalogado como Espacio Natural Protegido debido a su singularidad. Su atípica variedad de flora y fauna y sus extraordinarias formaciones geológicas y naturales hacen de este lugar un territorio que despierta gran interés entre propios y extraños. Tanto es así, que su visita está limitada a 300 personas al día ya que una excesiva ocupación podría alterar el ecosistema.
La Reserva Natural Especial del Barranco del Infierno tiene 1.843 hectáreas jalonadas por barrancos y por elevaciones rocosas muy escarpadas que en Canarias se denominan roques y que pueden encontrarse tanto en la tierra como en el mar. Tiene una altitud que va de los 100 metros a los 1.300 y son muchos sus secretos, porque esconde en sus entrañas sorpresas naturales y hermosas cascadas que surgen con naturalidad entre sus cursos de agua. Por esta razón, podemos encontrar una vegetación extraordinaria en la que abundan los sauces y otras especies autóctonas y exclusivas del archipiélago canario, como el drago o el marmulán, una reliquia de la flora tropical de la Era Terciaria. También hay palmeras, jazmines silvestres y, por supuesto, el característico pino canario en las zonas más altas de la reserva.
- Flora y fauna del barranco del Infierno
- Ruta del Barranco del Infierno
- Una cascada de más de 200 metros
Flora y fauna del barranco del Infierno
¿Qué especies de fauna podemos encontrar aquí? Pues hay contabilizadas más de 400 especies de invertebrados y 40 de vertebrados que pululan a sus anchas entre las cascadas, los cursos de agua y los barrancos. A simple vista, se pueden ver rapaces como la aguililla, el cuervo o el gavilán, durante el día, y el búho chico, durante la noche.
Para los que quieran adentrarse en su territorio, nada mejor que transitar la Ruta del Barranco del Infierno, un sendero que tiene una dificultad media-baja y que conduce hasta el corazón de la reserva. En aproximadamente 6,5 kilómetros (trayecto de ida y vuelta), se pueden apreciar los diferentes tipos de fauna y flora, disfrutar de miradores que cortan la respiración y admirar el espectacular Caidero (caída de agua), una gran cascada de más de 200 metros que forman las aguas del naciente roque Abinque.
Ruta del Barranco del Infierno
Como el acceso a la Ruta del Barranco del Infierno está limitado para no alterar su ecosistema, se recomienda hacer la reserva con antelación. Una vez que tenemos asegurada la entrada, hay que buscar, en Adeje, la calle de Los Molinos, un antiguo sendero de pastores, porque allí se encuentra la oficina que nos dará acceso al sendero y toda la información necesaria para comenzar el recorrido. También proporcionan un casco, cuyo uso es obligatorio.
Desde este lugar, ubicado a 350 metros de altitud, comienza el ascenso por el barranco del Infierno. El primer tramo recorre la ladera norte de la reserva y en él encontramos tabaibas y cardones, unas formaciones vegetales mixtas que son de las más exóticas y atípicas de las zonas bajas y costeras de Canarias. También saldrán al paso los primeros miradores y paisajes vecinos al cauce del agua, que están sembrados de sauces. Después, el barranco del Infierno comienza a estrecharse y las paredes se van haciendo más verticales. Aquí, junto a los dragos, la vegetación nace entre las rocas: el malvavisco, la col de risco y otras plantas autóctonas. También hay jazmines silvestres, granadillos, marmulanes, hierbas moras y monteverdes, un tipo de vegetación subtropical endémica de las Islas Canarias.
Posteriormente, la ruta continúa ascendiendo por un cañón formado por rocas volcánicas labradas pacientemente por el paso de los milenios. Cruzaremos por El Bailadero de las Brujas y La Cogedera, espacios ideales para descansar, reponer fuerzas y respirar un aire fresco y puro. Y descubriremos miradores para disfrutar del increíble paisaje que vamos dejando atrás mientras ascendemos.
Una cascada de más de 200 metros
En la parte final de la ruta, atravesaremos un pequeño río con algunos charcos alrededor. Hasta aquí, habremos ascendido un total de 317 metros. El esfuerzo tiene su recompensa, porque enseguida nos encontraremos con una impresionante cascada de más de 200 metros de altura. Su belleza y el espectacular estruendo que provoca el agua en su caída te hará sentir que estás un espacio único y paradisíaco. La pena es que está prohibido el baño, porque lo que apetece al llegar hasta aquí es darse un chapuzón e integrarse en este paraíso. Pero la protección de la naturaleza está por encima de todo.
Durante el recorrido, que dura aproximadamente tres horas y media en total, habremos tenido la posibilidad de contemplar la fauna que habita en el entorno del barranco del Infierno: las vigilantes aguilillas, los gavilanes, las tórtolas, los petirrojos, las perdices morunas, los canarios, etc. Y otros pequeños habitantes de la reserva, como moluscos, arácnidos, caracoles o ciempiés.
Hay que decir, por último, que la zona del barranco del Infierno es muy importante arqueológicamente, ya que existen cientos de cuevas en los alrededores que albergaron en su día a muchos aborígenes guanches. También se han descubierto pinturas rupestres. Las momias y utensilios aborígenes encontrados aquí se hallan custodiados en el Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife.